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En nombre del padre y de la hija
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Por Elvira Hernández Carballido
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.
El tercer domingo de junio de cada año se celebra al padre. Cuenta la leyenda que fue propuesto por una mujer estadunidense a principios del siglo XX, quien deseaba hacer un homenaje a su padre, veterano de la guerra civil. La idea fue adoptada en 1929 por el presidente del país del norte, Calvin Coolidge. Poco a poco otros países tomaron el festejo en su calendario oficial, entre ellos, México.
El padre...¿Qué relación las mujeres tienen con su padre? ¿Las feministas? He escuchado muchas historias, he leído estudios y novelas, he escuchado a mis propias amigas amar y odiar a su padre. Mi propia terapeuta calificaba mis relaciones con todos los hombres tomando como punto de partida la que tuve con mi padre, por eso los consiento mucho. El padre...
Fue así como, antes de delatarme a mí misma, prefiero exponerles un muestrario de padres e hijas que escribieron sobre ellos, mujeres con las que me identifico por su obra y su vida.
FRIDA KAHLO. Su padre se llamó Guillermo Kahlo y en el primer cuadro donde trazó los rasgos y el alma paterna, ella escribió: "Aquí pinté a mi padre Wilhelm Kahlo, de origen húngaro-alemán, artista-fotógrafo de profesión, de carácter generoso, inteligente y bueno, valiente porque sufrió durante sesenta años de epilepsia pero nunca se rindió trabajando y luchó contra Hitler, con adoración, su hija Frida Kahlo".
MARGARITA MICHELENA . Su padre se llamó Leopoldo Chillón. En una de sus expresiones poéticas más perfectas, Michelena declamó:
"Padre, por mucho tiempo, por una vida larga.
No supe de qué hablarte y cómo hablarte
Hoy la muerte cancela las distancias
Nunca nos conocimos. Nunca, nunca
Nos vimos alma a alma pero llegó el momento en que te fuiste
El momento en que ya no estabas
Y entonces sí que nos quisimos
Y entonces sí que te lloraba
Y te di el más hermoso funeral de la tierra."
ÁNGELES MASTRETTA. Su padre se llamó Carlos Mastretta y la escritora ha confiado en varias entrevistas que una parte de su vocación se le debe a él "porque a mi padre le gustaba escribir. A mí me enseñó que uno podía soñar con la paz a través de la escritura". En un texto lo evocó de la siguiente manera: "Se le veía contento, sobre todo el domingo, cuando escribía un artículo sobre automóviles para el periódico en que publicó durante más de quince años. El periódico acabó despidiéndolo por comunista, a él que un instante, no sé qué tan largo, llegó a creer en la ensoñación fascista. Pobre lucero. No cobraba un centavo por escribir, ni se lo hubieran pagado, pero era su fiesta. Creo que no se creyó un hombre feliz, pero sabía hacernos reír y al mismo tiempo nos contagió pasión por la melancolía. Un hombre así no debería morir temprano. Pero también la bondad tiene plazo. Lo enterramos mi madre, mis hermanos y yo. Pasaron los años y no pasó él. Pasó la vida y su memoria se encandiló en la nuestra".
SILVIA MOLINA. En su novela Imagen de Héctor, la escritora mexicana hace un homenaje a su padre Héctor Pérez Martínez y en una entrevista confesó: "Es una novela que cuenta, que narra la historia de tres cosas -platica-: Mi búsqueda del padre. Por el mismo lado, es mi búsqueda de Campeche (no sé por qué siempre he estado enamorada de Campeche, tuve la 'desfortuna' de no haber nacido ahí. Estoy enamorada de su mar, pero no se me ha dado nunca, como cuando quieres a alguien con un amor generoso y bueno, pero no se te da). Es un poco, al mismo tiempo, mi propia búsqueda, la búsqueda de mi propia identidad. Yo tenía un año de edad cuando mi padre se murió, y entonces crecí como quien nunca era ella misma, sino la hija de Pérez Martínez. Y todo mundo me decía: tu papá era ya presidente de la República, un periodista muy bueno, un escritor sensacional, muy buen amigo, era muy amigo de todos los refugiados españoles (León Felipe, Juan Rejano, Emilio Prados). Era amigo de Luis Cardoza y Aragón, Fernando Benítez fue su secretario particular. Entonces, todo mundo me veía como la hija de Héctor. No me veían como una persona independiente, por eso es que cuando empecé a escribir me quité mi apellido paterno. Y con este libro ya asimilé que soy hija de Héctor Pérez Martínez y también comprendí que lo que he hecho, lo he hecho por mí misma".
Y finalmente, hace algún tiempo en revista Fem yo escribí un texto titulado ¡Qué padre! Fue así como narré la presencia en mi vida de un señor que jugaba conmigo, me traía muñecas y carritos, nos motivaba a hacer deporte y nos enseñó sobre futbol, beisbol y hasta box. Un hombre que nunca nos golpeó pero sí sabía hablar muy serio y de frente cuando algo no le parecía, aunque, la verdad, siempre prefería escucharnos y respetar las locuras de sus cuatro hijas y su único hijo machín. Todos los sábados y domingos se levantaba muy temprano a lavar trastes, a cantar un bolero con Pedro Infante o una cha cha cha con la Orquesta Aragón. Compartió su pasión por el cine mexicano y gracias a él descubrimos a Tin Tan. Una tarde, luego de salir de la editorial donde trabajaba, trajo a mi casa unos cuadernillos con los dibujos de una niña llamada Mafalda, y en broma decía que me parecía a ella. Ha llorado en todos mis exámenes profesionales, en mi boda y cuando nació mi hijo. Todavía, cuando voy a visitarlos, podemos platicar toda la noche y yo embelesarme con su charla. No necesito estar con él todos los días, pero sé que siempre estará cuando lo necesite y que vive por siempre en mi corazón. Una vez, muy serio me dijo: "Hija, yo respeto eso del feminismo, pero no dejes de amar a los hombres, ni de arreglar tu cama todas las mañanas..." Mi papá, Alejandro Hernández Toro.