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Feminicidios en Tula
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Por Elvira Hernández Carballido
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.
Para el periodista y querido cómplice Antonio Ortigoza Vázquez,
que me motiva a escribir sobre estos temas
por compromiso periodístico
y fe en la denuncia social.
Gracias Antonio.
Sentir en la palma de tu mano el alma hecha pedazos.
El viento de la vida se estrella abruptamente en paredes de indiferencia.
Pájaros olvidados vuelan hacia ningún lugar pero cerca del dolor más profundo.
Latidos temblorosos que intentan respirar sin vida.
Es una mujer que ha muerto de manera violenta.
Es la agonía de enterarte que hubo otro feminicidio...
Y la impotencia duele, y la justica se exige y la denuncia estalla como lluvia que convoca a repetir: "Ni una más".
Miedo y pánico entre las mujeres, la negación y la indiferencia de las autoridades, el coraje y la venganza de los hombres que quieren proteger a sus compañeras, la promesa de seguridad y la captura de delincuentes aunque el problema sigue latente, pero finalmente en medio de ese torbellino la muerte violenta, cruel, inhumana de una mujer, el feminicidio.
Nuestro estado, el estado de Hidalgo, desgraciadamente no ha sido ajeno a este tipo de situaciones, principalmente durante los años de 2013 a la fecha. En efecto, ha sido Tula esa región de los atlantes imponentes y de la primera reina tolteca de la región, la de áreas industriales y preocupante contaminación, de gente buena y trabajadora, donde se han presentado graves casos de mujeres asesinadas. Las personas que denuncian no temen decir que son feminicidios, aunque otras intenten balbucear que se trata de casos aislados o criminales solitarios que ya fueron atrapados. La gente preocupada y que no desea que esos casos se repitan en Tula dicen con voz firme: Se trata de feminicidios.
Lluvia solidaria moja los rostros de madres inconsolables.
La desesperación desgarra a la luna y agujera a las nubes de un paisaje antes tranquilo.
La frustración muestra el lado frágil de los hombres que desean protegernos.
La maldad acecha en la cara del desconocido, del otro que es cruel, que tiene el alma vacía.
Nada puede consolar ante el dolor de perder a una hija, a una vecina, a la amiga...
Es el feminicidio lo que nos rasga el alma y nos llena de pánico.
Al parecer todo empezó en junio de 2012. Tula se cimbró, una mujer apareció muerta, describirla duele, llorarla parece ser el único consuelo, denunciar el compromiso más humano. Las hojas del calendario caen con malos presagios y un nudo en la garganta. Septiembre es testigo de otra vida destruida con incomprensible crueldad. Octubre rasga lunas con la muerte violenta de otra mujer. Diciembre borra una sonrisa más con un infernal acto que acabó con otra vida femenina más.
El año de 2013 parece simbolizar ese mito del número de mala suerte, de los momentos terribles que nadie quiere vivir, de la muerte atroz que nadie merece, menos una mujer por el simple hecho de ser mujer. Enero abrió ese año con tres muertes trágicas que hacen pedacitos la esperanza y la fe. Voces entrecortadas levantan denuncias de mujeres desaparecidas, por lo menos no se sabe de cinco chicas que viven en Tula. El pavor y el miedo, en el rostro de la madre herida, la impotencia en la mirada del padre dolido. Hay promesas de resolver los casos, cuando hace falta algo mucho más comprometido, humano, leal y justo.
El Consejo Consultivo Ciudadano del Estado de Hidalgo declaró al periódico Milenio que se llevaban registrados en el lapso de 2012-2013 un número preocupante de asesinatos de mujeres en Tula: seis.
Periodistas acuden al lugar de los hechos, preguntan a las autoridades que preocupadas por su imagen niegan, minimizan, declaran que se trata de casos aislados, de crímenes que fueron sembrados en la comunidad pero no cometidos en ella. La imagen primero que el compromiso.
Reporteros comprometidos buscan testimonios, escuchan murmullos tristes y testimonios ahogados en miedo, en dolor, en incredulidad, en desesperanza. Afirmaciones constantes envueltas en el temor: "Ya no queremos salir a la calle, las mujeres de Tula tenemos miedo".
El blog de noticias Sipse.com presenta un reportaje titulado· "Feminicidios de Tula: entre pánico y 'guerra' de cifras", y entre los testimonios que recupera está el del padre de Mónica, una de las mujeres que han muerto violentamente en la región: "Es triste, es desesperante. Frustraciones... El no saber el motivo, la desesperación de no saber dónde está... Son mil y mil preguntas sin respuesta... Yo no culpo a nadie, solamente a esas personas que lo hicieron. No sé, la maldad. No sé con qué fines. Si hubiera sido un secuestro me hubieran hablado y dicho 'quiero tanto' y yo hubiera hecho lo imposible por tenerlo... Y pues aquí estamos, con el dolor de haber perdido a mi hija..."
El 28 de enero de 2013, periódicos de la entidad y de la ciudad de México presentan en sus primeras planas una marcha realizada en Tula, la comunidad se une para protestar por los asesinatos y exigir seguridad. Caminan por las calles y gritan consignas: "Ni una muerta más", "Por un Tula de paz", "No más miedo". Las 7 víctimas tienen nombre y sus familiares y amigos lo evocan con dolor pero con la fuerza que da la indignación. Las 7 víctimas tenían rostro, sus madres se cuelgan en sus pechos fotos de rostros bellos, humanos, esperanzados, miradas soñadoras. Las 7 víctimas son evocadas por su gente querida con lágrimas y sollozos interminables que las otras madres que acompañan no quieren derramar, por eso exigen justicia, por eso piden estrategias de protección, por eso preguntan y preguntas: ¿Por qué?
Todas las muertes fueron cometidas con violencia extrema, con un odio que no se puede comprender ni aceptar. Sus alientos fueron cortados con salvajes cuchillos de maldad. Sus almas destrozadas con cristales maldecidos por machismos absurdos. Sus latidos detenidos de manera abrupta con crueldad que quiebra los sentimientos más humanos y sensibles. Se pueden repetir sus nombres como si fuera una oración que clama justicia: Ana María, Mónica, Catalina, Laura, Elda, Ana Maribel y Angélica Selene.
Los reportes policiacos, fríos y distantes, registran sus nombres pero olvidan dibujar sus almas, almas de mujeres que amaban la vida.
Los reportes policiacos describen cuerpos cuando lo que yo veo son lunas rotas, nubes rasgadas, cielos infernales, infiernos temidos.
Los reportes policiacos ponen de testigos a los llanos mudos de indignación donde aparecieron esos rostros que ya no pueden ser ellas, esos cuerpos que ya no pueden albergarlas al sentirse tan mancillados y tan humillados.
Los reportes policiacos exhiben mapas del lugar exacto, la planta donde se trataba agua, la carretera en un kilómetro solitario, el libramiento mudo, el llano más que nunca en llamas.
Tula está de luto.
Ni una más
Mi luna puede ser la copa donde bebas sororidad eterna.
De mi cielo bajarán caracoles que carguen con nuestra fe y nuestra esperanza.
Seré manantial que reparta sensibilidad y respeto a mi cuerpo femenino.
Salivas de pétalos harán escuchar nuestro discurso de justicia y paz.
Soy mujer que carga auroras nunca vistas porque soy aliada de la vida.
Mi soplo fértil derribará odios.
Mi flor mágica nos dará aliento.
Ya no habrá violencia.
Las nubes arderán.
Pero ni una más morirá por violencia.
Las autoridades presentan a los presuntos asesinos. Muestran el rostro de los que posiblemente han asesinado a una mujer sin más razón de que se trata de una mujer. Se cree haber cumplido con la labor correspondiente al presentar al criminal esposado.
Los feminicidios no se desaparecen con un detenido. Los feminicidios desaparecen cuando esa sociedad cree y respeta a sus mujeres. Cuando esa sociedad difunde una cultura de no violencia. Cuando dicha sociedad no pone de moda la equidad de género, sino se sensibiliza e informa sobre lo que se entiende por justicia, por paz y respeto en pos de una equidad de género.
Por ello, es necesario dejar bien claro, como indica la antropóloga feminista Marcela Lagarde: "Hay feminicidio cuando el Estado no da garantías a las mujeres y no les crea condiciones de seguridad para sus vidas en la comunidad, en la casa y en los espacios de trabajo, de tránsito o de esparcimiento. Suceden los feminicidios cuando las autoridades no realizan con eficiencia sus funciones para prevenirlos, evitarlos y sancionarlos. Es el ambiente ideológico y social del machismo y la misoginia alientan estos crímenes."
Es así como, además de capturar a un hombre que ha cometido feminicidio, el Estado debe juzgarlo y sancionarlo de acuerdo a la ley, pero no basta con ello. Se debe voltear a ver a la sociedad para sensibilizar e impedir que se eduque a otro asesino de mujeres, que crezcan juntos el odio y la falta de respeto hacia la otra, se debe impedir que siga latente el machismo y la misoginia.
Sin duda, un primer paso es reconocer que el feminicidio es un problema político para México, América Latina y el mundo entero. Por lo tanto, se coincide con Lagarde cuando considera importante que nos debemos oponer a los conceptos misóginos como el de "crimen pasional" cuando aparece una mujer asesinada por su pareja o un hombre conocido, ella llama a definir jurídicamente e identificar la violencia como violencia contra las mujeres en todas sus formas y expresiones: la violencia sexual -la violación, el estupro, el incesto, el acoso-, la violencia conyugal y familiar, la violencia callejera, y otras formas de violencia de género -laboral, patrimonial, intelectual, simbólica, lingüística, económica, jurídica y política-.
Es así como Marcela Lagarde y otras feministas, académicas, investigadoras, luchadoras sociales, periodistas, mujeres comprometidas y preocupadas ante la violencia existente contra la población femenina creen, insisten y practican la certeza de "denunciar la opresión de género y crear una conciencia crítica sobre la condición de las mujeres, resaltando la discriminación, la marginación, la explotación y la enajenación genéricas. Así como rechazar la falsa creencia sobre la inevitabilidad de la violencia de género, considerándola un atentado a los derechos humanos de las mujeres y uno de los más graves problemas sociales, de urgente atención en nuestro tiempo. La solución para combatir el feminicidio es la construcción de los derechos humanos de las mujeres en condiciones sociales de democracia, desarrollo y paz."
Tula duele y preocupa, el estado de México duele y preocupa, Ciudad Juárez duele y preocupa, México duele y preocupa, cuando se ha denunciado que los feminicidios han aumentado. En 2012 se presentó el reporte titulado "De sobrevivientes a defensoras: Mujeres que enfrentan la violencia en México, Honduras y Guatemala" realizado por Iniciativa de las Mujeres Premio Nobel. Se dio a conocer que entre 2006 y 2012 los feminicidios en México aumentaron 40%. En estados como Chihuahua, el número de asesinatos contra mujeres es 15 veces más alto que el promedio mundial. En el país, se cometen 6.4 asesinatos de mujeres por día, de los cuales 95% quedan impune. El informe hace ocho recomendaciones a nuestro país:
Insta al gobierno a enjuiciar a los responsables de delitos contra las mujeres.
Se pide dar prioridad a la resolución de una preselección de los casos principales en un plazo máximo de un año.
Solicita a la Federación elaborar un plan de acción que incluya la búsqueda inmediata de todas las personas desaparecidas e investigar y enjuiciar a policías, militares y otros agentes gubernamentales acusados de abuso y violencia sexual, y compensar a las víctimas.
Suprimir las reformas propuestas a la Ley de Seguridad Nacional que legalizarían la participación permanente de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública y que constituyen una violación de las cláusulas sobre las leyes de derechos humanos.
Coordinar la implementación de medidas cautelares y provisionales asignadas a las defensoras de derechos humanos que corren riesgos y asegurar la aplicación efectiva de mecanismos de protección para defensoras y defensores de derechos humanos.
Adoptar adecuados protocolos de investigación en los casos de violencia de género, trata de personas, tortura y violencia sexual de conformidad con las normas internacionales y las sentencias dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Garantizar que el cumplimiento de las sentencias dictadas por la CIDH genere prácticas y procedimientos administrativos que sirvan de guía para futuros procesos del mismo tipo.
Desarrollar un plan para la protección de los derechos de la mujer en la Corte Suprema de Justicia y otros poderes judiciales, especialmente en lo que respecta a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Tula ya tiene un compromiso de género con estas recomendaciones, Hidalgo tiene ya un compromiso de seguir esas recomendaciones, México dar a conocer estrategias para cumplir con esas recomendaciones.