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Sexismo en el IFE
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Por Sara Lovera
Periodista desde hace 40 años, fundadora de Comunicación e Información de la Mujer AC(CIMAC), fue directora del suplemento Doble Jornada, y actualmente es corresponsal de Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y del Caribe(SEMlac) en México; integrante del Consejo del Instituto de las Mujeres del Distrito Federal; conduce y codirige Mujeres en Movimiento y participa en la Mesa Periodistas de Capital 21, el canal por internet de la Ciudad de México. Es editorialista de Antena Radio, MujeresNet, Cuadernos Feministas, y Proceso digital. En 2005 fue nominada al Premio Nobel de la Paz.
* Lo de la edecán del IFE, acusa la columnista, es dramático, porque fue ahí donde se convalidó que los partidos políticos durante varios años no cumplieran con la ley, ni en el caso de las cuotas femeninas de participación política.
Desde los tiempos de Izcoátl, que muere en 1440, según fuentes de la historia nacional, los aztecas demandan doncellas nobles de las ciudades que dominaban para que amenizaran sus fiestas y solemnidades, se diría para sus ceremonias político-religiosas.
Así nos cuenta Enriqueta Tuñón en el primer volumen de El álbum de la mujer editado en 1991 por el Instituto Nacional de Antropología y añade que en los pueblos dominados "las mujeres dejaron de ser piezas clave del gran tablero político y se transformaron en objetos de lujo palaciego".
Este apartado de su libro denominado Participación de las Mujeres en la Sociedad Prehispánica, también señala que las mujeres eran una pieza de intercambio para mantener la paz, como eso, "floreros y adornos" pero sujetas al control directo de los señores. Guardadas para el placer de quienes mandan.
El relato de Tuñón, una historiadora feminista sustantiva, es tan actual que parece que estamos leyendo, no la historia prehispánica, sino la crónica de hechos del domingo pasado en el que apareció una edecán con los pechos al aire, sin duda simpática, vestida de blanco como las sacerdotisas de la historia que nos relata Tuñón. Ahí, como algo para distraer, de imagen refulgente en la escena ceremonial del primer debate entre quienes aspiran a la presidencia de la República.
Esta noticia fue a dar, como única sobre dicho debate, al New York Times del lunes siguiente y ha generado toda clase de comentarios en las redes sociales, fotografías en la red e historia de Julia Orayen, modelo profesional cuyo éxito principal ha sido aparecer en la revista Playboy hace algunos años. Entrevistada por la televisión y la radio, dijo que ella escogió su ropa, ese vestido blanco con un escote prolongado en el pecho.
Increíble resulta que las cuatro personas que ostentan las candidaturas, donde pensamos cualquiera será quien dirija los destinos del país, admitieron sin chistar la aparición de esta mujer sexuada y bella, que funcionó como ornamento en ese escenario y mostró hasta que grado se mantiene el lugar de las mujeres en el pensamiento de los hombres, especialmente los organizadores del debate: adorno, exaltando de las mujeres lo que califican y viven como belleza, no su cabeza.
Increíble en pleno siglo XXI. La reacción del feminismo organizado, como en aquellos tiempos donde protestaban en las calles por los concursos de miss universo no se hizo esperar, como tampoco opiniones diversas que van desde Héctor de Mauleón, subdirector de la revista Nexos -de intelectuales- quien piensa que todo es natural y que sólo las personas santurronas se asustan del cuerpo. Y, por su parte, el jefe de redacción de la revista Letras Libres -de cultura y profunda- Ricardo Cayuela Gally, opinó que se hizo evidente el atraso y el machismo mexicano.
Lo grave es que modernizadores como son los que hacen Nexos, ni cuenta se dan, y les ha pasado de noche la historia reciente de México y el mundo sobre la condición femenina. Ni hablar.
Y qué ridícula resultó la reacción del Instituto Federal Electoral, encargado de la producción del debate, pidiendo disculpas por esta "inconveniencia", que revela cuán poco hemos avanzado en lo que se llama cultura de género, avance de las mujeres, políticas de transversalidad y en pocas palabras en respeto y consideración de la valía femenina. ¿No es el colmo de la misoginia inconsciente? La exhibición de un cierto IFE... rústico y primario... escribió una brillante periodista en las redes sociales. Y ese trasfondo vergonzante: "los debates son entre hombres... y los ven los hombres, como si se tratara de anuncios de cerveza".
Por eso tal vez, organizaciones feministas, civiles, académicas, mujeres y ciudadanía en general han declarado que sancionan al IFE por el uso sexista de la imagen de la mujer durante el debate presidencial y piden reparación del daño para las mexicanas. El hecho se ha vivido, sin duda, como un contrasentido profundo de las llamadas políticas para el avance de las mujeres y ha evidenciado hasta dónde puede repetirse un deseo, el de la igualdad entre los géneros, sin contenido alguno.
El IFE ¿se han dado cuenta? tiene un conjunto de spots publicitarios promoviendo el voto, donde pone a hombres y mujeres en igualdad, equitativamente, llamando a cumplir y hacer cumplir sus derechos ciudadanos en esta contienda. Todos los spots incluyen a un hombre y a una mujer, incluso existe uno que directamente señala la importancia de ejercer y respetar los derechos femeninos, sin embargo, la pifia del domingo, es fenomenal. Ha quitado caretas, mentiras, demagogias.
Lo que duele es la cantidad de recursos invertidos por instituciones de promoción de los derechos de las mujeres, que evidentemente ni tienen poder ni influencia, y nada más simulan políticas gubernamentales del todo ineficaces y demagógicas.
Por ejemplo, deseable sería un gobierno comprometido realmente con la democracia y la igualdad entre hombres y mujeres, capaz de ir al fondo y promover acciones profundas y reales para el avance de las mujeres.
Lo del IFE es dramático, fue ahí donde se convalidó que los partidos políticos durante varios años no cumplieran con la ley, ni en el caso de las cuotas femeninas de participación política y les dejó hacer y pasar. Igual permitió que las élites de los partidos políticos no dispongan de recursos para el liderazgo de las mujeres, a pesar de que es mandato etiquetar el dos por ciento de sus prerrogativas de ley. Por ejemplo, 21 millones de pesos para uno de los grandes partidos. Se quedaban con el dinero, ahora lo administra el IFE, como se dice, la iglesia en manos de Lutero.
Los comentarios de los dirigentes, sobre lo sucedido el domingo, son débiles. Ahora los grupos de mujeres, como sucede siempre, protestarán, pedirán que se cumpla la ley, que se repare el daño, como dice la Constitución y ya le están recordando a los sujetos del poder que la Constitución incluyó en su contenido los derechos humanos, los acuerdos internacionales que obligan a evitar la discriminación y la violencia contra las mujeres.
En un país de impunidad, donde no existe la justicia para las mujeres, y tampoco para los hombres, sustentado en una política de Estado violenta; en un país donde no hay reacción a la ilegalidad o irregularidad de organismos públicos y privados, sociales o civiles; en donde el desprecio a la vida se expresa en 50 millones de pobres, en el que todo se vende, se manipula, se usa, casi nada podemos esperar. Lo importante es que no nos silencien, lo básico es defender nuestra libertad de expresión y el derecho constitucional a protestar, según dice el artículo noveno. No todo está perdido.
"No puedo creer lo de la edecán que contrataron para el debate... ya sé que es patético y ofensivo, pero me dio un ataque de risa...¿No es el colmo de la misoginia inconsciente? La exhibición de un cierto IFE... rústico y primario... en el que ni siquiera han aprendido el mínimo indispensable de 'lo políticamente correcto' ...Y ese trasfondo vergonzante: 'los debates son entre hombres...y los ven los hombres (como los anuncios de cerveza) y a los hombres lo que les interesa... son los escotes'... Pero ¿qué idea tienen esos señores de las mujeres y los hombres mexicanos? ¿Se inspirarían en Brozo? ¿Los asesoró la Tecate?"