“ENTRE MUJERES INSURGENTES Y REVOLUCIONARIAS”
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES
UNAM
Jueves 29 de abril. Mujeres insurgentes
- Josefina Hernández Téllez. La educación femenina en 1810
- Layla Sánchez Kuri. Presencia femenina en la Independencia.
- Elvira Hernández Carballido. Leona Vicario, la corresponsal de los insurgentes.
- Rosalinda Sandoval Orihuela. Los taconazos de Doña Josefa
Moderador: Vicente Castellanos Cerda
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Salón 12 Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Viernes 30 de abril. Mujeres revolucionarias
- Rosa María Valles Ruiz. Periodista y feminista: Hermila Galindo
- Elsa Lever M. El Universal y las mujeres periodistas
- Gloria Hernández Jiménez. Mujeres, revolución y fotografía
- Francisca Robles. Los corridos y la presencia femenina
Moderadora: Noemí Luna García
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Sala Lucio Mendieta, Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Qué implica vivir en una ciudad frontera con Estados Unidos
Violencia y feminicidio
Por Lidia Vilalta
Periodista de la XIDPIC-CAT /RIPVG.
En su trabajo final de posgrado, Feminicidio en Ciudad Juárez. Reparación, Verdad y Justicia, Lucero Mendizábal (1) traza una radiografía histórico-sociológica de Ciudad Juárez que, en 2007, constituía la ciudad fronteriza más grande de la república mexicana, con una población metropolitana de 1.5 millones de habitantes que, a su vez, significa el 40% de la población del estado de Chihuahua, el territorio federal más grande de los 31 estados mexicanos.
Tres cuartas partes de su población son menores de 35 años y se estima que cada día llegan a Ciudad Juárez unas 300 personas, lo que constituye una población flotante de 250,000 personas, sin arraigo y sin lazos sociales y comunitarios duraderos. La urbe constituye según ella, el paso preferido de los mexicanos hacia Texas y Nuevo México, en los Estados Unidos.
Antes de 1888 se la conocía como "Paso Norte", un territorio de migraciones, tránsito, contrabando y tráfico de personas y drogas. En consecuencia, la economía informal está incrustada en su génesis histórica. "El prohibicionismo antialcohólico en Estados Unidos (1919-1933) arrojaría al sur de la frontera a los prófugos de las restricciones y al crimen organizado", subraya Mendizábal.
Y aquí podemos añadir que, como ocurrió en Tijuana (Baja California) o en La Habana (Cuba), se desarrolló en la década de los años 20 una industria de servicios turísticos, de ocio y otros más o menos obscuros, justamente por esas demandas no permitidas por el vecino del Norte a sus propios ciudadanos que, sumadas al "descontrol migratorio", facilitaron un crecimiento económico ligado al turismo y al comercio interfronterizo legítimo o ilegal.
En la década de los 60, el gobierno central mexicano crea unos programas especiales para la industrialización de esa frontera, que abrieron el paso a la entrada de las maquilas estadounidenses, pero también japonesas y norcoreanas, los países aliados política y económicamente a Washington durante la Guerra Fría.
El Tratado de Libre Comercio (TLCAN), en vigor desde 1994 entre Estados Unidos, Canadá y México, solo ratificará ese modelo industrializador neoliberal que conlleva inexistentes garantías laborales y sindicales para la fuerza laboral, básicamente mujeres trabajadoras con salarios menos que mínimos, antes que esta crisis económica mundial -que se inició en 2007 en el epicentro del sistema, con las hipotecas basura en Estados Unidos,- las desplazará de las maquilas para favorecer a los desempleados hombres.
Ciudad Juárez, señala Mendizábal, resiente la asimetría económica de los dos países: incremento poblacional, falta de infraestructura, servicios y vivienda, (y la) negligencia ante sus recursos naturales, escasez de agua, contaminación alarmante, de índole industrial, vehicular o por las ladrilleras locales. En 1999 ya era la cuarta urbe más contaminada de México. Pero el rasgo distintivo de Ciudad Juárez en el Siglo XX, y todavía en el XXI, es la violencia contra las mujeres.
La mujer en Ciudad Juárez
Siguiendo el estudio de Mendizábal, para ser asesinada en Juárez sólo hace falta ser mujer y ser pobre. Lo cual en el subconsciente colectivo equivale a no existir, a estar invisibles. Sin embargo, esa población femenina, también "son mujeres que confrontan al Estado por su independencia, intención de superarse, progresar, muchas se van solas; son mujeres insumisas".
La falta de justicia y la impunidad por parte de las autoridades con respecto al feminicidio únicamente posibilita la imitación “copycat” de la violencia de la que son objeto las mujeres en Juárez, pues el fenómeno se reproduce en la mente masculina por saber que no hay justicia alguna que castigue a los asesinos de mujeres.
Ser mujer en Juárez y además pobre representa, por otra parte, una inexistente participación en los asuntos de la vida pública, poco acceso a la formación educativa, salarios menores, humillaciones distintas ("en algunas de las maquilas están obligadas a mostrar su compresa para demostrar que no están embarazadas"). En definitiva, las mujeres son solamente una mercancía más, no personas.
No andan lejos los análisis sobre las causas que subyacen en los asesinatos de las mujeres en Ciudad Juárez realizados por la Comisión Especial sobre Feminicidio dirigidos por la diputada Marcela Lagarde en el Congreso mexicano, cuando su investigación resalta que "la hipótesis del Instituto Nacional de las Mujeres (InMujeres) emanada de la ‘Encuesta Nacional sobre Violencia Hacia las Mujeres’ considera el empoderamiento o adelanto de las mujeres como una causa de violencia. Mayor educación, ingresos propios o mayores ingresos, trabajo formal o informal propio, actividades individuales, conducen a las mujeres a vivir violencia porque los hombres se sienten humillados ante el desempleo, la marginación y la falta de oportunidades".
Se presume también, destaca esa Investigación sobre el Feminicidio, que "las mujeres fronterizas trabajadoras de comercios, maquilas, bares y restaurantes, están emancipadas y los hombres resienten su cambio de comportamiento".
Por tanto, se considera la frontera, la migración y la industria como una de las propiciadoras de la violencia. Pero, una frontera por sí misma no genera violencia, se resalta en la investigación, "siempre y cuando prevalezca en ella la convivencia legal". Sin embargo, se comprobó en esos trabajos que ‘los puntos fronterizos del Norte y del Sur (de México) en los que no prevalece el Estado de Derecho, (existen) grupos de la delincuencia organizada que trafican con personas, armas, dinero, drogas y mercancías diversas y se dedican a la explotación sexual de niñas y mujeres y a la pornografía (e) imponen la ilegalidad y la violencia a toda la sociedad. Y, en esas condiciones, la situación de riesgo de las mujeres se agrava.
La investigación de la antropóloga Lagarde indica asimismo, que la migración de niñas y mujeres a Ciudad Juárez está asociada al trabajo en la industria maquiladora de exportación, así como en el sector informal, el comercio y los servicios, cuyas condiciones de falta de derechos laborales se aúnan con el desarraigo, la falta de inserción comunitaria y la precariedad, y las colocan en condiciones de mayor indefensión y de riesgo.
Por Lidia Vilalta
Periodista de la XIDPIC-CAT /RIPVG.
En su trabajo final de posgrado, Feminicidio en Ciudad Juárez. Reparación, Verdad y Justicia, Lucero Mendizábal (1) traza una radiografía histórico-sociológica de Ciudad Juárez que, en 2007, constituía la ciudad fronteriza más grande de la república mexicana, con una población metropolitana de 1.5 millones de habitantes que, a su vez, significa el 40% de la población del estado de Chihuahua, el territorio federal más grande de los 31 estados mexicanos.
Tres cuartas partes de su población son menores de 35 años y se estima que cada día llegan a Ciudad Juárez unas 300 personas, lo que constituye una población flotante de 250,000 personas, sin arraigo y sin lazos sociales y comunitarios duraderos. La urbe constituye según ella, el paso preferido de los mexicanos hacia Texas y Nuevo México, en los Estados Unidos.
Antes de 1888 se la conocía como "Paso Norte", un territorio de migraciones, tránsito, contrabando y tráfico de personas y drogas. En consecuencia, la economía informal está incrustada en su génesis histórica. "El prohibicionismo antialcohólico en Estados Unidos (1919-1933) arrojaría al sur de la frontera a los prófugos de las restricciones y al crimen organizado", subraya Mendizábal.
Y aquí podemos añadir que, como ocurrió en Tijuana (Baja California) o en La Habana (Cuba), se desarrolló en la década de los años 20 una industria de servicios turísticos, de ocio y otros más o menos obscuros, justamente por esas demandas no permitidas por el vecino del Norte a sus propios ciudadanos que, sumadas al "descontrol migratorio", facilitaron un crecimiento económico ligado al turismo y al comercio interfronterizo legítimo o ilegal.
En la década de los 60, el gobierno central mexicano crea unos programas especiales para la industrialización de esa frontera, que abrieron el paso a la entrada de las maquilas estadounidenses, pero también japonesas y norcoreanas, los países aliados política y económicamente a Washington durante la Guerra Fría.
El Tratado de Libre Comercio (TLCAN), en vigor desde 1994 entre Estados Unidos, Canadá y México, solo ratificará ese modelo industrializador neoliberal que conlleva inexistentes garantías laborales y sindicales para la fuerza laboral, básicamente mujeres trabajadoras con salarios menos que mínimos, antes que esta crisis económica mundial -que se inició en 2007 en el epicentro del sistema, con las hipotecas basura en Estados Unidos,- las desplazará de las maquilas para favorecer a los desempleados hombres.
Ciudad Juárez, señala Mendizábal, resiente la asimetría económica de los dos países: incremento poblacional, falta de infraestructura, servicios y vivienda, (y la) negligencia ante sus recursos naturales, escasez de agua, contaminación alarmante, de índole industrial, vehicular o por las ladrilleras locales. En 1999 ya era la cuarta urbe más contaminada de México. Pero el rasgo distintivo de Ciudad Juárez en el Siglo XX, y todavía en el XXI, es la violencia contra las mujeres.
La mujer en Ciudad Juárez
Siguiendo el estudio de Mendizábal, para ser asesinada en Juárez sólo hace falta ser mujer y ser pobre. Lo cual en el subconsciente colectivo equivale a no existir, a estar invisibles. Sin embargo, esa población femenina, también "son mujeres que confrontan al Estado por su independencia, intención de superarse, progresar, muchas se van solas; son mujeres insumisas".
La falta de justicia y la impunidad por parte de las autoridades con respecto al feminicidio únicamente posibilita la imitación “copycat” de la violencia de la que son objeto las mujeres en Juárez, pues el fenómeno se reproduce en la mente masculina por saber que no hay justicia alguna que castigue a los asesinos de mujeres.
Ser mujer en Juárez y además pobre representa, por otra parte, una inexistente participación en los asuntos de la vida pública, poco acceso a la formación educativa, salarios menores, humillaciones distintas ("en algunas de las maquilas están obligadas a mostrar su compresa para demostrar que no están embarazadas"). En definitiva, las mujeres son solamente una mercancía más, no personas.
No andan lejos los análisis sobre las causas que subyacen en los asesinatos de las mujeres en Ciudad Juárez realizados por la Comisión Especial sobre Feminicidio dirigidos por la diputada Marcela Lagarde en el Congreso mexicano, cuando su investigación resalta que "la hipótesis del Instituto Nacional de las Mujeres (InMujeres) emanada de la ‘Encuesta Nacional sobre Violencia Hacia las Mujeres’ considera el empoderamiento o adelanto de las mujeres como una causa de violencia. Mayor educación, ingresos propios o mayores ingresos, trabajo formal o informal propio, actividades individuales, conducen a las mujeres a vivir violencia porque los hombres se sienten humillados ante el desempleo, la marginación y la falta de oportunidades".
Se presume también, destaca esa Investigación sobre el Feminicidio, que "las mujeres fronterizas trabajadoras de comercios, maquilas, bares y restaurantes, están emancipadas y los hombres resienten su cambio de comportamiento".
Por tanto, se considera la frontera, la migración y la industria como una de las propiciadoras de la violencia. Pero, una frontera por sí misma no genera violencia, se resalta en la investigación, "siempre y cuando prevalezca en ella la convivencia legal". Sin embargo, se comprobó en esos trabajos que ‘los puntos fronterizos del Norte y del Sur (de México) en los que no prevalece el Estado de Derecho, (existen) grupos de la delincuencia organizada que trafican con personas, armas, dinero, drogas y mercancías diversas y se dedican a la explotación sexual de niñas y mujeres y a la pornografía (e) imponen la ilegalidad y la violencia a toda la sociedad. Y, en esas condiciones, la situación de riesgo de las mujeres se agrava.
La investigación de la antropóloga Lagarde indica asimismo, que la migración de niñas y mujeres a Ciudad Juárez está asociada al trabajo en la industria maquiladora de exportación, así como en el sector informal, el comercio y los servicios, cuyas condiciones de falta de derechos laborales se aúnan con el desarraigo, la falta de inserción comunitaria y la precariedad, y las colocan en condiciones de mayor indefensión y de riesgo.
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