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Nina Galindo
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Por Elvira Hernández Carballido
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.
La columnista relata su admiración por la figura y composiciones de Nina Galindo, a propósito de su participación en la Feria Universitaria del Libro y de sus 30 años de trayectoria musical.
"Duerno sola con mis cristos, mis protectoras, mis chamanas que se hacinan en la pared..."
Su voz confirma que es mi chamana, mi cómplice que delata en sus canciones mi sentir. Voz rupestre llena de esas mañanas en que se amanece con "Antropofagia amorosa". Voz provocativa y sensual que nos advierte que "los gatos no creen en los ángeles". Voz de luna y de estrella, voz de girasol y voz de nube que atreve a hacer un "Brindis por un difunto".
Nina Galindo sacude almas y embelesa a cada espíritu presente en el marco más hermoso que pudo tallar la Feria Universitaria del Libro, dedicada a las mujeres y organizada por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Una Feria transformada en remolino de palabras impresas y cantadas, en todas las voces femeninas del ayer y del hoy. Nina Galindo canta por ustedes, por ellas y por nosotras. Sus 30 años de trayectoria permite confirmar su calidad musical y así cada canción grabada es eternamente escuchada una tarde de lluvia que también prefiere hacerse cautiva y escuchar a Nina. Su entrega absoluta al canto quedó sembrada hoy en el escenario y en los aplausos garzas que se posan han iluminado su sonrisa. Su pasión por el blues es eterna y por eso nos convence que los desamores solamente son pretextos para volver a amar. Su alegría nos reconcilia con la melancolía para no recordar sino para evocar enamorándote nuevamente de la vida. Al escucharla comprendemos que las heridas en el alma no sanan pero se acarician con la certeza de que representan la prueba de saber amar con intensidad. Los reclamos amorosos son válidos y hasta provocadoramente tentadores:
Y en este homenaje están presentes sus compositores, amigos cómplices, inspiraciones masculinas, letras que delatan secretos femeninos descubiertos desde su solidaridad "machinamente" leal. Ahí están Pato Montes, Roberto Ponce, Federico Luna, Armando Rosas y Carlos Arellano. Por cierto, este último le regaló por este homenaje una canción donde describe atinadamente esa voz mágica de Nina Galindo, "esa miel que no empalaga, que saca filo a las palabras, que grita lo que se traba, que gritan lo que se traga cada canción".
En el escenario la acompañan su querido grupo "Mala Yerba" así como los bellísimos arreglos interpretados por la Sinfónica de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
En su camerino Nina Galindo agradece una y otra vez este reconocimiento. Y se estremece, se deja abrazar, responde preguntas y hasta invita un café para algún día platicar sobre las mujeres intérpretes como ella, luchadoras, leales a sí misma y a su público, voz entonada desde los cielos rupestres.
Y después de este merecido homenaje, la voz de Nina Galindo resuena con un eco de garza, con la fuerza femenina de un viento belloairoso y junto con ella canto la estrofa de mi canción preferida:
"Tengo ganas de quitarte la camisa. Tengo ganas de morderte el corazón. Romper la calma bajo mi falda. Hacerte una cicatriz... como último deseo de una mujer"...
Me dice segura que pese a todas las versiones, ésta es su canción. Y cuando hace esta confidencia yo compruebo que sus ojos son transparentemente musicales, como toda ella, como su voz y como su alma. La cascada de su cabello se enreda entre los brazos que la estrechamos para agradecerle su presencia. No faltan los amigos que celebran con ella después del bello y airoso concierto que ofreció esta noche de agosto. Están ahí las amigas que no se cansan de mirarla con verdadera sororidad de la buena. Y todavía su voz resuena en nuestros oídos, en nuestra alma, en nuestros mejores recuerdos cuando me alejo de su camerino llevando conmigo su autógrafo, su mirada y su voz.
"Cuando amanece te vas por la ventana, ella se queda en la cama, y durante el día tú no sabes qué hará, se va quizá..."