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El feminicidio nos rasga el alma
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Por Elvira Hernández Carballido
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.
Sentir en la palma de tu mano el alma hecha pedazos.
El viento de la vida se estrella abruptamente en paredes de indiferencia.
Pájaros olvidados vuelan hacia ningún lugar pero cerca del dolor más profundo.
Latidos temblorosos que intentan respirar sin vida.
Es una mujer que ha muerto de manera violenta.
Es la agonía de enterarte que hubo otro feminicidio...
Y la impotencia duele, y la justica se exige y la denuncia estalla como lluvia que convoca a repetir: "Ni una más".
Lluvia solidaria moja los rostros de madres inconsolables.
La desesperación desgarra a la luna y agujera a las nubes de un paisaje antes tranquilo.
La frustración muestra el lado frágil de los hombres que desean protegernos.
La maldad acecha en la cara del desconodio, del otro que es cruel, que tiene el alma vacía.
Nada puede consolar ante el dolor de perder a una hija, a una vecina, a la amiga...
Es el feminicidio lo que nos rasga el alma y nos llena de pánico.
Mi luna puede ser la copa donde bebas sororidad eterna.
De mi cielo bajarán caracoles que carguen con nuestra fe y nuestra esperanza.
Seré manantial que reparta sensibilidad y respeto a mi cuerpo femenino.
Salivas de pétalos harán escuchar nuestro discurso de justicia y paz.
Soy mujer que carga auroras nunca vistas porque soy aliada de la vida.
Mi soplo fertil derribará odios.
Mi flor mágica nos dará aliento.
Ya no habrá violencia.
Las nubes arderán.
Pero ni una más morirá por violencia.
No es un cuerpo más.
Es una mujer que fue como tú y como yo.
Y hoy se informa que fue encontrado un cuerpo en Tula.
Su piel sin color, la misma que un día debió compartir con amor.
Su corazón detenido, el mismo que alguna vez latió con emoción.
Su alma nube sin alma, arrebatada con odio por otra alma hueca vacío cruel.
Sin alma.
Es una mujer como tú y como yo.
Y hoy los reportes la llaman solamente cuerpo sin vida.
Botada como basura cuando de seguro fue flor en vida.
Abandonada sin un poco de piedad ni un poco de compasión.
Tirada en un bosque donde solamente el pasto pudo ser testigo de su dolor, los árboles de su tragedia, el cielo de sus gritos, tan lejos de esta sociedad sin corazón, tan lejos de las autoridades que la registran como una cifra más, tan lejos del patriarcado que nos sigue asesinando, tan lejos de las miradas que cierran los ojos para olvidarnos, tan lejos de la justicia que se niega a llorarnos, a escucharnos.
¿Cómo dejarle bien claro a las autoridades que la muerte de una como nosotras, simplemente, mujer, confirma que la violencia hacia las mujeres es producto de pactos patriarcales, que es producto de la misoginia y que el feminicidio es la forma más lacerante de la violencia social y de género?