Gracias Jimena Navarrete por hacerme creer que en México hay mujeres perfectamente bellas como tú que ganan concursos de belleza mundiales. Así no sigo preocupándome por tantas mujeres que arriesgan su vida para tener esos cuerpos perfectos que la sociedad patriarcal nos exige, mujeres que arriesgan su salud y hasta su vida para verse tan bellas como tú. Supongo que tu ejemplo refuerza ese estereotipo de objeto sexual que todavía en el siglo XXI es premiado con una diadema de brillantes y un buen número de aplausos misóginos de admiración.

Gracias Jimena Navarrete por lucir como reina ese vestido rojo, uno de los colores representativos de nuestra bandera. Así ya no me conmoveré más por ese rojo intenso de la sangre de tantas mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, en el Estado de México, en el Distrito Federal, en cualquier estado o lugar donde ser mujer es un delito que se castiga con la muerte más cruel, con las violaciones más inhumanas, con las torturas más siniestras. Tu triunfo me confirma que ser mujer eternamente bella es lo único que premia esta sociedad machista.

Gracias Jimena Navarrete por tu sonrisa perfectamente blanca. Así no evocaré los labios partidos de tantas mujeres que padecen hambre y marginación. La brillantez y seducción de tu mirada nunca podré compararla con la mirada triste de una niña indígena que tiene hambre todos los días. Tu maquillaje impecable quizá pueda competir con el que las mujeres golpeadas intentan esconder la violencia cotidiana en su casa.

Gracias Jimena Navarrete por caminar segura y provocativa por esa pasarela de la belleza mundial. Me permites advertir que no es tan difícil dar pasos seguros en ese mundo de oropel porque en la calle los pasos seguros de una mujer segura de sí deben soportar algún piropo humillante, hostigamientos constantes, falta de respeto a un cuerpo femenino invadido por manos agresivas y extrañas.

Gracias Jimena Navarrete por representar a la bella de los países de primer mundo, donde todavía no existimos. Gracias por esa piel suave que no siempre pueden lucir las pieles morenas de mujeres que trabajan en el campo o que se venden para sobrevivir con dignidad. Gracias por no tener la estatura de estas chaparritas cuerpo de uva que hacen marchas en defensa de sus derechos reproductivos, que hacen mítines denunciado maltrato y agresiones, que hacen desplegados denunciado la muerte violenta de una mujer sin rostro pero con corazón.

Gracias Jimena Navarrete por ser Miss Universo y así confirmarme que sigo creyendo en las mujeres mexicanas de rostros diferentes y de bellezas indescriptibles, solamente por eso nunca entrarán a ese tipo de concursos. Gracias por reconciliarme con el espejo porque no encuentro una belleza perfecta sino simplemente una convicción femenina de ser lo que quiero ser.

Gracias por inspirarme a creer más en los corazones femeninos que en las apariencias falsas de perfecciones que nada tienen que ver con el sentimiento auténtico de sentirse mujer, mexicana, bellairosa más allá de la apariencia y el mundo de oropel patriarcal.

Gracias por representar un triunfo femenino que reitera un estereotipo de belleza.

Gracias porque también representas un triunfo feminista. En efecto, este reconocimiento nos obliga más a sensibilizar con mejores argumentos que las mujeres somos algo más que una cosa bonita.

Gracias por provocar este triunfo de género porque nos obligas a luchar con más ahínco para distinguir que la equidad todavía está en juego.

Gracias por este triunfo de mujer porque espero, que cuando hables a nombre de nosotras, te acuerdes de dignificarnos no sólo como cuerpo, sino como seres de  corazón, alma y con derechos muy humanos.