En 1975 en el marco de la Primera Conferencia Mundial de la Mujer, realizada en México, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) establece el 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer. A más de dos décadas del Día Internacional de la mujer, se puede decir que es muy poco para un género; para una sola mujer podría ser toda su existencia, pero para la humanidad -al menos desde el cristianismo- es un periodo muy corto. Una breve etapa de la que se excluyó a millones de mujeres y cientos de generaciones de ellas. 1910 marca el punto de partida, el comienzo, el parteaguas para el justo reconocimiento a la contribución económica y social de la mujer en el mundo, como si su existencia tuviera acaso un siglo.
Toda conquista alcanzada ha estado anticipada por un impedimento, una negación o una anulación de una necesidad y por consiguiente, es resultado de una lucha campal entre fuerzas que oponen resistencia. No es extraño que resulte patético y preocupante a la vez, que la algarabía de la conmemoración, arrastre consigo un triste pasado.
Fue hasta el 8 de marzo de 1910 que logró instituirse en Día Internacional de la mujer y a la fecha muchos hombres -dentro de esta sociedad que aún sigue siendo patriarcal- preguntan para qué quieren las mujeres un día en su honor, si supuestamente con sus logros libertarios ya han avanzado en muchos aspectos. Bajo este tenor cabría otra reflexión: ¿Por qué no existe un día internacional del hombre? Para Fernando Rivera Calderón, no lo hay porque "los hombres valemos queso. Desde que se demostró científicamente que Eva no descendió de Adán sino que fue exactamente al revés y que María Magdalena es la verdadera madre del cristianismo, el destino de los hombres parece cada vez más sombrío e incierto".
Mientras que el fundador del grupo Círculo Masculino, Lorenzo de Firenze (homónimo del compositor italiano), propone reivindicar los derechos de los hombres porque según él existe una "conspiración feminista" para discriminar a los varones. Propone que se instituya un día internacional del hombre. Proclama al machismo como muerto, "lo que estamos viviendo es un hembrismo, un fenómeno que ha llegado a niveles de femiterrorismo".
Sin embargo, no hay que ir muy lejos ni hacer tantas conjeturas: un Día Internacional del Hombre no lo hay porque se ha concebido que el mundo y su poderío les pertenece a ellos.
Para las mujeres, la historia es diametralmente diferente. La mujer ha tenido que ganarse palmo a palmo su pertenencia al mundo. Ha tenido que asirse fuertemente a su historia y su cultura para no quedar fuera de ella. Así que para llegar a ese punto, a las mujeres les costó muchos años de lucha, de navegar contra corriente, de sufrir vejaciones, humillaciones y hasta a veces la muerte. Tal es el caso de la feminista francesa Marie Gouz, mejor conocida como Olimpia de Gouges, quien fue a la guillotina en 1793 por renegar de la filosofía de Maximilien de Robespierre, quien no le perdonó que hiciera una réplica de la "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano", pero atribuyéndoselos a la mujer. Para ella era totalmente lógico que si las mujeres tenían que ser juzgadas por su proceder y hasta ir al patíbulo por expresar su opinión, debían también ser tomadas en cuenta en los procesos electorales.
De Gouges desplegó la bandera del feminismo con el grito de guerra "Tú hombre ¿eres capaz de hacer justicia?, es una mujer la que pregunta", pero por toda respuesta sólo tuvo lo primero.
Como ella, miles de mujeres lucharon y ofrendaron su vida a favor de sus derechos humanos y civiles en todas las épocas y en todas las sociedades, aunque la historia no lo registre.
Es innegable la presencia de la mujer en el crecimiento y fortalecimiento de las sociedades, pero también lo es el hecho de que esta participación no ha sido gratuita, la ha llevado a cabo a través de una lucha que parece interminable. Pelear por su educación, por sus derechos civiles y humanos, por ganarse espacios que le han sido vetados e incluso por la autonomía de su cuerpo y decidir sobre él. No ha sido fácil.
No es gratuito que lo que se gana a fuerza de batalla, como la Reforma, la Independencia y la Revolución tenga para celebrarse aunque sea sólo un día: el Día Internacional de la Mujer, que en un principio fue el de la mujer trabajadora y que actualmente trasciende a otros ámbitos. Aunque su trascendencia sea todavía una débil fuerza para la mayoría de los ciudadanos y para muchos pase desapercibida, o para otros cuestionada.
Un 8 de marzo de 1857 las voces femeninas se alzaron en las fábricas de Nueva York, para protestar contra la explotación laboral y exigir una jornada de trabajo de 10 horas. Aquel día murieron 100 obreras por ese atrevimiento. En honor a ellas la alemana Clara Zetkin, del Sindicato Internacional de Trabajadoras Textiles, propuso en 1910 se conmemorara el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
De entonces a la fecha un día al año se celebra a la mujer, sin embargo, a nueve décadas sigue luchando por lo mismo: por sus derechos civiles y políticos, por el derecho al trabajo y la igualdad de salarios.
Si bien es cierto que de aquella época al momento actual muchas cosas se han conseguido, también lo es que falta mucho por avanzar. La mujer ha logrado tener mayor conciencia de su papel en la sociedad, pero las diferencias continúan presentes:
Componen más de la mitad de la población; reciben sólo la décima parte de sus ingresos, poseen menos de la centésima parte de los bienes mundiales.
La Organización Panamericana de la Salud establece que del 45% al 60% de los homicidios contra mujeres se realizan dentro de la casa y que la mayoría de estos son cometidos por los cónyuges.
Entre el 25% y el 50% de las mujeres de América Latina y el Caribe, dependiendo del país al que pertenecen, son víctimas de alguna forma de violencia doméstica.
A las mujeres se les sigue segregando en carreras consideradas masculinas, especialmente en las áreas científicas y tecnológicas.
En más de 100 países no hay representatividad parlamentaria de mujeres; son sólo algunas de las cifras para pensar con respecto a la situación de la mujer en el momento actual.
Los pasos se están dando en todas las sociedades. México no es la excepción, pero tal vez, el mayor reto para las mujeres sea cambiar las estructuras mentales que se arrastran desde hace siglos.
MAYO 2008
Por Ma. Esther Espinosa Calderón
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