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Las masculinidades
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Por Adiel Martínez Hernández
Maestro en Comunicación y Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Docente e investigador de temas de semiótica, género y masculinidad, e identidades y cambios culturales.
El columnista nos explica el concepto de masculinidad desde los estudios de género, de cómo la necesidad de visibilizar otras formas de ser hombre está poniendo en crisis a la masculinidad hegemónica de muchas culturas, y destaca que estos cambios no hubieran sido posibles sin la significativa participación de las mujeres y su lucha en los ámbitos laboral, político y sexual.
Cuando se aborda el tema de la masculinidad dentro de los estudios de género es indispensable considerar las múltiples manifestaciones que ésta tiene en los distintos contextos socioculturales. De esta manera es obligada la pluralización del término para entender que no existe una única manera de ser hombre. Así, se asume el hecho de que existen masculinidades que pueden ser reconocidas en las interacciones sociales que establecen los hombres tanto con las mujeres como con otros hombres.
La masculinidad se entiende de manera teórica como la construcción cultural que los sujetos le darán a su condición biológica. Cada cultura atribuirá una serie de significados a las características del macho de la especie humana y exigirá una serie de comportamientos sociales como resultado de dichas atribuciones. En la dinámica de las interacciones sociales, el sujeto masculino interiorizará y reproducirá los significados que le permitirán construir una identidad desde el género.
El género es una categoría teórica que define el proceso social, histórico y cultural que estructura la relación entre las personas precisamente por la atribución de significados a las diferencias biológicas que manifiestan mujeres y hombres. El género en tanto proceso, no solo estructura la diferencia anatómica y el proceso de apropiación, también establece el modo en que las personas reproducirán un rol social a partir de la manifestación de normas de comportamiento exigidas a cada individuo.
Porque el género es un proceso cultural, es que la masculinidad como categoría derivada de éste tendrá una diversidad de manifestaciones que dependen de las diferencias culturales e históricas de cada grupo social. Las producciones subjetivas y materiales de cada cultura podrán estar cargadas de esta significación diferenciada de los masculino y lo femenino. Las masculinidad se convierte así en una expresión simbólica que distingue a cada cultura.
Hay que observar la participación del lenguaje y la comunicación como fenómenos que estructuran el contexto cultural de la masculinidad. El lenguaje proporciona los elementos sígnicos mediante los cuales se van a producir las significaciones. La comunicación, por su parte, implica el proceso de transmisión y apropiación de dichos signos cuyo resultado es un sentido social de lo femenino y lo masculino en cada cultura. La nomenclatura lingüística para ambos géneros adquiere un carácter oposicional. Los términos utilizados para nombrar las características de la masculinidad estarán en un extremo semántico con respecto a los rasgos femeninos.
Establecida esta relación entre género, cultura, lenguaje y comunicación como contexto para la significación de la masculinidad, entendemos que la masculinidad es una simbolización, es decir, una atribución de un valor simbólico a los individuos cuyo cuerpo posee ciertas características y potencialidades. Dicha simbolización siempre resulta de la interacción social en un momento histórico determinado.
Ante tal complejidad y diversidad de lo masculino, la teoría de género ha establecido la categorización de la masculinidad en masculinidades hegemónicas y masculinidades emergentes. Los términos hegemónico y emergente ocupan a su vez una oposición semántica en la línea del significado de la masculinidad. El conjunto de rasgos que definen a cada una son resultado de la interacción que se da entre los hombres y las mujeres; así como entre los mismos hombres en los planos afectivo, reproductivo y productivo.
Las masculinidades hegemónicas son aquellas expresiones de la masculinidad acontecidas dentro de un sistema de género desigual o de carácter asimétrico. En dicho sistema, ciertos rasgos de lo masculino se simbolizan como superiores a otros y dan la oportunidad a algunos hombres de ejercer poder y violencia sobre aquellos sujetos (hombres y mujeres) que manifiestan características contrarias.
Las masculinidades emergentes ocupan el extremo contrario de las características del modelo hegemónico de la masculinidad. El contexto sociocultural permitirá ubicar a la masculinidad emergente a partir del tipo de relación que se establezca con la masculinidad hegemónica, la cual puede ser de oposición y resistencia, de exclusión, de subordinación o de complicidad.
Es fundamental para el conocimiento de las masculinidades el estudiar esta totalidad de producciones simbólicas. Éstas nos permiten identificar el sistema de género y su respectivo discurso ideológico; el cual ordena simbólicamente la realidad, explicando, justificando y legitimando la diferencia entre mujeres y hombres. Convirtiéndose dicho discurso en guía de acción para las prácticas sociales.
La dinámica de relaciones de género que se manifiestan en la actualidad nos muestran una masculinidad en constante cambio. La emergencia precisamente de nuevas formas de vivir la masculinidad está poniendo en crisis a la masculinidad hegemónica de muchas culturas. Cabe destacar que estos cambios no hubieran sido posibles sin la significativa participación de las mujeres y su lucha en los ámbitos laboral, político y sexual.
Construir espacios de diálogo y discusión de los temas de género y masculinidades nos permiten abrir la mirada a las trasformaciones sociales en cuanto al relacionamiento entre mujeres y hombres. La continua reflexión nos hará llegar a nuevos entendimientos sobre nuestra condición masculina. Visibilizar las otras maneras de ser hombre en sus distintas expresiones culturales amplia la visión de género de las personas, critica sus saberes y provoca un cambio en el actuar.