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Gloria y Adele
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Por Adiel Martínez Hernández
Maestro en Comunicación y Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Docente e investigador de temas de semiótica, género y masculinidad, e identidades y cambios culturales.
El columnista nos habla sobre el contraste que hacen las protagonistas de los filmes 'Gloria' y 'La vida de Adele' como nuevas representaciones de mujeres que rompen con los estereotipos de género de la abnegación y la sumisión.
El discurso cinematográfico se ha instituido como uno de los productos culturales de mayor aceptación no solo por su alcance masivo sino además, por esa construcción de personajes e historias que reflejan la diversidad de la condición humana. El cine es considerado una representación de la realidad que viven las sociedades. Una historia cinematográfica es una vía para conocer una porción de cultura. Un instante de la vida de una comunidad a través de las circunstancias que manifiestan los personajes.
En más de cien años, la cinematografía ha introducido en el imaginario colectivo representaciones estereotipadas de mujeres y hombres por medio de personajes que se han convertido en símbolos legendarios de la cultura popular. En el caso de las mujeres, hay ejemplos muy ilustrativos de estos estereotipos de lo femenino. Tan solo hay que pensar en la vampiresa o en la mujer fatal como representaciones ficcionadas de una mujer seductora, sensual y misteriosa que utilizaba sus atributos físicos para manipular a los demás, principalmente a los hombres quienes sucumbían a dichos atributos.
Para el caso de la cinematografía mexicana, las representaciones oscilaban entre dos polos: la mujer sumisa y abnegada (madre, abuela, hija); y la mujer perdida y caída en la desgracia (callejera, rumbera, prostituta) cuyo cuerpo y destino se disputaban los hombres en su condición de héroes y villanos.
Con el paso de los años las narraciones cinematográficas, tanto del cine mexicano como del cine mundial, intentaron mostrar unas mujeres y unos hombres más allegados a la realidad. Productores, guionistas y directores realizaron cintas, que según la corriente fílmica y el contexto sociocultural, presentaban a mujeres más humanas, más únicas y distinguibles de los estereotipos. Hasta ahora, el cine mundial (tanto comercial como independiente) se sigue moviendo entre estas dos opciones de representación de lo femenino y de lo masculino.
Recientemente, dos personajes femeninos cautivaron a la crítica cinematográfica y a la audiencia. Por un lado está el personaje de Gloria de la película homónima dirigida por Sebastian Lelio; por el otro, se encuentra Adele de la cinta "La Vida de Adele capítulos 1 y 2" de Abdellatif Kechiche. Estos dos personajes rompen con los estereotipos de lo femenino y muestran dos condiciones de las mujeres actuales.
Gloria es un personaje que representa a una mujer madura, en el umbral de los sesenta años de edad. Divorciada, con un hijo y una hija a quienes ella mira enfrentarse a la adultez con mucha autonomía. Esto la instala en cierta condición de soledad que ella enfrenta con música, baile y alcohol. Ella asiste a un centro de baile para solteros buscando, además de divertimento, algún encuentro furtivo con un hombre de su edad.
La soltería de Gloria se ve interrumpida por un hombre que la cautiva y enamora. Haciendo que ella se ilusione y encuentre motivos para sentirse joven. Pero este hombre tiene una vida complicada que impide que la relación amorosa sea como Gloria anhela. Ella intenta crear un vínculo entre su pareja y sus hijos pero el miedo y la falta de carácter de este hombre hacen imposible la relación.
En un intento de reconciliación Gloria acepta una salida a pasear pero nuevamente el engaño y el abandono se hacen presentes. Gloria decepcionada bebe hasta perderse terminando tirada en la playa. Es así que entiende que debe seguir sola no sin antes cobrar venganza.
Adele es una adolescente que va descubriendo su sexualidad y su orientación sexual al relacionarse primero con sus compañeros de bachillerato y luego con una mujer universitaria que le muestra los placeres de las relaciones lésbicas. Adele se enamora profundamente de esta mujer, esto la lleva a asumirse como homosexual y enfrentar la discriminación y el rechazo familiar.
Al vivir en pareja, Adele asume el rol de la ama de casa que cocina y mantiene ordenado el hogar mientras la otra triunfa profesionalmente. Esta circunstancia hace que se sienta abandonada consolándose con la compañía y encuentros sexuales de un compañero de trabajo. Al descubrirse la infidelidad de Adele, es confrontada y echada de la casa por su pareja. Adele también tiene que asumir la soledad.
Gloria y Adele son dos personajes que nos muestran a unas mujeres en constante construcción. Tanto la juventud de Adele como la madurez de Gloria se ven como etapas difíciles para el ser mujer en las sociedades actuales. La orientación sexual de Adele no impide que reproduzca los roles de género que la sociedad asigna para las mujeres. Lo mismo pasa con Gloria que a pesar de la edad y madurez de sus hijos ella no puede dejar de actuar como una madre.
La actuación de Paulina García como Gloria la hizo merecedora de la Palma de Oro como mejor actriz en el pasado festival de Cannes. Lo mismo sucedió con las actrices que interpretaron a los personajes de Adele y Lea que junto con el director Kechiche obtuvieron la Palma como mejor película en el mismo festival.
"Gloria" formó parte de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional y todavía se exhibe en alguna de sus salas. "La Vida de Adele" actualmente está siendo proyectada en los cines comerciales de México. Las dos películas son altamente recomendables principalmente por estos personajes femeninos tan peculiares.