Periodista, feminista / Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UNAM), editora, promotora cultural.
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Renacer y reinventarse una y otra vez, sin autoconmiseración, fueron las característcas de esta gran artista de la que nos hablan las autoras, como un homenaje por su reciente fallecimiento.
A todas las mujeres que son lo que quieren ser.
Menuda de voz potente, bajita y frágil, mas grandiosa e invencible en su fuerza interpretativa, así fue ella y su vida, llena de contrastes entre una delicada salud y su inquebrantable ánimo, valiente, rebelde, difícil de vencer. Agarrada a la vida y con el corazón puesto en las artes, bailó, pintó, cantó, tocó el piano y la flauta desde pequeña, sin flaquear ante el dolor de la enfermedad, por el contrario, lo vivió, lo puso a su servicio y con esa fuerza en su ser se hizo la mujer que quiso ser: la reina del blues en México, la gran Betsy Pecanins.
Ella como ella misma, sin su riñón y asechada por el cáncer desde bebé, cruzó la adolescencia con múltiples operaciones que forjaron su carácter desafiando los embates de la vida y las trampas de la muerte.
En una emisión del programa radiofónico El soundtrack de una vida declaró: "He aceptado mi historia, no desde la carencia, sino desde la abundancia. No tendría la sensibilidad que tengo, si no hubiera vivido lo que viví".
Nací en el desierto de Arizona,
un sitio de belleza misteriosa.
Lo llaman antesala del infierno,
pues todo lo que nace ahí es extremo.
Entre monstruos de gila y alacranes,
me arrullaron los cantos de chamanes.
Fui creciendo al amparo de los indios,
con vergüenza y dolor por su exterminio.
Mi madre era una hermosa catalana,
profunda y generosa, muy humana.
Mi padre sensible, inteligente,
entregado a mi madre en cuerpo y mente.
Mi hermana vio la luz con un retraso,
la torre de Babel se vino abajo.
Yo gané una partida contra el cáncer,
y vi a papá regar afirmando su carácter.
Betsy pasó una parte de su vida entre Estados Unidos, España y México para quedarse finalmente en nuestro país donde construyó una carrera musical en la que dejó 14 álbumes discográficos, entre los que destacaron El efecto tequila, Esta que habita mi cuerpo y Blues en el alma que le merecieron el mote de La reina del blues con su peculiar estilo de cantar.
Los Beatles fueron una revelación en su vida y adoró muchas canciones del Cuarteto de Liverpool, admiró el pensamiento pacifista y las canciones de Bob Dylan, la colmaron de energía el peculiar estilo de romper con los cánones de Jimmy Hendricks, se cautivó con el canto de Cecilia Bartoli y en México con las canciones de José Alfredo Jiménez.
En México renazco, aquí me quedo.
Mi voz se volvió mi identidad,
mi fuerza, mi salud y mi verdad.
Los fuegos forestales de mi alma,
cantando se volvieron bosque en calma.
Amo a México, esta es mi nación,
aquí tengo mi raíz por adopción.
me casé, fui feliz, tuve una hija
el divorcio fue un atajo a las cenizas.
Como el fuego, muy pronto reaccioné,
nada pierdes si no hay nada que perder,
al contrario, tenía mucho por ganar,
mis alas se renuevan al amar.
Una enfermedad neurológica llamada disfonía espasmódica, le atacó sus cuerdas vocales y le impidió cantar como antes, motivo por el cual, se alejó de los escenarios temporalmente.
No fue fácil para ella, pero guerrera como era, se levantó y emprendió el vuelo, buscó otras formas de expresión, se dio a la tarea de componer, de enseñar técnica y música al gremio estudiantil de la Escuela de Rock a la Palabra.
Generosa en las presentaciones de los ensambles, repartía consejos sabios a sus alumnas y alumnos. Betsy bromeaba con la adversidad y decía que no se había presentado ante su público porque estaba muy ocupada muriéndose. Sin embargo, siempre buscó otras formas de seguir con su vena artística y además encontró una manera de susurrar la letra de sus canciones.
Ave Phoenix... Pájaro de fuego... Al renacer, levantas el vuelo.
Ave Phoenix, después del desastre, vuelves a la vida hecha una gigante.
Dio vuelta el mundo, nos recuperamos,
y la vida fue rodando sin reclamos.
Después con el divorcio de mis padres,
la casa quedó rota en tres mitades.
Pero antes que me diera un patatús,
fui salvada por la música y el blues.
Por Dylan, B.B. King y José Alfredo.
Regresó a los escenarios con el espectáculo denominado Ave Phoenix, en alusión al ave mitológica que resurge de las cenizas, así ella renacía de sus padecimientos. No se dejó vencer, como nunca lo hizo en su vida, sin una pizca de autoconmiseración, se reinventó y volvió a ofrecer su talento con sus letras, su música y las letras y música de sus amigos y amigas compositores y cantantes que la apoyaban en el escenario.
Artista sin igual Betsy le imprimió un estilo propio a su canto al fusionar el blues con la música mexicana. Su público la adoraba, fue un ejemplo de coraje y valentía.
En una entrevista Betsy Pecanins señaló: "Yo creo que cuando se está en crisis, sea la crisis que sea, te vuelves creativo y eso es lo que me pasó a mí, fue una gran necesidad de crear desde otras experiencias, desde otro territorio y eso básicamente, me arrastra a veces, pero estoy aquí enterita".
Así enterita el 3 de diciembre se presentó en el Foro el Tejedor de la librería El Péndulo rapeando, susurrando y participando como narradora, mientras un coro de voces femeninas, entre ellas la de Nayeli Stanfield, su exalumna, la acompañaron con sus más recientes canciones como la de Ave Phoenix que el compositor Frino escribió expresamente para la reina del blues, sin faltar Soy mi voz y Sexi a los 60, Betsy no era ajena a lo que acontecía en el país y lo plasmó en sus nuevas piezas como Ya me cansé, dedicada a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y otra sobre la violencia de género hacia las mujeres.
Ser Phoenix es asunto de salud,
no voy de enfermita, no es mi actitud.
He llegado hasta el fondo y más abajo,
y aunque a veces me doble, no me rajo.
La jaula del silencio me hizo mal,
porque una ve su voz y quiere cantar.
El fantasma de la que en otro tiempo fui,
cae en el hospital, quería morir.
Aquí me tienes, soy todo lo que ves,
como el Phoenix me gusta renacer.
Porque el mundo es un tiempo, no un lugar,
y el ave tiene ganas de volar.
Me reinvento a cada paso en la canción,
el micrófono me apunta al corazón.
Mi canto va encontrando otros caminos,
en el rap, la palabra y los suspiros.
Como flor en el desierto busco luz,
el sol es mi pretexto para el blues.
La vida se ha empeñado en demostrar
que el ave lleva el nido a donde va.
Para Nayeli, quien participó con Betsy en su última presentación, conocer a la reina del blues fue algo más que maravilloso, "aprendí muchísimas cosas de ella, fue mi maestra de canto, pero fueron más sus enseñanzas del alma, las que dejaron una huella imborrable en los corazones de las personas que estuvimos cerca de ella".
Cuando me invitó a cantar junto a ella, cuenta Nayeli, "no lo dudé ni un segundo, me entusiasmé mucho, sobre todo sabiendo que se trataba de una mujer con una gran trayectoria, con un corazón tan grande y además con un equipo de trabajo maravilloso, del cual siempre terminas aprendiendo cosas".
"En las presentaciones siempre hubo muchas emociones, nervios, pero siempre estuvimos contentos de estar ahí con Betsy y de salir a tocar y cantar con un discurso que hablaba sobre renacer, soltar, y también gritar las injusticias. Nos identificábamos con las palabras y con la música".
Nayeli describe a Betsy como una de las mujeres más fuertes que ha conocido. Un ave que nunca dejó de cantar ni de volar, a pesar de todas las adversidades, una maestra de vida. "La enseñanza más grata que me dejó, tiene que ver con todo eso, nunca dejar de cantar, y si hay un ventarrón, quizás hay que dejarse caer, hundirse un rato en la tristeza, pero siempre hay que volver a salir. Siempre se puede renacer y la música y el canto es nuestra mejor carta".
Betsy Pecanins, la Reina del Blues en México, se fue navegando en un plácido sueño, el 13 de diciembre de 2016. Su voz, su pensamiento y su ser se quedan grabados en el nuestro.