OPINION |
El parto de una patria sin mujeres
Por Guadalupe López García
Periodista con Especialización en Estudios de la Mujer por el PIEM de El Colegio de México, se ha desempeñado como guionista y productora de radio; colaboradora, editora y coordinadora editorial en diversos medios como el IMER y la SEP, La Jornada, El Día, Uno más uno, Fem y Notimex. Trabajó en el Centro Integral de Apoyo a la Mujer “Esperanza Brito de Martí” en y fue coordinadora de la Unidad Delegacional de Iztacalco del Inmujeres-DF. Ha recibido reconocimientos a su labor periodística y en defensa de los derechos de las mujeres por parte de la AMMPE, Conmujer, Cimac y la delegacion Iztacalco del DF.
¡Muchas felicidades a todo este país! ¡Viva México! ¡200 años de ser orgullosamente mexicanos! Todo el día, por televisión, radio, cine, internet, en todo el año, pero en especial en el mes de septiembre nos han retacado de mensajes, anuncios, noticias, comentarios y exaltación de esa patria de hombres para hombres que nació en 1810.
Todo septiembre ha girado alrededor del bicentenario de la independencia, una fecha cívica oficial, abstracta, generadora de un sentimiento llamada “identidad nacional”. En este mes, ese discurso “políticamente correcto” del género, no vale. Con hablar de las mujeres que participaron en la independencia y con que se nos incluya, bueno, con que se incluya a un solo tipo de mujeres en los spots de Televisa.
Para qué decir: “mexicanos y mexicanas”, “todas y todos”, “héroes y heroínas que nos dieron patria”. No, si el masculino nos incluye. Además, como que afea ese discurso patriótico de los años cincuenta del siglo pasado, revivido nuevamente.
Pues sí, porque en una estación de la radio mexicana de este 2010, además de escuchar cinco, seis, siete veces las estrofas más conocidas del Himno Nacional, escuché aquel famoso poema de Ricardo López Méndez: “El credo mexicano”; bueno casi nadie lo conoce por su nombre, sino por su primera estrofa y el eje de sus versos: “México, creo en ti”…
Sí, como que se enchina la piel, como que dan ganas de llorar, de decir: soy mexicano (en masculino, por favor), de la raza de bronce de Amado Nervo; de la raza cósmica de Vasconcelos; de la “cuna de hombres cabales” del “México lindo y querido”.
Como que en septiembre no se antoja tanto hablar de la situación de las mujeres, de la discriminación, de las brechas de desigualdad, etc., menos en un centenario. Como que es más bien para comer pozole, escuchar música de mariachis, vestirse de verde, blanco y rojo, comer mole, tomar tequila, gritar ¡Viva México cabrones! En septiembre todos somos mexicanos, sí, otra vez en masculino.
Todos festejamos y los que no, son amargados, los que siempre llevan la contra. Ni siquiera se conforman con una Miss Universo, la Miss del bicentenario; así como la Miss del TLC cuando Lupita Jones ganó esa corona en Estados Unidos hace creo 19 años.
Ya vendrá el 19 de septiembre para hablar de las costureras muertas y de Alí, la joven universitaria asesinada por su novio; ya vendrá el 27 de septiembre para hablar de las mujeres muertas por abortos, ya vendrá el 2021 cuando se festeje el centenario del primer imperio mexicano, después de su “independencia”. O sea, la corona española por la corona de Agustín de Iturbide.
Por ahora hay que unirnos al festejo y gritar. Entre más fuerte se grite, más se acallan otros gritos, otras protestas. De eso se trata, de hacer ruido, de sentirse orgullosos de ser mexicanos, como lo indica el slogan… bueno , el lema, del sentimentalismo mexicanista, aunque se prefieran los dólares por el peso, que curiosamente trae la cara de José María Morelos y Pavón, y aunque mexicanos maten a mexicanas y a otros mexicanos.
No, si todos somos orgullosamente mexicanos… de primera, de segunda y de tercera.