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Otra vez, 8 de marzo
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Por Elvira Hernández Carballido
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.
Soy mujer que no quiere homenajes ni rosas sin espinas este 8 de marzo ni otro 8 de marzo.
Soy mujer que quiere que me reconozcas como compañera y no como enemiga todos los días, todos los meses y todas las horas.
Soy mujer que te invita a descubrirnos en las princesas aztecas que desoladas vieron la destrucción de su cultura, pero que guardaron sus historias para no olvidar nuestro origen de plumas, águilas y serpientes devoradas.
Soy mujer que le gusta pasear con las monjas de la época colonial para inventar esa palabra que mejor representa nuestras complicidades como es la sororidad.
Soy mujer que comparte la misma convicción de Leona Vicario y repite con seguridad que el amor no es el único móvil de las acciones femeninas, sino también el amor a la patria y sabemos luchar por ese ideal.
Soy mujer que pone en el encabezado de una primera plana una frase retadora que se convierte en la noticia del siglo XIX: Aquí estamos. Y desde ese instante el periodismo fue nuestra trinchera y lo personal se hizo político.
Soy mujer que en 1910 asomó al estribo de un tren revolucionario y extendió la mirada a un futuro más justo.
Soy esa mujer que en el México postrevolucionario se atrevió a cortarse el cabello y ser una pelona rebelde que lucha decidida por su identidad elegida.
Soy esa mujer que empezó a salir a la calle para exigir ser reconocidas como ciudadanas y votar por quienes creemos o no votar por quien no nos convence.
Soy esa mujer que aprendió a mirar como Nahui Ollin, a descubrirse a sí misma como Frida Khalo y a jugar con los colores de María Izquierdo para que nunca adivines qué es lo que siento.
Soy esa mujer que heredó el reto de usar alegremente una minifalda y hacer la señal de la paz y el amor, mientras lucha por la primera y hago y deshago el amor.
Soy esa mujer que escribe con el puño de Rosario Castellanos que existe otra forma de ser humano y libre.
Soy esa mujer que escribió en FEM y Doble Jornada para denunciar quiénes queremos ser.
Soy esa mujer que nunca duerme sola porque siempre encuentro un caballero de todos los colores a quien le creo sus promesas de amor eternamente fugaces o le hago un espacio a nuestras chamanas que se hacinan en la pared para embrujarme a mí misma y volver a creer en mis sueños.
Soy esa mujer que no quiere un 8 de marzo confundido con un 10 de mayo, que no quiere un 8 de marzo con discursos falsos e inauguraciones para olvidar al otro día.
Soy una mujer que quiere un 8 de marzo para reivindicarse, para encontrarse, para amarse en una mirada iluminada de esa sororidad masculina que me invita a enamorarme y en los ojos de otra que no es como yo, pero que cree en nuestro género eternamente femenino y feminista, fuerte y frágil, amado y olvidado, envuelta en los sueños de lo que soy y provocada por los ideales de lo que quiero ser.
Y otra vez, es 8 de marzo.