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Sobre el modelo de mujer que los de faldas largas y negras pretenden imponernos
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Por Teresa Mollá Castells
Periodista y feminista en Ontinyent, Valencia, España. Aquí su blog
Celebrar la fiesta de la Inmaculada es celebrar la misoginia, reflexión a la que nos invita la columnista, ya que los de faldas largas y negras pretenden imponer un prototipo de mujer que atenta contra todo derecho y libertad, y hacer de la culpa el sentimiento a través del cual tratan de conseguirlo.
Ontinyent, 9 de diciembre de 2012.- Que los señores de faldas largas y negras pretenden imponernos su modelo social en todos los aspectos, no es ningún secreto. Más bien al contrario, con las últimas propuestas realizadas por el nefasto ministro de Educación actual para su reforma del sistema educativo, es más bien algo de lo que presumen al tiempo que se frotan las manos mientras esperan los pingües beneficios económicos que les deparará dicha reforma educativa.
Que el modelo de mujer que estos de faldas largas y negras pretenden imponernos es el de su Inmaculada tampoco es ningún secreto y por eso celebran su fiesta con bombo y platillo, sin importarles el ruido que puedan armar, porque se creen poseedores de verdades absolutas e inmutables.
El androcentrismo que depuran cada uno de sus sermones o discursos es tan evidente, que duele. Y todavía es más doloroso su silencio ante los asesinatos de mujeres que se producen constantemente. Y todo ello justificado con lo que ocurre dentro del "santo sacramento del matrimonio". O lo que es lo mismo: si estás casada por la iglesia y te pegan no pasa nada, porque su dios ha bendecido esa unión, pese a los golpes e incluso las muertes.
Y además el modelo de mujer sumisa, sufriente, abnegada y dedicada por completo a los demás y sobre todo esposa y madre amantísima que es el que predican, es el que nos puede llevar a las cavernas precisamente por la involución que supone a nuestros derechos de ciudadanas del siglo XXI. Y con el partido que nos gobierna tenemos más que suficiente en cuanto a recortes de derechos. No los necesitamos a ellos, a los de la jerarquía eclesiástica, para que nos recorten más derechos y oportunidades.
Entre unos y otros, que en el fondo son los mismos, pretenden hacernos creer que el uso y disfrute de nuestros derechos y libertades es algo incorrecto y quieren instalarnos en el miedo y la culpa para continuar con su proceso de dominación.
Pretenden, políticos actuales y curia eclesiástica, que las mujeres quedemos desposeídas de la libertad necesaria para poder vivir nuestra vida libre de sus imposiciones marianas y represoras.
La culpa que pretenden hacernos sentir por expresar con libertad nuestras opiniones o ejercer nuestros derechos está encaminada a que renunciemos a esa libertad con la que plantamos cara y a la que algunas no pensamos renunciar.
El miedo que transmiten sus discursos, tanto el de los políticos que nos gobiernan como el de estos de faldas largas y negras, pretende claramente, desmotivarnos en las diferentes luchas que tenemos entre manos y no sólo en la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres, también en la lucha por los derechos que nos están arrebatando cada día, con cada Consejo de Ministros.
Los derechos que nos han arrebatado, las libertades que pretenden seguir restringiéndonos y su clara voluntad por mantenernos como ciudadanas de segunda, va a toparse de bruces con la voluntad de muchas, muchísimas mujeres que renuncian a seguir su patrón mariano. Va a toparse de bruces con las voluntades de muchas que preferimos ser como Lilith, que según algunas fuentes no reconocidas por ellos (faltaría más) y dentro del aspecto simbólico de la creación, fue la primera esposa de Adán a quien abandonó precisamente porque pretendía sesgarle su libertad imponiéndole normas que la llevaban a un estado de sumisión y complementariedad y no de igualdad plena entre ambos que fueron creados iguales desde la arcilla. O lo que es lo mismo, al parecer Lilith abandonó a Adán por machista.
Y hemos sido muchas las que a lo largo de la historia hemos pagado incluso con nuestras vidas, la rebelión a ese modelo mariano que predican.
De ese modo, lo han predicado, por ejemplo, a través de las escrituras que están llenas de incitaciones y justificaciones de violencia y terror hacia las mujeres:
"Jóvenes y viejos de Sodoma, toda la población hasta el último, gritaban a Lot: - ¿Dónde están los hombres [= ángeles] que han entrado en tu casa esta noche? Sácalos para que nos acostemos con ellos. Lot se asomó a la entrada, cerrando la puerta al salir, y les dijo: -Hermanos míos, no seáis malvados. Mirad, tengo dos hijas que no han tenido que ver con hombres; os las sacaré para que las tratéis como queráis, pero no hagáis nada a
estos hombres que se han cobijado bajo mi techo"
(Génesis 19, 4-8).
Otro ejemplo:
"...si resultare ser verdad que no se halló virginidad en la joven, entonces la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la apedrearán los hombres de su ciudad, y morirá"
(Deuteronomio).
Y un último ejemplo:
"Las mujeres cállense en las asambleas; que no les está permitido tomar la palabra, antes bien, estén sumisas. Si quieren aprender algo, pregúntenlo a sus propios maridos en casa; pues es indecoroso que la mujer hable..."
Pablo (14,34-36)
Con estos ejemplos creo que queda claro lo que han intentado a lo largo de los siglos que llevan leyendo este tipo de lecturas en los púlpitos: Violencia y desprecio hacia las mujeres que no somos como María. O, lo que es lo mismo misoginia a raudales.
Por eso, en estos días que siguen celebrando la fiesta de la Inmaculada, siento que las mujeres, no tenemos nada que celebrar, puesto que ellos festejan un tipo de mujer que para nada concuerda con la libertad y la garantía de plenos derechos de ciudadanía. Celebrar esta fiesta es celebrar misoginia, desigualdad, dolor, sumisión, etc... y, sobre todo celebrarles a ellos como padres de un credo que nos ha intentado mantener apartadas de la libertad a través de la culpa.
No les creo en nada. No les reconozco ningún poder en mi vida y en la medida de mis posibilidades, seguiré sensibilizando en contra de sus normas, pero sobre todo, en contra del modelo de mujer que predican.
Como Lilith, les recrimino su machismo y misoginia y seguiré apartada de sus dictados y peleando por sesgar sus mensajes. Y, por supuesto echándoles en cara sus silencios cómplices ante el terrorismo machista que, a través de sus escrituras sagradas siguen justificando.
Y sé que no estoy sola. Somos muchas y cada día más hombres quienes pensamos de ese modo.