“ENTRE MUJERES INSURGENTES Y REVOLUCIONARIAS”
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES
UNAM
Jueves 29 de abril. Mujeres insurgentes
- Josefina Hernández Téllez. La educación femenina en 1810
- Layla Sánchez Kuri. Presencia femenina en la Independencia.
- Elvira Hernández Carballido. Leona Vicario, la corresponsal de los insurgentes.
- Rosalinda Sandoval Orihuela. Los taconazos de Doña Josefa
Moderador: Vicente Castellanos Cerda
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Salón 12 Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Viernes 30 de abril. Mujeres revolucionarias
- Rosa María Valles Ruiz. Periodista y feminista: Hermila Galindo
- Elsa Lever M. El Universal y las mujeres periodistas
- Gloria Hernández Jiménez. Mujeres, revolución y fotografía
- Francisca Robles. Los corridos y la presencia femenina
Moderadora: Noemí Luna García
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Sala Lucio Mendieta, Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
"Élites discriminadas". /GARCIA de León, María Antonia. (Anthropos, Colombia 1994)
Por Elsa Lever M.
Periodista con Maestría en Comunicación por la FCPyS de la UNAM, diplomada en Género por el PUEG de la UNAM, y en Feminismo por el CEIICH de la UNAM.
Parte 1: Nudos más relevantes que tiene planteados la investigación sobre género.
Parte 2: Tres colectivos de mujeres aún en minoría: profesoras universitarias, mujeres en la esfera política y mujeres empresarias.
Parte 3: Cuatro entrevistas a mujeres con poder, como personificación de posiciones sociales e indicadores de cambio en la condición social femenina.
La autora destaca al género como basamento de un movimiento social. Habla sobre la importancia de historiar las luchas y las formas de resistencia a la dominación masculina para crear un pasado histórico común y no se sigan tomando las conquistas de poder como terrenos “cedidos”, sino como victorias que con tanto esfuerzo han obtenido las mujeres y resolver con ello el problema de la invisibilidad. Romper con aquello de que las mujeres son sólo lo que los hombres las dejan ser.
El silenciamiento es fruto de las relaciones de poder que se establecen entre grupos sociales dominantes y subdominantes, dice. Y entre los grupos silenciados se encuentran las mujeres. Por ello la necesidad de deconstruir, demoler piedra por piedra esa “razón” abstracta y universal donde se han construido las ficciones llamadas Hombre y Mujer.
En esta parte también plantea el porqué de acercarse a las mujeres con poder, y dice que, siendo un sistema de dominación masculina el que existe en la sociedad, y por tanto se trata de un poder masculino, las escasas mujeres que se acercan a él, que participan de algún modo en él, resulta un objeto de estudio relevante, pues se convierten en una especie de élite. Habría que preguntarse por el extraño fenómeno de que existan mujeres con poder, interrogarse si realmente lo tienen e indagar por cuáles caminos han llegado a formar parte de poder y por qué se consideran élite.
A través de su investigación ha podido detectar que las mujeres requieren de superpluses en cantidad y calidad diferencial respecto a los que deben reunir los hombres, convirtiendo estos superpluses en un factor de discriminación para las propias mujeres de élite, así como para el resto de mujeres.
De esta manera, las mujeres tienen que prescindir, sacrificar, matrimonio e hijos para llegar a los primeros puestos; requieren de rendimientos excepcionales y diferenciales en la actividad profesional que realizan ya que siempre están en el punto de mira de la observación social; y una fortaleza personal y psíquica enorme, a diferencia de las medianías masculinas.
Cuando la autora habla de élites discriminadas se refiere a la minoría de mujeres con poder que, por los requerimientos ya mencionados, están aisladas del resto de mujeres, son élite, y además son discriminadas por la masa masculina. Es decir, no son cien por ciento ni de un lado ni del otro.
Estas élites discriminadas son donde el cambio social se ha mostrado con mayor fuerza, pues se nota el cambio del modelo tradicional femenino (esfera privada) al nuevo modelo (esfera pública), como imagen ya dominante de la mujer, que se impondrá por la fuerza de los hechos, aunque actualmente sólo sea real para una minoría de mujeres.
Una explicación a la discriminación de la que son objeto las mujeres la da la autora a través del término excedente de valoración masculina, que dota a los hombres automáticamente de autoridad y que las mujeres contrarrestan con un excedente de valor social.
Para la autora hay, en estas relaciones de dominación, la inevitable aculturación. Es decir, el modelo cultural femenino tradicional se sumará al modelo cultural masculino tradicional, uno se contamina del otro, el dominante absorbe rasgos del dominado. Y aunque ya se pueden ver padres “maternales”, padres “paternales”, hombres que hacen tareas domésticas mientras las esposas trabajan, el modelo masculino tradicional aún sigue muy entero.
Habla, con datos y cifras, de las profesoras universitarias, las mujeres en la política y mujeres empresarias, en España. En general, se reconoce un progreso de las mujeres sobre su condición tradicional, pero con otras formas de discriminación. Respecto a la primeras, estas mujeres requieren superpluses en esfuerzo personal y en antecedentes familiares, es decir, provenir de familias adineradas, con logros escolares y profesionales arriba de la media, etc.
Si el proceso, dice la autora, dependiera sólo de la cantidad de mujeres preparadas y del factor tiempo, las mujeres deberían haber alcanzado más poder académico, pues son ellas las mejores alumnas, las más dedicadas, etc.
Ahora bien, la utilización de la universidad no sólo como ámbito de docencia e investigación, sino, en muchos casos, como mero ejercicio de poder académico o como un trampolín para saltar a otro ámbito de poder. Hace que los procesos de selección de profesorado estén repletos de tensiones e influencias extra-académicas. En este contexto, explica, las mujeres son candidatas muy débiles a la Academia, pues dado que son minoría en los círculos de poder, tienen menos influencias que las respalden, y si las tienen, son de parte de su padre, esposo, etc. Incluso una discriminación oculta se da desde el establecimiento (por parte del poder masculino) de dos formas de investigar: los hombres son cuantitivistas, los datos estadísticos, lo comprobable, y las mujeres sólo pueden hacer estudios cualitativos, igual de subjetivos que ellas.
Respecto a las segundas, las mujeres en la esfera política, la autora dice que estas mujeres son:
1. una aristocracia femenina de los círculos masculinos del poder, que son quienes permiten su inclusión, por ende, entran en conflicto con la igualdad y solidaridad entre mujeres.
2. una élite dominada, de ahí que su independencia de criterio y actuación sea muy limitada.
3. una élite discriminada, porque exigiéndoseles un nivel altísimo de cualificación profesional, de extracción social y, en general, superpluses de todo tipo, sin embargo no ocupan los puestos políticos más altos.
Respecto a las terceras, las mujeres empresarias, se destaca que también se exigen los superpluses ya mencionados. Asimismo, que el empresariado femenino no sólo es menos que el de los hombres en cantidad sino en “tamaño”, es decir, las empresas femeninas son más bien “negocios”; sus actividades están muy relacionadas con las áreas tradicionales femeninas, como sector servicios, moda, belleza, hotelería, educación, etc.
Las mujeres empresarias, al igual que las otras, muestran la herencia o relaciones familiares como forma de allegarse el poder. Con estudios superiores, son mujeres que provienen de un ambiente familiar con tradición empresarial; o padres empresarios, o maridos con empresas o en puestos de dirección y mando. Asimismo, con características que facilitan la herencia empresarial: hijas únicas, viudas, divorciadas.
Periodista con Maestría en Comunicación por la FCPyS de la UNAM, diplomada en Género por el PUEG de la UNAM, y en Feminismo por el CEIICH de la UNAM.
Parte 1: Nudos más relevantes que tiene planteados la investigación sobre género.
Parte 2: Tres colectivos de mujeres aún en minoría: profesoras universitarias, mujeres en la esfera política y mujeres empresarias.
Parte 3: Cuatro entrevistas a mujeres con poder, como personificación de posiciones sociales e indicadores de cambio en la condición social femenina.
La autora destaca al género como basamento de un movimiento social. Habla sobre la importancia de historiar las luchas y las formas de resistencia a la dominación masculina para crear un pasado histórico común y no se sigan tomando las conquistas de poder como terrenos “cedidos”, sino como victorias que con tanto esfuerzo han obtenido las mujeres y resolver con ello el problema de la invisibilidad. Romper con aquello de que las mujeres son sólo lo que los hombres las dejan ser.
El silenciamiento es fruto de las relaciones de poder que se establecen entre grupos sociales dominantes y subdominantes, dice. Y entre los grupos silenciados se encuentran las mujeres. Por ello la necesidad de deconstruir, demoler piedra por piedra esa “razón” abstracta y universal donde se han construido las ficciones llamadas Hombre y Mujer.
En esta parte también plantea el porqué de acercarse a las mujeres con poder, y dice que, siendo un sistema de dominación masculina el que existe en la sociedad, y por tanto se trata de un poder masculino, las escasas mujeres que se acercan a él, que participan de algún modo en él, resulta un objeto de estudio relevante, pues se convierten en una especie de élite. Habría que preguntarse por el extraño fenómeno de que existan mujeres con poder, interrogarse si realmente lo tienen e indagar por cuáles caminos han llegado a formar parte de poder y por qué se consideran élite.
A través de su investigación ha podido detectar que las mujeres requieren de superpluses en cantidad y calidad diferencial respecto a los que deben reunir los hombres, convirtiendo estos superpluses en un factor de discriminación para las propias mujeres de élite, así como para el resto de mujeres.
De esta manera, las mujeres tienen que prescindir, sacrificar, matrimonio e hijos para llegar a los primeros puestos; requieren de rendimientos excepcionales y diferenciales en la actividad profesional que realizan ya que siempre están en el punto de mira de la observación social; y una fortaleza personal y psíquica enorme, a diferencia de las medianías masculinas.
Cuando la autora habla de élites discriminadas se refiere a la minoría de mujeres con poder que, por los requerimientos ya mencionados, están aisladas del resto de mujeres, son élite, y además son discriminadas por la masa masculina. Es decir, no son cien por ciento ni de un lado ni del otro.
Estas élites discriminadas son donde el cambio social se ha mostrado con mayor fuerza, pues se nota el cambio del modelo tradicional femenino (esfera privada) al nuevo modelo (esfera pública), como imagen ya dominante de la mujer, que se impondrá por la fuerza de los hechos, aunque actualmente sólo sea real para una minoría de mujeres.
Una explicación a la discriminación de la que son objeto las mujeres la da la autora a través del término excedente de valoración masculina, que dota a los hombres automáticamente de autoridad y que las mujeres contrarrestan con un excedente de valor social.
Para la autora hay, en estas relaciones de dominación, la inevitable aculturación. Es decir, el modelo cultural femenino tradicional se sumará al modelo cultural masculino tradicional, uno se contamina del otro, el dominante absorbe rasgos del dominado. Y aunque ya se pueden ver padres “maternales”, padres “paternales”, hombres que hacen tareas domésticas mientras las esposas trabajan, el modelo masculino tradicional aún sigue muy entero.
Habla, con datos y cifras, de las profesoras universitarias, las mujeres en la política y mujeres empresarias, en España. En general, se reconoce un progreso de las mujeres sobre su condición tradicional, pero con otras formas de discriminación. Respecto a la primeras, estas mujeres requieren superpluses en esfuerzo personal y en antecedentes familiares, es decir, provenir de familias adineradas, con logros escolares y profesionales arriba de la media, etc.
Si el proceso, dice la autora, dependiera sólo de la cantidad de mujeres preparadas y del factor tiempo, las mujeres deberían haber alcanzado más poder académico, pues son ellas las mejores alumnas, las más dedicadas, etc.
Ahora bien, la utilización de la universidad no sólo como ámbito de docencia e investigación, sino, en muchos casos, como mero ejercicio de poder académico o como un trampolín para saltar a otro ámbito de poder. Hace que los procesos de selección de profesorado estén repletos de tensiones e influencias extra-académicas. En este contexto, explica, las mujeres son candidatas muy débiles a la Academia, pues dado que son minoría en los círculos de poder, tienen menos influencias que las respalden, y si las tienen, son de parte de su padre, esposo, etc. Incluso una discriminación oculta se da desde el establecimiento (por parte del poder masculino) de dos formas de investigar: los hombres son cuantitivistas, los datos estadísticos, lo comprobable, y las mujeres sólo pueden hacer estudios cualitativos, igual de subjetivos que ellas.
Respecto a las segundas, las mujeres en la esfera política, la autora dice que estas mujeres son:
1. una aristocracia femenina de los círculos masculinos del poder, que son quienes permiten su inclusión, por ende, entran en conflicto con la igualdad y solidaridad entre mujeres.
2. una élite dominada, de ahí que su independencia de criterio y actuación sea muy limitada.
3. una élite discriminada, porque exigiéndoseles un nivel altísimo de cualificación profesional, de extracción social y, en general, superpluses de todo tipo, sin embargo no ocupan los puestos políticos más altos.
Respecto a las terceras, las mujeres empresarias, se destaca que también se exigen los superpluses ya mencionados. Asimismo, que el empresariado femenino no sólo es menos que el de los hombres en cantidad sino en “tamaño”, es decir, las empresas femeninas son más bien “negocios”; sus actividades están muy relacionadas con las áreas tradicionales femeninas, como sector servicios, moda, belleza, hotelería, educación, etc.
Las mujeres empresarias, al igual que las otras, muestran la herencia o relaciones familiares como forma de allegarse el poder. Con estudios superiores, son mujeres que provienen de un ambiente familiar con tradición empresarial; o padres empresarios, o maridos con empresas o en puestos de dirección y mando. Asimismo, con características que facilitan la herencia empresarial: hijas únicas, viudas, divorciadas.
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