*** |
Sol, valles y luna
Por Elvira Hernández Carballido
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.
Hay un cubículo en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu) donde siempre brilla el sol. Sin duda porque quien lo habita escribe en ese espacio con tal pasión que los rayos de conocimiento, inspiración y solidaridad femenina brillan con alegría. Irradia ahí un calor humano por cada palabra escrita en esa hoja blanca atrapada en el monitor de una computadora y porque hay dos manos solidarias que brincan letra por letra buscando la frase puntual y el digesto más natural. La temperatura sube por tantos datos recuperados que es necesario abrir ventanas, mentes, ojos y oídos, porque en breve nacerá un nuevo libro que informe, describa y delate vidas femeninas dignas de recuperarse.
Y ese cubículo donde siempre brilla el sol tiene el orgullo de guardar reflectores para iluminar portadas de libros ya escritos e inolvidables. Y ahí está una mujer-luz que por tanta claridad expresada sigue en busca de temas, de testimonios, de voces del ayer, de sombras femeninas que siguen en fuga pero ella ya está aprendiendo a atrapar con bellas redes de sororidad. El día se eterniza gracias a los libros que ahí reposan y a las hojas ya impresas que delatan sus pensamientos mejor construidos.
En ese cubículo lleno de luz, estoy segura, cada día nace y renace el sol. Un sol sonriente que se alimenta de ideas, que se sonroja con tantos proyectos, que suda agotado ante tanta inspiración y que broncea textos que pese al paso del tiempo siguen tan actuales como nunca. Los amaneceres son poéticos y les cantan a las mujeres de siempre. En sus paredes se dibujan auroras de reconocimientos bien merecidos e historias que nunca se olvidan.
Las luces que iluminan ese cubículo son absolutamente naturales porque su dueña no imita ni compite disfruta de sí misma. Sus rayos son generosos porque siempre comparten conocimientos. Los destellos son esplendorosos porque siempre adquieren la forma de una ponencia, de un artículo o de un libro. Sus fulgores profanos hacen sentir el buen poder de la creatividad, sus chispas sabias provocan el reconocimiento constante. Hay un brillo de sabiduría que te mueve a la admiración eterna y su esplendorosa armonía te convence que la investigación es todo un arte que las mujeres como ella dominan por siempre.
Por eso no me sorprende que la investigadora cautiva en ese cubículo soleado se llame Rosa María Valles Ruiz y que haya decidido bautizar su libro más reciente con la palabra sol, el mismo que la persigue, el mismo que ya decidió vivir con ella y que nos provoca girar a su alrededor para inspirarnos, quererla y admirarla.
En efecto, este año lo empezamos con una nueva obra de mi querida amiga que tiene una historia maravillosa y un contenido extraordinario. Ahora decidió hacer visible a la mujer, a la periodista, a la feminista, a la luchadora social llamada Hermila Galindo, mujer nacida en Durango, fundadora del semanario Mujer Moderna , asesora del presidente Venustiano Carranza, feminista que exigió los derechos de las mujeres mexicanas al principio del siglo XX, un sol de libertad.
Y este libro, Hermila Galindo. Sol de libertad , escrito por Rosa María Valles Ruiz contiene esa fuerza que solamente el astro rey puede compartir y que solamente dos mujeres como ellas pueden dar a luz. Es un texto que muestra como una mujer mexicana despierta a sus contemporáneas y las provoca, y las contagia y las inspira para creer en ellas mismas. De esta manera, podemos palpar los rasgos de Hermila Galindo, un sol de libertad.
Por eso, yo misma, desde mi cubículo-luna, celebro un libro más de Rosa María Valles Ruiz. Y yo misma, meciéndome ingenua, jamás en los cuernos de un cuarto menguante pero sí en mi mar de la tranquilidad, brindo por ella, por su tenacidad, por su talento, pero más por esta amistad que sobrevive a todo y contra todo. Esta certeza me inspira a confirmar que a lado de mi cubículo-luna hay un cubículo-sol maravilloso que nunca me cegará pero siempre me iluminará. Que hay una mujer, sol de creatividad, llamada Rosa María Valles Ruiz, y gracias a su vocación me ha permitido conocer un sol de libertad llamado Hermila Galindo.