Hace más de 2 años recibí un mensaje por Facebook donde una mujer me contaba sobre la historia de violencia de su hermana. En ese momento no me di cuenta que era una anécdota que ya me habían platicado antes, que los medios de comunicación habían difundido.

No reconocí la historia que Cruz me relataba porque tenía elementos que nunca se dijeron en los medios, información que fue ocultada o menospreciada. Clara Tapia fue detenida tras realizar una denuncia por el secuestro de sus dos hijas.

La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, entonces encabezada por Miguel Ángel Mancera, engañó a Clara y le hizo creer que le darían información de sus hijas. Con ese pretexto la detuvieron y luego la presentaron como cómplice del feminicida Jorge Iniestra, el sujeto al que ella misma había denunciado.

En la conferencia de prensa que fue televisada se mostraba a ese hombre, apodado por los medios como "El monstruo de Iztapalapa", con sus familiares y con Clara. Entonces era un formato permitido, los medios hacían un circo, violaban los derechos humanos de los detenidos y se difundía la idea de culpabilidad de todas las personas que eran presentadas. Nadie cuestionaba, existía una especie de consenso para no reflexionar y dejarse llevar por ideas establecidas.

Ya se hablaba de los Derechos de las Mujeres, de los estereotipos de género, del Síndrome de Estocolmo, de la Violencia intrafamiliar (ahora puedes conocer sobre los diferentes tipo de violencia en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia) de los psicópatas, del machismo... todos esos conceptos que podrían ayudar a formar una idea más completa y real de lo que esconden este tipo de historias. Algo que no termina en la simple justificación de que todo es culpa de las mujeres.

Sin embargo, prevalecía la idea de que si eran detenidos era porque se lo merecían, un pensamiento que ignoraba el largo historial de mentiras, desapariciones, chivos expiatorios y torturas con la que siempre se había desempeñado la policía mexicana, en algunos lugares estas prácticas prevalecen.

Durante más de tres años, Clara permaneció recluida en la sección de psiquiatría, primero en Santa Martha Acatitla y después en Tepepan, debido a las terribles secuelas de la violencia psicológica vivida con Jorge Iniestra. Fue considerada víctima y victimaria por las autoridades.

Las largas horas dentro de prisión fueron un castigo incomprensible, eternos minutos alejada de su hija e hijo, eternos segundos pensando en Rebeca, eternas horas de terapia psicológica, eternos días deseando justicia.

¿Clara Tapia fue castigada por denunciar "demasiado tarde"? ¿Qué mensaje manda la PGJDF? En muchas ocasiones he impulsado a las mujeres víctimas de violencia a que denuncien ante las autoridades, he sido una fiel creyente de que es un paso importante para detener las agresiones.

Cuando inicié con la difusión de la violencia de la que fue víctima Clara, algunas personas me enfrentaron furiosamente sobre si era conveniente o no levantar la voz. Yo caí en una gran confusión, Clara se empoderó gracias a la ayuda de su hermana Cruz y el resultado fue su encarcelamiento por autoridades carentes de visión de género.

Sí, da miedo vivir en un país donde las autoridades pueden estar coludidas con los delincuentes, pero también es importante mantener la esperanza de que existe justicia y "la verdad caerá por su propio peso".

El viernes 3 de octubre de 2014 Clara Tapia Herrera fue absuelta, se le reconoció como víctima de Jorge Iniestra y fue puesta en libertad. Salió del penal femenil de Tepepan y fue abrazada por su hijo Ricardo, su hermana Cruz, sus abogadas y abogados.

Jorge Iniestra fue sentenciado a 241 años de prisión y su madre, dos hermanas y un hermano a 34 años.

En la madrugada del sábado 4 de octubre Clara salió del penal, levantó los brazos y evocó la memoria de su hija Rebeca, agradeció a las personas que la apoyaron, a las y los abogados de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos (en el lugar estaba Karla Micheel Salas, Miriam Pascual y David Peña Rodríguez), a sus familiares, a las personas que se mantuvieron cerca y que creyeron en ella, en su inocencia.

Al día siguiente revisé los medios de comunicación para conocer cómo y quiénes difundieron la noticia, quería observar detalles que tal vez se me pudieron escapar, quería encontrarme con la historia de absolución de Clara en los grandes medios, observar y disfrutar de los encabezados. Lastimosamente me encontré con textos plagados de imprecisiones, narraciones simples, con errores al momento de referirse a Clara. En muchos se le nombraba como cómplice borrando de un plumazo lo que tomó más de tres años demostrar: Clara Tapia es inocente, fue víctima de un feminicida y manipulador que abuso de ella, de sus hijas y de su hijo.

La lucha no termina con la salida de Clara de la cárcel, debido a que aún existen muchas mujeres presas por los prejuicios de los impartidores de justicia, porque muchos trabajadores de los medios de comunicación carecen de sensibilidad y capacitación y porque falta la disculpa pública de las autoridades que la condenaron por no ser una "buena madre".

Hoy me lleno de orgullo de mirar a esta nueva Clara, la mujer fuerte y empoderada en la que se ha convertido, la que lucha contra la injusticia cometida contra ella y su familia, la que vivirá cada día con el recuerdo de su hija y con la esperanza de que las risas de su hijo Ricardo y Gabriela la acompañen en sus días y sus noches.