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Amas de casa: entre la ley y la realidad



Por Lucía Rivadeneyra
Comunicóloga por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Cursó la maestría en Literatura Mexicana, en la Facultad de Filosofía y Letras. Sus libros "Rescoldos", "En cada cicatriz cabe la vida" y "Robo Calificado" fueron merecedores de los Premios Nacionales de Poesía "Elías Nandino" (1987), "Enriqueta Ochoa" (1998) y "Efraín Huerta" (2003), respectivamente. En 2007, publicó la antología personal 'Rumor de tiempos'. Su material poético está incluido en numerosas antologías. La han traducido a diversos idiomas. Catedrática de la UNAM desde 1980, ejerce el periodismo en medios de circulación nacional.

Si bien es cierto que cada día más mujeres se incorporan a la universidad, al mercado de trabajo, a diversas actividades deportivas, sociales, culturales, también es cierto que hay un sector que no ha modificado de manera sustancial sus actividades: el de las amas de casa.

En términos generales, siguen trabajando sin horario, de enfermeras, de nanas, de choferas, de cocineras, de empleadas domésticas, amas de llaves; también son esposas y madres. Y algunas, aparte, trabajan fuera de casa y van a la carnicería a las cinco de la tarde, a la tintorería a las siete de la noche o al súper a las diez. Muchas no tienen vacaciones ni tendrán jubilación.

Datos escalofriantes, publicados en el periódico La Jornada (5 de septiembre de 2011), en una nota de Patricia Muñoz Ríos, señalan que, según datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2010 (Enadis), 33.3 por ciento de las mujeres piden permiso a su pareja para salir solas de día, mientras 62.8 por ciento creen que en México se les pega a las mujeres.

Asimismo, en otra nota del 30 de agosto, la misma reportera informa que en la novena Reunión Internacional de Estadísticas sobre Uso del Tiempo y Políticas P úblicas se "hizo ver que la participación femenina en la fuerza laboral aumentó de 35 a 53 por ciento", pero que continúa la doble jornada y que las trabajadoras son cada vez más 'pobres de tiempo', con la consecuente violación de los derechos laborales de las mujeres".

Por otro lado, Rocío García Gaytán, presidenta del Instituto Nacional de las mujeres (Inmujeres) aseveró que "las mujeres ocupadas en el sector informal dedican en promedio, 21 horas a la semana a cuidar sin pago a niñas y niños, personas mayores o enfermas, y en el formal, 19 horas".

Y aunque en este país anualmente se firman convenios, se promulgan leyes, y se habla mucho para mejorar la situación de las mujeres; pero, todavía, por iguales actividades desempeñadas por hombres y mujeres, ellas no siempre reciben el mismo ingreso y "no gozan de seguridad social", se comenta en dicha nota... y se agrega que "cada vez más mujeres trabajan, pero son orilladas a hacerlo en la informalidad".

"Ama de casa", es la respuesta que muchos de mis alumnos dan al inicio del semestre en la Universidad cuando, entre otras cosas, les pregunto a qué se dedican sus padres. Cada vez son más los comerciantes, los "trabaja por su cuenta"; también, llaman la atención respuestas como: "madre: empleada, o madre: psicóloga, o madre: dueña de microempresa, o madre: dentista, o madre: negocio familiar..." y llama la atención porque hay un porcentaje sobresaliente en que no hay padre o la respuesta es "padre: no sé, hace años que no lo veo", o "padre: no tengo". Hay quienes mencionan las labores realizadas fuera de casa y también agregan "hogar".

Cuando en clase revaloramos justamente las labores del hogar y recordamos que si las amas de casa hicieran una huelga de seis horas o menos, la economía del país se vendría abajo, y cuando queda medianamente claro que la respuesta "mi mamá no trabaja, es ama de casa", ya quedó atrás para algunos sectores gracias a que las mujeres han ido dejando claro que las actividades del hogar son un trabajo, pero un trabajo sin remuneración.

Vivimos la segunda década del siglo XXI y todavía hay mujeres que "obedecen" al marido, entre otras cosas porque le tienen miedo y el miedo, lo sabemos, paraliza. De igual forma, al participar en el llamado trabajo informal o incluso en el formal, debido a los contratos amañados, carecen de prestaciones sociales y, por tanto, no son derechohabientes del Seguro Social.

A pesar de los actos, los encuentros, es importante hacer consciente la situación para mantener la lucha cotidiana y mejorar el entorno económico y social de las mujeres; la historia demuestra que la perseverancia es una virtud que consigue lograr casi todos los objetivos que se plantean.

Tener claro que la libertad es un don que sí existe, que no se entrega a nadie ni se deja en custodia. Tener claro que la libertad es personal y que trabajar es una necesidad de los seres humanos, porque el trabajo dignifica. Si alguien no lo cree habrá que revisar a grandes millonarios de la historia y recordar que si aparecen por todos lados es porque están trabajando. La añeja monarquía donde se esperaba que los súbditos hagan todo por ellos, cada día resulta más obsoleta.

Hay que respetar los derechos ganados, hay que exigir que se respeten día con día. Hay que continuar en la lucha cotidiana. Hay que aprender a disfrutar la vida en equidad.






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