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Despertar
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Por Elsa Lever M.
Lic. en Periodismo con Maestría en Comunicación por la FCPyS
de la UNAM, diplomada en Género por el PUEG de la UNAM,
y en Feminismo por el CEIICH de la UNAM. Directora
de http://www.mujeresnet.info/
Dicen que soy héroe, yo débil,
tímido, casi insignificante;
si siendo como soy hice lo que hice,
imagínense lo que pueden hacer todos ustedes juntos.
Mahatma Gandhi
Como sacado de un guión cinematográfico de una batalla entre el bien y el mal; entre la verdad y la mentira; entre la oligarquía y el pueblo; entre el sometimiento y la liberación; entre la pasividad y la acción, México ha tenido en este mes los días más activos y productivos desde las últimas dos décadas, en cuanto a organización ciudadana se refiere.
La forma por demás amañada -rebase de tope de gastos de campaña; compra de votos con dinero de origen desconocido- con que se condujeron las elecciones presidenciales, así como la imposición mediática -que viene de años- de un candidato, y la omisa conducta de las instituciones electorales del país ante todo ello, ha llevado a un levantamiento social, cobijado en el legítimo derecho de reclamar por un fraude electoral y de exigir la anulación de las elecciones. Movimiento ciudadano que, hay que decirlo, ha sido ejemplo de pacifismo, organización y civilidad.
Las acciones legales emprendidas por el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, impugnando los resultados de la elección presidencial, más las acciones de protesta ciudadana han tenido el efecto del desenmascaramiento, con el que ha quedado en evidencia la podredumbre política, humana y profesional de periodistas, medios, empresas, funcionarios, bancos, consejeros, magistrados... Pero no sólo de los corruptos mayores; también la podredumbre política, humana y profesional de quienes se prestaron a hacer de estas elecciones las más sucias del país y que fueron desde la familia que aceptó vender su voto, pasando por los funcionarios y representantes de casilla que facilitaron la transa, y los operadores que organizaron a todas estas personas.
Y esta polarización de conductas -de quienes transan e imponen y quienes no están dispuestos a solapar y cruzarse de brazos- ha llevado también a una vorágine de emociones e ideas, que han ido desde votar con la dolorosa suspicacia de "a ver con qué jalada nos salen ahora"; después la rabia ante las actuaciones precipitadas, y por tanto sospechosas, "reconociendo" el "triunfo" de Peña, por parte del Instituto Federal Eectoral (IFE), del Partido Acción Nacional a través de la candidata Josefina Vázquez, del aún presidente Felipe Calderón y del aún NO presidente electo Enrique Peña; luego la confianza ante la conducción asertiva -le duela a quien le duela- del candidato Andrés Manuel López Obrador de seguir las vías legales a las que se tiene derecho; hasta pasar, ahora, a la certidumbre y hasta alegría de que México no tolerará que se pisotee su derecho constitucional de cambiar la forma de gobierno si no le satisface.
Estamos hablando de que más allá de si se trata de un partido o de otro -sin que esto signifique que no importa-, a lo que la sociedad no está dispuesta es a permitir que sangren y saqueen al país; a lo que la ciudadanía mexicana no está dispuesta es a seguir siendo el escusado en el que cagan las élites políticas-empresariales-religiosas del país.
En 17 años de docencia a nivel universitario no me había tocado ver la participación de estudiantes en nada político y de estos alcances. Y no es que no hubiera habido materia prima para quejas, reclamos y exigencias, sino más bien la juventud andaba en todo, menos pensando en el futuro de su país. Por eso es no sólo sorprendente, sino motivante también lo que las y los jóvenes comenzaron en estas elecciones presidenciales que se han destacado por todo, pero no por su limpieza, equidad y legalidad. De no ser por su participación, que ahora ha trascendido a la población en general, la fuerza del reclamo y la exigencia no estaría alcanzando la magnitud y relevancia que ahora tiene, incluso -gracias a las redes sociales- más allá de nuestras fronteras.
Ahora las voces que iniciaron en la Universidad Iberoamericana como #Yosoy131; pasando a la organización de estudiantes de diversas escuelas tanto públicas como privadas en #Yosoy132; para después unirse la población en general, se han multiplicado hasta llegar a la Convención Nacional contra la Imposición a la que se han adherido más de 300 grupos y organizaciones como Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), ex trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), del sindicato de tranviarios, pobladores del municipio de Cherán, y #Yosoy132, entre otros, quienes en estos días se reunieron en San Salvador Atenco y lo volverán a hacer los próximos 22 y 23 de septiembre en Oaxaca, en la Segunda Convención Nacional, para delinear el plan contra la imposición del candidato Enrique Peña, previendo que dada la actuación omisa y por ende parcial que han mostrado el IFE y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) ante las pruebas del fraude, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ratificará la imposición.
El ánimo que prevalece en quienes nos hemos involucrado en el rechazo a la imposición del candidato Enrique Peña es de optimismo. Pero no un optimismo ingenuo, sino ese que nace, genuino, de la certeza de que ya no somos las y los mismos, y por lo tanto ya nada puede ser igual. Es el optimismo ante la certidumbre de que estamos aprendiendo que la unión y la organización son las claves de todo movimiento social, sobre todo si tiene como alto objetivo recuperar al país por y para el pueblo. "70 años durmiendo, 12 años soñando, yo ya desperté. ¿Y tú?", reza una de las mantas de las megamarchas en el país. Y de eso se trata, porque el despertar va de la mano con levantarse y empezar el día... la re-evolución.