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Frases Feministas
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Debe de haber otro modo de ser: Rosario Castellanos




Foto: Brenda Ayala/MujeresNet

Por María Esther Espinosa Calderón y María del Socorro Martínez Cervantes
Periodista, ha colaborado en diversos medios, entre ellos el Uno más Uno, Mira, El Universal, Etcétera, 'Triple Jornada' del periódico La Jornada, y en la revista Fem. / Estudió la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la FCPyS de la UNAM. Se ha especializado en el cuidado editorial y la difusión cultural, y trabaja como colaboradora independiente para varias casas editoriales.

María Esther Espinosa y María del Socorro Martínez realizan una semblanza de esta destacada mujer que abarcó todos los géneros literarios. Después de Sor Juana Inés de la Cruz, es la erudita cuyo legado literario sigue vigente y es conocido a nivel internacional por dar voz a los indígenas y pobres, pero sobre todo, abordó la condición femenina, a la cual dio grandes aportaciones.

Con una fuerza que no doblega ninguna coerción;
con una terquedad a la que no convence ningún alegato;
con una persistencia que no disminuye ante ningún fracaso,
la mujer rompe los modelos que la sociedad le propone y le impone
para alcanzar su imagen auténtica y consumarse -y consumirse- en ella.
Rosario Castellanos

 

Rosario Castellanos fue y seguirá siendo una de las mentes más brillantes de México. Este 25 de mayo habría cumplido 90 años de edad si su vida no se hubiera interrumpido aquél fatídico 7 de agosto de 1974 en la ciudad de Tel Aviv, Israel. No obstante, dejó un gran legado literario que abarcó todos los géneros: poesía, ensayo, cuento, novela y teatro. Fue también catedrática de varias universidades, entre ellas la UNAM, articulista del periódico Excélsior y embajadora de México en Israel.

En sus obras, la literata chiapaneca aborda desde las entrañas de su ser mujer su preocupación por la condición femenina y reflexiona sobre el amor, el desamor, el mundo indígena y el de las mujeres. Rosario Castellanos fue precursora del feminismo del siglo XX. Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se graduó de maestra en filosofía y letras con la tesis Sobre Cultura femenina, en 1950. Más tarde realizó cursos de posgrado en España.

¿Existe una cultura femenina? Se preguntaba la autora de Balún Canán, en su tesis de maestría y respondía "Esta interrogación parece, a primera vista, tan superflua y tan conmovedoramente estúpida"[1]. La historiadora Gabriela Cano en el prólogo de la reciente edición de Sobre cultura femenina señala que "es una reflexión filosófica en torno a la marginalidad de las contribuciones literarias, artísticas y científicas de las mujeres a la cultura occidental". [2] Preocupación constante de la escritora.

Su legado literario no ha dejado de ser motivo de análisis críticos que la propia Rosario Castellanos habría recibido con bonhomía como cuando se ha puesto en entredicho el carácter irónico de su narrativa y se le ha calificado como un "patente afán trágico, o mejor aún, melodramático"[3], pues su obra refleja el contexto social, político y cultural que le tocó vivir y que también la determinó por más que se empeñó en encontrar otro modo de ser.

En el primer aniversario luctuoso (1975), el escritor José Emilio Pacheco observa que "nadie en este país tuvo, en su momento, una conciencia tan clara de lo que significa la doble condición de mujer y de mexicana". [4]

La obra de Rosario Castellanos ha sido analizada por diferentes especialistas que reconocen en la "escritora a una de las inteligencias que mejor comprendieron los dilemas de las mujeres". [5] Para ella la educación era primordial: "Nadie se ocupa ni se preocupa por que las mujeres estudien. Si acaso se les enseña los fundamentos del alfabeto y cuando surge un monstruo como Sor Juana, no habrá manera ni de clasificarla ni de asimilarla ni de colocarla". [6]

Las condiciones no cambian, escribe en Mujer que sabe latín: "Permanecen más o menos idénticas varios siglos más tarde y cuando una conspiradora, doña Josefa Ortiz de Domínguez quiere avisar al cura Hidalgo que han sido descubiertos, no puede manuscribir su recado porque no sabe. Y otra de nuestras heroínas de la Independencia, Leona Vicario, es tan ignorante que a pesar de sus lecturas de autodidacta, en cierta ocasión en que se ocupaba de las faenas de la cocina se hirió con un cuchillo en un dedo, quedó maravillada de que la sangre que emanaba no hubiera sido azul sino roja, roja como la de la servidumbre que la ayudaba, roja como la de las esclavas que le servían". [7]

Su primera novela Balún Canán, junto con Ciudad Real y el libro de cuentos Oficio de Tinieblas forman la trilogía indigenista más importante de la narrativa mexicana, pero sus inicios en la literatura fue como poeta, en 1972 reúne sus poemas en el libro Poesía no eres tú. Habla del amor, del desamor, de la soledad, de la cotidianidad, del estado civil, de su vida, de lo que le significaba escribir.

Autorretrato

Yo soy una señora: tratamiento
arduo de conseguir, en mi caso, y más útil
para alternar con los demás que un título
extendido a mi nombre en cualquier academia.

Así, pues, luzco mi trofeo y repito:
yo soy una señora. Gorda o flaca
según las posiciones de los astros,
los ciclos glandulares
y otros fenómenos que no comprendo.

Rubia, si elijo una peluca rubia.
O morena, según la alternativa.
(En realidad, mi pelo encanece, encanece.)

Soy más o menos fea. Eso depende mucho
de la mano que aplica el maquillaje.

Mi apariencia ha cambiado a lo largo del tiempo
-aunque no tanto como dice Weininger
que cambia la apariencia del genio-. Soy mediocre.
Lo cual, por una parte, me exime de enemigos
y, por la otra, me da la devoción
de algún admirador y la amistad
de esos hombres que hablan por teléfono
y envían largas cartas de felicitación.
Que beben lentamente whisky sobre las rocas
y charlan de política y de literatura.

Amigas... hmmm... a veces, raras veces
y en muy pequeñas dosis.
En general, rehúyo los espejos.
Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal
y que hago el ridículo
cuando pretendo coquetear con alguien.

Soy madre de Gabriel: ya usted sabe, ese niño
que un día se erigirá en juez inapelable
y que acaso, además, ejerza de verdugo.
Mientras tanto lo amo.

Escribo. Este poema. Y otros. Y otros.
Hablo desde una cátedra.
Colaboro en revistas de mi especialidad
y un día a la semana publico en un periódico.

Vivo enfrente del Bosque. Pero casi
nunca vuelvo los ojos para mirarlo. Y nunca
atravieso la calle que me separa de él
y paseo y respiro y acaricio
la corteza rugosa de los árboles.

Sé que es obligatorio escuchar música
pero la eludo con frecuencia. Sé
que es bueno ver pintura
pero no voy jamás a las exposiciones
ni al estreno teatral ni al cine-club.

Prefiero estar aquí, como ahora, leyendo
y, si apago la luz, pensando un rato
en musarañas y otros menesteres.

Sufro más bien por hábito, por herencia, por no
diferenciarme más de mis congéneres
que por causas concretas.

Sería feliz si yo supiera cómo.
Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,
los parlamentos, las decoraciones.

En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto
es en mí un mecanismo descompuesto
y no lloro en la cámara mortuoria
ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.

Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo
el último recibo del impuesto predial [8].

Entrevista de prensa

Pregunta el reportero, con la sagacidad
que le da la destreza de su oficio:
-¿por qué y para qué escribe?

-Pero, señor, es obvio. Porque alguien
(cuando yo era pequeña)
dijo que la gente como yo, no existe.
Porque su cuerpo no proyecta sombra,
porque no arroja peso en la balanza,
porque su nombre es de los que se olvidan.
Y entonces... Pero no, no es tan sencillo.

Escribo porque yo, un día, adolescente,
me incliné ante un espejo y no había nadie.
¿Se da cuenta? El vacío. Y junto a mí los
otros chorreaban importancia.

No, no es envidia. Era algo más grave. Era otra cosa.
¿Comprende usted? Las únicas pasiones
lícitas a esa edad son metafísicas.
No me malinterprete.

Y luego, ya madura, descubrí
que la palabra tiene una virtud:
si es exacta, es letal
como lo es un guante envenenado.

¿Quiere pasar a ver mi mausoleo?
¿Le gusta este cadáver? Pero si es nada más
una amistad inocua.
Y ésta una simpatía que no cuajó y aquél
no es más que un feto. Un feto.

No me pregunte más. ¿Su clasificación?
En la tarjeta dice amor, felicidad
lo que sea. No importa.

Nunca fue viable. Un feto es un frasco de alcohol.
Es decir un poema
del libro del que usted hará el elogio. [9]

Rosario Castellanos en sus obras da voz a los indígenas, a las mujeres y a los pobres. Para la poeta, narradora y ensayista (además su amiga) Dolores Castro "dio a los escritores de su tiempo un ejemplo de cómo practicar todos los géneros literarios con maestría.

"Fue pensadora ágil, critica en sus ensayos y la primera mujer después de Sor Juana Inés de la Cruz que, por la importancia de su obra, ha sido conocida en España y otras partes del mundo". [10] Sus obras continúan vigentes.

Para Gabriela Cano, Rosario Castellanos fue una de las primeras plumas que abordó el tema de la liberación femenina con conocimiento de causa en la prensa mexicana. "No sólo informó a la opinión pública sobre la 'liberación de la mujer', sino que hizo suyas algunas propuestas del nuevo feminismo para incorporarlas a su diagnóstico de la situación de las mujeres mexicanas y al proyecto emancipatorio que se derivaba de éste". [11]

Debe de haber otro modo de ser,
Otro modo de ser humano y libre
Otro modo de ser.

Notas:
[1] Castellanos, Rosario, Sobre cultura femenina, pág. 41
[2] Castellanos Rosario, op. cit, pág. 15
[3] Guerrero Guadarrama, Laura, La ironía en la obra temprana de Rosario Castellanos, en http://www.iifilologicas.unam.mx/litermex/uploads/volumenes/volumen-18-1/11.%20Raquel%20Mosqueda.pdf , consultado el 1 de junio de 2015.
[4] Pacheco, José Emilio, Nota preliminar a El uso de la palabra, en Rosario Castellanos, ibídem, pág. 10.
[5] Ibídem, Pág. 11
[6] Castellanos, Rosario, Mujer que sabe latín, pág. 27
[7] Ibídem
[8] Castellanos, Rosario, Bella dama sin piedad, pp. 118-119
[9] Ibidem, 123-124
[10] Rosario Castellanos, la primera en dar voz a quienes no la tenían: Dolores Castro, en http://www.conaculta.gob.mx/detalle-nota/ , consultado el 30 de mayo de 2015
[11] Gabriela Cano, en http://confabulario.eluniversal.com.mx/rosario-castellanos-y-el-feminismo-de-la-nueva-ola/ consultado el 1 de junio de 2015.






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