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Masculinidad, discriminación y exclusión
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Por Adiel Martínez Hernández
Maestro en Comunicación y Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Docente e investigador de temas de semiótica, género y masculinidad, e identidades y cambios culturales.
El columnista nos habla del tema de la discriminación, concepto, historia y cómo es que se asocia a los hombres en el momento en que rompen los parámetros del machismo.
El pasado 21 de marzo se conmemoró el Día Internacional contra el Racismo y la Xenofobia. El origen de esta conmemoración está en los movimientos de lucha de la población negra del continente africano en los años cincuentas del siglo XX. Los colonizadores europeos habían decretado la Ley del Pase que consistía en que hombres y mujeres de raza negra debían portar un documento que valía como permiso del amo para el tránsito en la calle y el traslado de las zonas de trabajo a sus vecindarios.
Fue precisamente un 21 de marzo de 1960 cuando el movimiento de resistencia convocó a una marcha que llevaría a las calles a miles de personas de raza negra a expresar su rechazo a la Ley del Pase; pero que terminó en una masacre de hombres y mujeres sudafricanos. Por ello, la Organización de Naciones Unidas declaró esta fecha como día internacional contra la discriminación.
La discriminación es un fenómeno social que se sigue manifestando en varias regiones del mundo. Su fundamento es una creencia irracional que atribuye a los rasgos raciales, étnicos, sexuales, de género y de clase de las personas un carácter de superioridad con respecto a sus opuestos. A lo largo de la historia de las sociedades, se han construido diversos discursos, que apoyados en los descubrimientos científicos, han tratado de dar una argumentación que justifique dicha superioridad y por ende legitime el acto de discriminar.
Discriminar es un proceso de selección que realiza el pensamiento para diferenciar y seleccionar un aspecto de la realidad. Socialmente, discriminar implica distinguir las características físicas y culturales que posee una persona para que ello determine la interacción social. Pero podemos ver cómo dicho proceso se carga de valores equivocados asignados culturalmente. Así, se le atribuyen significados negativos o positivos, según el caso, al color de la piel, a la estructura corporal, a la genitalidad, a la inteligencia, etcétera. Teniendo como consecuencia un acto de discriminación injustificado que provoca una exclusión y una desigualdad social.
En los ámbitos del género y la masculinidad podemos ver que las características corpóreas y comportamentales de los hombres son muy diversas. Los contextos históricos y culturales han hecho que algunas de estas características masculinas adquieran una hegemonía que privilegia a los sujetos que las expresan. Las sociedades no solo han configurado una serie de evidencias ideológicas para destacar a los hombres sobre las mujeres; también han instituido un conjunto de valores que posicionan a un tipo de hombre sobre las otras expresiones de masculinidad.
Rasgos como el machismo, la potencia sexual, la vida pública, la fortaleza física, la racionalidad, la insensibilidad emocional, la valentía, etc.; han servido para estereotipar al hombre como ser superior en las dinámicas de las relaciones sociales. El éxito en el amor, en la política o en la economía sólo se consiguen, se cree, si se manifiestan en conjunto las características arriba mencionadas.
La discriminación y la exclusión se practican sobre aquellos sujetos, tanto mujeres como hombres, que manifiestan las características opuestas. Para un sujeto masculino parecen estar vedadas las expresiones de sensibilidad, debilidad de carácter, la cobardía o la impotencia sexual. Tanto hombres como mujeres que asumen las evidencias ideológicas del machismo, estarían en la autoridad de juzgar y criticar peyorativamente a dichos individuos.
Las transformaciones económicas, políticas y culturales que la sociedad occidental ha manifestado en las recientes décadas, ha permitido la crítica y la resistencia a las ideologías imperantes sobre el género y la masculinidad. Así se ha dado la posibilidad de visibilizar no únicamente la discriminación y exclusión de las mujeres; sino la discriminación que la masculinidad hegemónica realiza sobre las otras masculinidades.
Por ello es importante reflexionar sobre los fenómenos de discriminación racial, étnica y de género que se siguen manifestando en nuestras sociedades. Hacerlo nos permitirá hallar estrategias de cambio que nos lleven a unas relaciones más equitativas y a un entendimiento del respeto a la diversidad.