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Conocimiento científico vs. conocimiento de sentido común: ¿cuál sucede primero?
Por Elsa Lever M.
Lic. en Periodismo con Maestría en Comunicación por la FCPyS
de la UNAM, diplomada en Género por el PUEG de la UNAM,
y en Feminismo por el CEIICH de la UNAM. Directora
de http://www.mujeresnet.info/
DE MI COLUMNA EN RAZON Y PALABRA
He estado leyendo a Moscovici, en especial una entrevista que le realizó Ivana Marková y que quedó compilada en el libro Representaciones sociales. Problemas teóricos y conocimientos infantiles (2003, Gedisa, España) de José Antonio Castorina.
Me han llamado la atención dos cosas. En primer lugar, su interés por reivindicar -«rehabilitar»- el sentido común como un conocimiento científico y, en segundo lugar, su defensa de la difusión del conocimiento como herramienta para aumentar el nivel del conocimiento público.
El desarrollo de sus reflexiones parte de preguntarse sobre el impacto de la ciencia en la cultura cotidiana, es decir, averiguar cómo la ciencia logra cambiar la mente y el comportamiento de los individuos y cómo llega a formar parte de nuestro sistema de creencias.
La postura que prevalecía cuando Moscovici se planteó esta cuestión era la de la escuela marxista, que explicaba que el conocimiento espontáneo debía ser despojado de sus irracionalidades ideológicas, religiosas y folclóricas, para ser remplazado por el conocimiento científico. Asimismo, explica que los marxistas no creían en la comunicación del conocimiento, es decir la difusión, sino más bien en que a través de la propaganda es como se podría dar este reemplazo.
A la par de la postura marxista, coexistía la iluminista, que buscaba convertir a las personas en una masa de científicos a través de la comunicación y la educación. Sin embargo, ya sean marxistas o iluministas, coincidían en que la difusión del conocimiento científico derivaba en la devaluación, deformación y vulgarización del conocimiento científico. Es decir, se degradaba, porque las personas no son capaces de asimilarla.
A partir de ahí es que Moscovici se decide a contraargumentar la idea de que la gente no piensa de una manera racional y se plantea la interrogante ¿cómo se transforma el conocimiento científico en conocimiento corriente o espontáneo? Su respuesta primera fue que "la mayor parte del conocimiento corriente de las personas actuales no es el resultado de modos tradicionales o primitivos de pensar, sino que es algo bastante moderno, y que proviene de la ciencia". (116)
Se destaca que el marxismo sostenía que una idea sólo puede ser real si llega a formar parte de la cultura, con lo cual Moscovici estaba de acuerdo en el sentido de que, "cuando una idea o conocimiento científico penetra en el campo de la cultura, de la sociedad, entonces se producen peleas culturales e intelectuales" (118) que llevan a una coexistencia pacífica de las ideas, o se da una síntesis de éstas hasta que pasan a formar parte del conocimiento común y la cultura.
Es decir, habla de un interés por averiguar la «génesis del conocimiento popular», o sea la transformación de una forma de conocimiento como la ciencia en otra forma que está arraigada en nuestro consenso y nuestras costumbres.
En esta entrevista, Moscovici confiesa su interés por desarrollar una «psicología social del conocimiento», y para ello se debe partir de preguntas sobre el conocimiento popular y el conocimiento cultural y cómo a partir de ambos se forman las representaciones sociales (insertas en los significados de las palabras, recicladas y perpetuadas por el discurso público). Se menciona que esta «génesis» puede estudiarse y obtenerse a través de la propaganda, la conversación, los medios masivos y otros medios de comunicación.
"Yo pensaba -explica Moscovici- que no debíamos preguntar cómo el conocimiento es condicionado por la sociedad, sino más bien cómo el conocimiento es constituido por la sociedad, cómo lo construye. En ese sentido postulé la noción de «sociedad que piensa»". (126)
El argumento principal que sustenta la «rehabilitación» del sentido común está relacionado con el carácter racional que posee, al igual que el conocimiento científico. El conocimiento científico trata de establecer explicaciones acerca del mundo que son imparciales e independientes de las personas; además de que se basa en lo que considera hechos puros y es sistemático. El conocimiento de sentido común se basa en la negociación y la aceptación mutua, es decir en el consenso y en la memoria colectiva, y no es tan sistemático. Sin embargo, como lo hace ver Moscovici, ambas formas de pensar están basadas en la razón. El conocimiento popular, el pensamiento corriente, es tan racional como cualquier otro porque posee objetivos y normas, porque es útil para la vida diaria, dice. De ahí que no es descabellada la idea de que el sentido común es la ciencia puesta en común. Ya Heider, al igual que Schütz, habían brindado importancia al conocimiento de sentido común, pues para ellos es la base del conocimiento científico, ya que parte de los sentidos, de lo sensorial, de la experiencia y la observación.
De las afirmaciones de Moscovici más interesantes para mí en esta entrevista, es el reconocimiento -retomando el trabajo de Schütz respecto del «anonimato»- de que muchas personas pueden hablar de fenómenos científicos sin conocer sus nombres; determinadas cuestiones científicas se han convertido en propiedad colectiva, en una especie de clase anónima del conocimiento.
Esto he podido verlo en mis estudiantes universitarios, ya que poseen precisamente esa característica de parecer que conocen los fenómenos y sólo necesitan la escuela para ponerles nombre y organizarlos más sistemáticamente. Su pensamiento, permeado por el conocimiento teórico prevaleciente, no se conforma y siempre está cuestionándose en busca de «la verdad».
Incluso el conocimiento de sentido común llega a veces a ser más interesante y válido que el llamado científico, porque el primero está basado en la sabiduría que da la experiencia, más allá de los supuestos que son las teorías. Muchos de los paradigmas teóricos con los que hemos vivido y lo seguiremos haciendo por mucho tiempo más son sólo eso: supuestos. El ser humano de a pie no puede accesar a su comprobación, si es que la hay. Entonces, ¿es racional o no el conocimiento de sentido común?
¿Cuál conocimiento sucede primero? ¿Cuál conocimiento es la base del otro? Retomo las dudas de Moscovici, si es que el conocimiento científico antecede al otro: ¿cuál es el impacto de la ciencia en la cultura cotidiana?, ¿cómo la ciencia logra cambiar la mente y el comportamiento de los individuos y cómo llega a formar parte de nuestro sistema de creencias?
Estas interrogantes me abren a otras, relacionadas con la categoría «género», que dejo sobre la mesa para el debate: si la cultura cotidiana está impactada por la ciencia, ¿quiere decir que la inequidad de género instaurada en la sociedad como representación social fue y ha sido transmitida desde la ciencia? ¿La violencia de género, instaurada en la mente y comportamiento de las personas y que es parte de nuestro sistema de creencias como sociedad, es un logro de la ciencia?
De ahí entonces tantos estudios «científicos» avalando la superioridad de un sexo sobre el otro; discursos científicos en todas las ramas de la ciencia que, a manera de propaganda, se reciclan y perpetúan hasta que se vuelven parte del conocimiento común y la cultura. Mi pregunta final: ¿Tenemos que hacer el cambio desde la ciencia, o modificar nuestras prácticas sociales para inducir un cambio en el conocimiento científico desde el conocimiento de sentido común?
NOTA: ESTE TEXTO FUE PUBLICADO ORIGINALMENTE EN RAZON Y PALABRA
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