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La paternidad tampoco es destino
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Por Adiel Martínez Hernández
Maestro en Comunicación y Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Docente e investigador de temas de semiótica, género y masculinidad, e identidades y cambios culturales.
El columnista expresa que existe un amplio abanico de posibilidades de la paternidad y no sólo las de tener descendencia o la de proveer.
Para la sociedad mexicana, el mes de mayo se vuelve significativo por el hecho de que en uno de sus días, el 10 específicamente, se instituyó la celebración del Día de la Madre. Muchos ocuparon ese día para agradecer el acto de gestación y crianza con regalos, así como el otorgamiento de una pausa en la ejecución de las labores socialmente atribuidas a la madre. No faltó quien puso en evidencia el trasfondo comercial y consumista de la celebración.
Más importante fue, el volver a discutir el tema de la maternidad desde distintas perspectivas. El discurso feminista insistió en evidenciar que la maternidad es, en muchas ocasiones, un rol social impuesto por el sistema patriarcal. Una obligación que le asignan a las mujeres para seguir aportando sujetos que reproduzcan dicho sistema. Ante esto, se presenta el argumento de que la maternidad no es destino. Con ello se defiende el derecho de una mujer a negarse a ser madre; y a no reproducir los roles tradicionales de la crianza de hijas e hijos. Otorgándole el poder sobre su cuerpo y su vida como sujeto social.
En este mes de junio toca el turno de celebrar al padre, este rasgo de la masculinidad expresado en el acto de la procreación. Oportunidad que debemos aprovechar para reflexionar sobre la construcción social de la paternidad. Identificando al igual que con la maternidad, que no es destino ni obligación para la realización del sujeto masculino. Y que cuando ésta ocurre puede ejercerse de diversas maneras.
Recordemos que la masculinidad es un conjunto de expresiones y significaciones que la cultura le otorga a los individuos cuyo cuerpo posee ciertas características y potencialidades. Es una configuración simbólica que se realiza dentro del sistema de género que cada cultura produce y reproduce. Entendemos así que la masculinidad se manifiesta de múltiples maneras y con diversos significados. Por ende la paternidad no es una condición determinante de la masculinidad ni viceversa.
La cultura mexicana se distingue por no sobrevalorar la paternidad como lo hace con la maternidad. El sujeto masculino cuando se convierte en padre, queda obligado a ser el proveedor de los insumos que requieren su progenie; pero no se le exigen otras obligaciones como dar afecto a los hijos o participar más comprometidamente en las labores de la educación y la crianza. De tal suerte, que la paternidad como práctica social de la masculinidad se puede ver como más ventajosa con respecto a la maternidad como expresión de la feminidad.
Los contextos actuales nos permiten observar distintas manifestaciones de la paternidad. Por un lado, está el hecho de que algunos hombres están dejando pasar un tiempo considerable entre formar una pareja y convertirse en padres. Entre muchos factores, los nuevos significados de la soltería como condición benéfica para ambos géneros, está llevando a que los hombres retarden su decisión de tener descendencia.
Pero también hay paternidades adelantadas, es decir, hombres adolescentes que inician su actividad sexual sin precaución y sin conciencia de que el resultado puede ser una nueva vida. Estos jóvenes se ven obligados a ejecutar una paternidad involuntaria. Algunos de ellos rechazan dicha responsabilidad, orillando a las mujeres a ser madres solteras. Otros, se ha visto, se comprometen afectivamente en la dinámica familiar y en el cuidado de los hijos.
Otra expresión de la paternidad es aquella que se da en las custodias compartidas. Cuando los padres se divorcian de su pareja y la ley los obliga a participar en el cuidado de los hijos en conjunto con la madre de manera igualitaria. Estos hombres asumen el compromiso y participan activamente en el desarrollo de hijas e hijos.
Una paternidad más, es la que expresa el sujeto que en su condición de soltería decide formar una familia. Prescindiendo de la madre, realiza todas las actividades que se requieren para la manutención de un hijo o hija. Aunque este fenómeno es poco frecuente en la sociedad mexicana, su manifestación ya implica una ruptura con la forma tradicional de la paternidad.
Como se puede apreciar, esto es sólo un breve mosaico de las múltiples manifestaciones de la paternidad como práctica social de la masculinidad. En la diversidad cultural de la sociedad mexicana, algunas serán más significativas que otras y tendrán su repercusión en las dinámicas de género y la transmisión cultural. Lo relevante es hacerlas presentes para mostrar que la paternidad no es unívoca ni mucho menos destino del ser masculino.