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Mañana, ¿será otro día?
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Por Lucía Rivadeneyra
Comunicóloga por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Cursó la maestría en Literatura Mexicana, en la Facultad de Filosofía y Letras. Sus libros "Rescoldos", "En cada cicatriz cabe la vida" y "Robo Calificado" fueron merecedores de los Premios Nacionales de Poesía "Elías Nandino" (1987), "Enriqueta Ochoa" (1998) y "Efraín Huerta" (2003), respectivamente. En 2007, publicó la antología personal 'Rumor de tiempos'. Su material poético está incluido en numerosas antologías. La han traducido a diversos idiomas. Catedrática de la UNAM desde 1980, ejerce el periodismo en medios de circulación nacional.
A las que duermen con sus delantales puestos y piensan en el quehacer
mientras sus maridos eyaculan prematuramente.
Ámbar Past
A veces, en la adolescencia o años después, si tenemos un rompimiento amoroso, por la noche es difícil conciliar el sueño; empero, en algún momento de la madrugada nos quedamos dormidos. De alguna forma sabemos que aunque no se solucione nada, por lo menos al despertar, obviamente y como quiera que sea, "mañana será otro día".
No obstante, esto no sucede un día después de los resultados preliminares de una elección. Menos aun si la elección es la del 1 de julio de 2012. Al amanecer, si es que logramos dormir la noche anterior, la realidad golpea peor que nunca porque se va de una noticia mala a otra peor.
Y es que ratificar por enésima vez que la corrupción es la gran triunfadora es desolador. Las preguntas son muchas: cuándo inició, por qué no para, por qué se fomenta, por qué se contagia o enseña, por qué se llega a límites insospechados... Siempre se necesitan dos partes y ambas se dan. Ya lo decía Sor Juana " ¿Y quién es más de culpar/ aunque cualquiera mal haga/ la que peca por la paga/ o el que paga por pecar?".
La corrupción y la impunidad nuestras de cada día. El fraude electoral no sólo es llegar, como antaño, pistola en mano y robarse las urnas. Es, ya lo vimos, comprar votos de una y mil formas; es la guerra sucia, entre otras cosas, con encuestas como medio de propaganda, hechas a modo (la encuesta es de quien la paga); con tarjetas de monederos electrónicos; con propaganda que rebasa los límites de los gastos de campaña; la manipulación de la información de múltiples medios, al dirigirse a millones de personas desinformadas a las que el hambre y la desesperación, en el mejor de los casos, les ha adormecido o matado el sentido común, ya no se diga la memoria histórica.
La fotografía de primera plana del periódico La jornada (03/07/12) es desoladora: una mujer con delantal, tipo "batita" -símbolo de opresión, de sumisión- trae un paquete de papel higiénico bajo el brazo. Otras mujeres con bolsas de jabón, una niña y un niño en la tienda Soriana acomodando "sus compras". ¿Qué tipo de ciudadanas y de ciudadanos son los que tachan boletas electorales por menos de un plato de lentejas? ¿Qué se les enseña a los infantes, acaso que la dignidad está tasada entre 100 y 700 pesos y que el proyecto de una nación vale lo que el papel higiénico? ¿Y qué explicación se les van a dar cuando se acabe el papel?
(La imagen de las mujeres con ese tipo de mandiles deprime. Hay miles que se lo ponen a las seis de la mañana y si se lo quitan es a las once de la noche. No es un delantal que sirve para una tarea y se elimina cuando ésta se termina; por el contrario, refleja a veces el trabajo invisible, sin remuneración y sin horario de cientos de miles de amas de casa.
(En un par de ocasiones, en una de las clases que imparto en la Universidad, escribimos sobre el tema. Algunas alumnas y alumnos crecieron con esa imagen de sus madres y abuelas. Pero prácticamente nadie había reflexionado sobre el asunto. Recuerdo un trabajo muy conmovedor de un estudiante sobre su abuela a quien vio "uniformada" de esa manera desde que nació, y hasta que redactó sobre el tema se cuestionó e hizo consciente la vida nada grata que ella había llevado. La poeta estadounidense-mexicana Ámbar Past, en su poema "Dedicatorias", hace más de veinte años, observa la imagen y la rescata de manera dolorosa, pero real.
(Claro que también hay mujeres que a pesar de usar el llamado mandil-batita todo el día y, a veces, toda la noche, enfrentan con fiereza la cotidianidad no necesariamente amable y ellas son muestras vivientes de la lucha diaria, de la batalla con la vida, en un Estado opresor).
El historiador Adolfo Gilly dice que en lo que vino a ser una compraventa de votos, muy probablemente haya tenido que ver el miedo: "si no aceptamos la operación quién sabe qué nos pasa mañana o pasado, quién sabe quién se enoja, quién sabe cómo se cobran esos señores que vinieron por mi voto dinero y plástico en mano. Matar en Cherán, vender en Soriana, se complementan".
Andrés Manuel López Obrador apela a la legalidad, "ante la evidencia de la compra y manipulación de votos", en un país donde en general la ley es letra muerta. Lo único que queda es la esperanza activa, la cual está en buena medida en la juventud y en la participación de la ciudadanía consciente, la que no vende su dignidad, la que rebasa el miedo, la que quiere que mañana sí sea otro día.
Si el resultado definitivo da como ganador al candidato del PRI-PVEM, parafraseando a Oscar Wilde y su visión de Hamlet, millones de votantes en lugar de ser los héroes de su propia historia, serán espectadores de su tragedia. Lástima que la tragedia nos alcance a todos.