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Pobreza en menores de edad




Foto: Brenda Ayala/MujeresNet

Por Georgina Ligeia Rodríguez Gallardo
Doctora en Ciencias Sociales y Humanidades, por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, con Maestría en Sociología de la Cultura y Licenciatura en Sociología para la misma Universidad. Cuenta con diversas investigaciones y publicaciones, entre ellas el libro 'Suicidio: Un enfoque para su análisis' (por UCICA, 2013). Es coordinadora de Proyectos del DIF Municipal de Aguascalientes.


Georgina Rodríguez Gallardo analiza la desigualdad y la pobreza que vive la niñez mexicana, sobre todo las que se sitúan en zonas rurales y áreas marginadas de las ciudades, y que la limita en su desarrollo. Por ello, la autora considera importante incluirlas en la agenda pública para combatirlas, pues la construcción de aspiraciones en niñas y niños será crucial para el futuro.

La pobreza y las diferentes carencias sociales repercuten de manera importante en la conformación de la persona, en especial en sus oportunidades de desarrollo y sus niveles de aspiraciones. Las jóvenes de hoy y sus aspiraciones han germinado en un contexto económico y familiar de inquietud y apuración -diaria- que vivieron durante su infancia, lo que forjó sus ambiciones y frustraciones actuales. En otras palabras, las niñas -y los niños- ven limitados sus anhelos y su oportunidad de desarrollo y de acceso al bienestar; debido principalmente, a las condiciones de vida que padece su familia. La gravedad de esta afirmación es de gran importancia, ya que la responsabilidad social es enorme en este tema. Se debe de considerar que la repercusión en el desarrollo de una sociedad futura y presente se va disminuyendo de generación en generación.

Según estudios recientes del Consejo Nacional de Evaluación, Coneval, y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF (2008-2010) los menores en México ven afectados sus niveles de bienestar por la falta de acceso de los padres y las madres a ciertos bienes y servicios generando como consecuencia desigualdad e inequidad en las oportunidades de desarrollo de los menores. Estos estudios señalan: "La pobreza infantil presenta características particulares ya que tienen una mayor probabilidad de volverse permanente: sus posibilidades de reversión son más limitadas y las potencialidades para su reproducción en el futuro son mayores. La pobreza en la infancia y la adolescencia genera daños, a veces irreversibles, lo que otorga un sentido de prioridad a su atención". (Coneval-UNICEF, 2008-2010:9)

Los niveles de ingreso de las familias se han deteriorado. Cubrir las necesidades de los y las menores es relegado o bien olvidado. Esta situación ha generado profundas afectaciones en su salud, en su educación, y en general en la cobertura de sus necesidades básicas afectando su situación futura y principalmente la construcción de sus aspiraciones, lo que se ve más acentuado en las niñas, en la población indígena, y en los menores de 5 años de edad.

Entre los resultados se encontró que no hubo incremento de la población pobre de menores y adolescentes. Si bien, este sector de la población presenta mayores niveles de pobreza que el resto de los habitantes en México. "En 2008, 44.5 por ciento de la población mexicana se encontraba en situación de pobreza; entre las niñas, niños y adolescentes este porcentaje era de 53.5 por ciento. En 2010, 46.2 por ciento de la población mexicana era pobre, mientras que el 53.8 por ciento de la población de 0 a 17 años lo era" (Coneval-UNICEF, 2008-2010: 9)

Entre los indicadores de carencia social analizados, el más desfavorable es el de alimentación que presenta una mayor repercusión en la población infantil y adolescente. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Estrategia Regional sobre Nutrición en la Salud y el Desarrollo 2006-2015, señalan que: "El crecimiento y desarrollo sanos de los niños es la base del desarrollo humano. La malnutrición tiene una repercusión negativa en el desarrollo económico y social y perpetúa la pobreza porque causa pérdidas directas en la productividad; pérdidas indirectas ocasionadas por deficiencias en la función cognoscitiva, el desarrollo deficiente de los niños y fallas en la escolaridad; y pérdidas por el aumento de los costos de la atención sanitaria." (Washington, D.C. EUA, 25-29 septiembre 2006)

En México, seis de cada diez hogares afirmó que recibieron un ingreso menor o mucho menor del año 2008 al año 2009 (Coneval), de esto se derivan carencias que bajo la frase de por falta de dinero... tuvieron dificultades para llevar a los niños/as al doctor, para mandar a los menores a la escuela, para la compra de medicinas, para comprar artículos escolares, uniformes y libros, para comprar juguetes, ir al cine o realizar alguna actividad de diversión para los menores, para comprar ropa o zapatos, para pagar la luz, el agua, el teléfono, la renta o algún otro servicio del hogar con menores de edad.

Es preciso señalar que en todos los casos la población del estrato socioeconómico bajo, es la que enfrenta las mayores dificultades para satisfacer las necesidades esenciales de los menores, por lo que es necesario explorar los mecanismos institucionales tendientes a aminorar la vulnerabilidad de este importante segmento de la población.

A pesar de que no se observa en México un aumento significativo de la inasistencia escolar entre 2008 y 2009, es importante el hecho de que en el último año uno de cada cinco hogares del estrato socioeconómico bajo mencionara no haber contado con el suficiente dinero para enviar a los menores a la escuela, y en el caso de las niñas la proporción es mayor. Ello supone un punto de alerta para evitar el riesgo de que abandonen la escuela de manera definitiva. A esto hay que agregar que las condiciones físicas y familiares no son óptimas para el mejor aprendizaje, la angustia de ingreso económico propicia ambientes familiares adversos, violentos en muchas ocasiones, además de la mala nutrición que afecta la asimilación adecuada de conocimiento y el desarrollo intelectual. El trabajo y responsabilidades a corta edad es otro factor, las niñas dedican 3.22 horas al trabajo [1]; 5.48 horas al cuidado de otros integrantes del hogar, generalmente adultos y otros menores; 10.30 horas a labores domésticas; 27.76 horas al estudio y 20.15 horas a la recreación; 0.69 horas al acarreo de agua o reparaciones del hogar.

También merece atención el hecho de que uno de cada cuatro hogares del estrato socioeconómico bajo, haya declarado que se vieron en la necesidad de dejar de visitar al doctor o de comprar las medicinas que necesitaban los infantes del hogar. La salud del menor no resulta prioritaria en la familia sobre otras necesidades más urgentes, por lo que la atención médica se reduce a las recomendaciones de familiares y de amistades, con la posibilidad de importantes afectaciones en su salud que impactarán a lo largo de su vida.

La gravedad de estas carencias fundamentales está en el nivel de aspiraciones, el garantizar el bienestar de los menores debe de ser prioridad en la agenda pública, ya que la inequidad hacia este grupo es un tema neurálgico. En el caso de las niñas la disparidad es aún mayor, otro factor es que la zona geográfica vulnera a las niñas y niños, ya que la accesibilidad a muchos satisfactores esenciales es limitada. Esto es, el desarrollo humano tiene una mayor brecha en la zona rural que en la urbana, por lo que una de las principales tareas de todos, principalmente de los gobiernos, es combatir las inequidad en los niños y niñas, y sus familias, centrando la atención en las zonas rurales y las áreas marginadas de las ciudades, en donde la pobreza muestra sus peores facetas. "Todas las niñas, niños y adolescentes tienen los mismos derechos; sin embargo, las inversiones tempranas en la niñez pueden reducir su vulnerabilidad en contextos económicos fluctuantes o durante periodos de crisis económicas". (Coneval-UNICEF, 2008-2010:90)

Si bien el documento de la Coneval-UNICEF señala que no hay diferencias significativas de género, pero sí en la población de 0 a 5 años de edad que se encuentran en una situación de desventaja relativa, ya que los padres y madres se encuentran en situaciones de informalidad del trabajo, con baja escolaridad, inestables económicamente lo que limita el acceso a prestaciones sociales, la recomendación es incrementar las políticas sociales de apoyo de los hogares en etapas iniciales.

La fórmula es sencilla: a mayores ingresos, mejores oportunidades de desarrollo. La desigualdad, la pobreza y las oportunidades de desarrollo disminuyen notablemente conforme a la situación económica de la familia y por tanto su sana repercusión en las aspiraciones y desarrollo de los menores, que aunque suene trillado serán los constructores o destructores del mañana.

Nota:

[1] Horas promedio dedicadas a la semana por la población de 12 a 17 años. Coneval-UNICEF, 2008-2010:83

Bibliografía:

Coneval-UNICEF, Pobreza y derechos sociales de niñas, niños y adolescentes en México, 2008-2010.
Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), Estrategia Regional sobre Nutrición en la Salud y el Desarrollo 2006-2015.






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