JULIO 2016

Francisca Robles y su alma es de acero

Elvira Hernández Carballido escribe sobre su amiga y colega Francisca Robles, quien recientemente sufrió un infarto. Realiza una remembranza de su amistad, del momento crítico y de su convalecencia; la columnista le envía un mensaje de parte de sus amistades, alumnos/as y familiares, quienes ya la esperan.

Tú ya conoces mi vida  
a veces me ando cayendo  
y el orgullo me levanta  
nací con alma de acero...

Este año, la doctora Francisca Robles cumplió 30 años como profesora de asignatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, en la UNAM. Ahí estudió ella la licenciatura, la maestría y el doctorado, siempre en el ámbito de las Ciencias de la Comunicación. Se ha especializado en el análisis del relato periodístico, experta en metodología y asesora de todas las tesis que se pueda alguien imaginar. Da clases en la licenciatura, en el sistema abierto y en el posgrado, además de impartir cursos en otras universidades del país. Es cómplice eterna, por eso cuando la invito a escribir en alguno de mis libros, siempre acepta. Podemos encontrar artículos suyos en textos como Cultura y g énero, Las que aman el futbol y otras que no tanto y Fem: siempre entre nosotras.

Mi amiga, una de las mejores, este mes de junio de 2016 me asustó como nunca, tuvo un infarto. Fueron semanas de lágrimas e incertidumbre, de fe y fuerza. Por eso, quiero compartir con ustedes parte de su historia, de su fuerza, de su alma de acero, esa canción de José Alfredo Jiménez, que una vez me confío es su favorita porque la describe como nunca.

Crónica con alma de acero

El Pasillo se hace eterno, cada familiar vamos con el corazón en la mano a visitar a alguien con su corazón remendado. Tenemos que ponernos gel especial en las manos, su fuerte aroma de alcohol puede marear. La bata ridícula de los hospitales cubre mi cuerpo, tapa esta sudadera que delata el amor eterno por la UNAM. El tapabocas, pero como buena estudiosa de las ciencias sociales soy una inútil para poder ponérmelo. Mi respiración ansiosa y preocupada empaña mis lentes. Otro pasillo más, buscamos el número, el de la suerte de verdad, el 13. Poco a poco abrimos la puerta, tantos aparatos con latidos artificiales se confunden con nuestros latidos del alma. "No debo llorar", me doy fuerza.

Y ahí está ella, recostada, no puedo dejar de repetir la estrofa de una canción: "Imagina que es una diana, con todas esas agujas clavadas/ Bromea sobre su suerte, le hace sentirse más fuerte. Entre la vida y la muerte/ se piensa tan diferente..."

Francisca Robles es una guerrera que la vida necia ha decidido poner un rato en reposo. Su hija Oriana y yo la tomamos de la mano.

-¿Y mis alumnos, y las calificaciones y las tesis...?

-Calma, calma, todos bien, te extrañan pero todos bien.

El nudo en la garganta solamente quiebra mi voz pero le hago un resumen de los saludos, de las buenas vibras, de los mensajes. Sus ojitos brillan de verdad, no se permite llorar ni nosotras queremos que lo haga. El recuerdo de ese día fatal, las vecinas solidarias que la protegen, los policías que por fin hacen algo bueno y llaman a la ambulancia, los camilleros que la cargan varias cuadras porque el gran tianguis que se pone por su casa no permite entrar a la ambulancia. La sirena que llora como cada persona que recibimos la noticia. El corazón rabioso que se empeña en latir aunque una fuerza rara se lo quiere impedir. Sudor y lágrimas. Los rostros de tantos alumnos queridos, los días de exámenes, el regaño certero ante el retraso del capítulo, la tesis terminada y la fecha de examen. Todo se revuelve en la mente y en ese corazón con alma de acero.

Noches complicadas, la acertada decisión de canalizarla al Centro Médico Siglo XXI. Los mensajes constantes, la frase de su hija Orina: " ¿Si vas a venir? Te necesitamos como nunca". Los 92 kilómetros de Pachuca a la Ciudad de México se recorren con el llanto interminable, mis rezos de atea desvergonzada, mi fe en la Virgen de Guadalupe, los buenos recuerdos... Llegar al hospital y abrazarme con su hija, llorar juntas y llorar acompañadas. El fortalecernos, preguntar, organizarnos, quién se queda en la noche, quién pregunta a los médicos, quién llora afuera y quién debe sonreír adentro, frente a su cama, tomando su mano. Acariciando su frente.

Solamente 27 minutos con ella, recitando todos los lindos mensajes, reiterando que no se preocupe, que ahora los tesistas van a terminar a tiempo, que los grupos tienen diez nada más por cursar con ella, que todo está bien, que todo está controlado. El sonido raro de una de las tantas computadoras que controla sus latidos y trabaja para liberar a esas coronarias, nos asusta. La enfermera nos tranquiliza. Nuestra "venganza" al hacerla comer la fruta y la verdura. Prometerle que si se termina ese vaso con leche pronto negociaremos una rica "chela", como con la que brindamos por nuestro cariño del bueno. Nombres de tanta gente que la quiere, buenas vibras iluminan el lugar.

Salgo de la habitación con el corazón en la mano y cuando vuelvo la mirada el resplandor de una guerrera de la luz ilumina la habitación número 13. Hay Francisca Robles para rato, su corazón tiene alma de acero.

Te esperamos

Ahí estás, en ese rinconcito de la cafetería, como la Mesías de la Academia.

Ahí estás, armando rompecabezas con los marcos teóricos, transformando preguntas de investigación en tesis certeras. Amenazando de buena fe, firmas el proyecto aprobado, la fecha del examen profesional anhelado.

Pero hace unos días tu corazón protestó, cascadas de hipótesis nos inundaron, justificaciones sin razón nos atormentaron, esquemas previos nos asustaron.

Pero hoy ya estás de vuelta en casa, con tus amores, con tus libros amados y tus chamanas hacinadas en la pared.

Este lunes 20 de junio te dieron de alta, creo en los milagros, como los que haces cuando titulas casos imposibles para otros.

Este lunes 20 de junio volverás a mirar tu cuadro de Tenango de Doria, tus hadas y tus espejos de la buena suerte. Las plantas que heredaste de tu madre, florecen enloquecidas de alegría.

Este lunes 20 de junio confirmo que los verdaderos ángeles están aquí, cerquita de una, para ser cómplices de nuestros pecados, para festejar nuestros posibles.

Te esperamos pacientes, debes descansar y dedicarte a sacar brillo a tu alma de acero.

Te esperamos cómplices, las tesis tendrán solamente tu bendición mientras regresas, mientras te fortaleces, mientras ese corazón vuelve a latir al compás de tu sangre azul y tu piel dorada.

Amiga querida, descansa, déjate consentir, acá, ten por seguro, te estamos esperando.