“ENTRE MUJERES INSURGENTES Y REVOLUCIONARIAS”
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES
UNAM
Jueves 29 de abril. Mujeres insurgentes
- Josefina Hernández Téllez. La educación femenina en 1810
- Layla Sánchez Kuri. Presencia femenina en la Independencia.
- Elvira Hernández Carballido. Leona Vicario, la corresponsal de los insurgentes.
- Rosalinda Sandoval Orihuela. Los taconazos de Doña Josefa
Moderador: Vicente Castellanos Cerda
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Salón 12 Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Viernes 30 de abril. Mujeres revolucionarias
- Rosa María Valles Ruiz. Periodista y feminista: Hermila Galindo
- Elsa Lever M. El Universal y las mujeres periodistas
- Gloria Hernández Jiménez. Mujeres, revolución y fotografía
- Francisca Robles. Los corridos y la presencia femenina
Moderadora: Noemí Luna García
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Sala Lucio Mendieta, Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Primera impresión femenina cuando se promulgó la Constitución de 1917
Por Elvira Hernández Carballido
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.
Haidée Escobar de F. Díaz, fue una periodista de principios del siglo XX. Ella siempre firmó con el seudónimo Cecilia Zadi y fue una colaboradora constante en el periódico EL PUEBLO, de tendencia carrancista. Cecilia Zadi fue una de las pocas mujeres periodistas en México que de manera inmediata dio a conocer su opinión sobre la recién firmada Constitución mexicana, firmada el 5 de febrero de 1917 y que representaba uno de los mayores logros de la lucha revolucionaria y de la que hoy esta semana celebramos un aniversario más.
La articulista tituló su artículo como “Éxito Nacional” definió la palabra éxito como la terminación feliz de toda empresa. Por lo tanto, no dudaba en afirmar que el Gobierno Provisional de la República gozaba de un absoluto éxito que era celebrado en todo el país.
No dudaba que el Congreso Constituyente representaba al máximo todas las aspiraciones democráticas del pueblo mexicano. Los caudillos del constitucionalismo, aseguraba, habían logrado vencer conjugaras, prejuicios, ataques, rechazos y juicios prematuros porque habían tenido fe en su lucha. Su opinión sobre el momento la expresó de la siguiente manera:
El instante solemne de la apertura de este memorable Congreso continuador de la obra nacionalista del 57 fue el generador determinante de una expectación intensísima. Desde luego, puede apreciarme la opinión del vulgo revolucionario y no revolucionario, que, aunque con distinta impresión formuló idénticos juicios; o el Constituyente se aviene al papel del rebaño de circunstancias o provoca un golpe de Estado. De tal manera las largas dictaduras hacen sentir la influencia del pasado, que es precisa la consumación más completa del éxito para que el alma del pueblo deje de reflejar su pesantez.
Reconoció que la redacción de cada artículo fue discutida incansablemente sin que ninguno de sus creadores supiera a ciencia cierta del gran paso que el país daba. Se congratulaba de que la Primera Jefatura no hubiera censurado ni prohibido cada debate que provocó que buscaba compartir una propuesta renovadora de los derechos y garantías del pueblo mexicano. Obviamente su admiración por Carranza quedó otra vez delatada:
Si el factor determinante de un movimiento trascendental, ha encarnado y se ha caracterizado enérgicamente en un mexicano, preciso es marcar esta vez, más insistentemente que otras, como el espíritu de Carranza se revela a la altura de cada situación, creada por la desorientación en el criterio político de los demás.
La rectitud y prudencia del hombre de principios fueron una oportuna y gran lección cuyos benéficos resultados estamos viendo en la práctica. Respetar la legalidad de un derecho, aun a riesgo de complicaciones de carácter personalista, es una garantía para el mañana, cuando la nueva Constitución sea el amparo de los derechos populares.
La autora consideraba que era necesario darle tiempo a la nueva Constitución para mostrar su nobleza y detectar sus errores. Pero no se podía negar que se cerraba una etapa importante de la Revolución Mexicana. Desde su punto de vista, el panorama en ese momento era esperanzador:
La obra del constitucionalismo es de progreso, ha trazado una ruta que lleva al porvenir, que, a vuelta de tormentas, se hará luminoso. Mañana, y decir mañana es decir pronto o tarde, quizá más brillantes retoques se ensayen sobre la Constitución hoy jurada porque imperiosas necesidades nacionales así lo exijan y es porque es ineludible que, a pesar de los enormes obstáculos que el pasado acumuló a su paso, México no retrocederá ya en el avance hacia el progreso político. Por ahora, y a pesar de todo, un sentimiento de seguridad más completa parece flotar sobre nuestra soberanía que sólo un atentado de infamias podría macular. La revolución firmante legalista abrió el templo de la luz de la ley al pueblo para que en su recinto pudieran sus representantes estudiar, discutir y sancionar sus derechos.
Realizada esta magnífica jornada, la revolución aparece verdaderamente augusta y a medida que el escenario político se levanta al nivel de las aspiraciones nacionales, los hombres del Constitucionalismo se ven más altos y el perfil de Carranza, como formador, se marca más y más vigoroso en el relieve intenso que esculpirá mañana en la historia de México la robusta mano del pueblo.
La opinión de Zadi puede redondear la participación femenina en el periodismo nacional, ya que en su artículo concluyó sobre el significado de la Constitución Mexicana y confirmaba que los temas del momento pudieron ser reflexionados en algunos periódicos desde el punto de vista femenino.
Además de ese texto, la periodista, de 1915 a 1916, insertó trece artículos más. En todas ellas demostró su total adhesión al constitucionalismo y su absoluta admiración por Carranza. En su primer texto publicado que se tituló “Labor de odio”, 15 de mayo de 1915, hizo referencia al odio político, que lo consideraba un sinónimo del odio mortal. Argumentaba que muchos hombres que luchaban en la revolución los movía únicamente ese sentimiento, por lo que actuaban por pasión y no por convicción, su finalidad era acabar para siempre con el otro y no lograr la libertad del pueblo. Aseguraba que no la asustaba el “sangriento recorrido realizado en esta lucha política” pero que no aceptaba los bajos instintos motivados por rencores personales. A su juicio, el único que actuaba con un verdadero compromiso para remontar a la libertad era Carranza.
Poco después, el 21 de junio del mismo año, la también poeta escribió “Resurrección de la nacionalidad”. Desde su punto de vista la esperanza del legítimo anhelo revolucionario empezaba a cristalizarse y que la mayoría de la gente empezaba a reconocerlo. Pero mostraba gran preocupación por la presencia de Estados Unidos en el Puerto de Veracruz. Por lo mismo enfatizaba la importancia del nacionalismo y exhortaba a la población a identificarse con su país, a valorar su cultura y sus costumbres. Nuevamente consideraba a Carranza como el hombre que lograría unificar a la nación, e incluso lo comparaba con otros héroes y consideraba que él si lograría un absoluto nacionalismo que beneficiaría a México en todos los aspectos. Sin duda, su admiración por el Primer de Jefe fue continua, siempre lo llenó de adjetivos y alabanzas.
Don Venustiano cabeza civil de la revolución legalista, estrechado por inmenso gentío que acudió a saludarlo, apenas tenía espacio para respirar... y marchó hacia el Palacio Nacional profanado llevando en sus manos la enseñanza nacional y el estandarte memorable del apóstol sacrificado por la reacción... y se preparó a restaurar los derechos populares.
A ninguno mató, a ninguno hizo guillotinar, no hubo ajusticiados. No hubo desapariciones, ni hubo represalias.
La prudencia de Carranza y su sabia determinación ante la nueva actitud de los disidentes del Norte, no dio tiempo a sus enemigos para provocar contra él un descontento que ni uno solo de sus actos le había concitado.
Su apoyo al constitucionalismo quedó nuevamente plasmado en “Hagamos obra santa”, “Prudencia política”, “Sin autonomía no hay honor” e “Himno al cuadillo”, éste último un poema. Al respecto mostró sus dotes al dar a conocer las inspiraciones tituladas “Ante el pretorio”, “El arte” y “Luz y sombra”. También reflexionó sobre temas como la verdad, el statu quo americano y la ciudad de México. Cecilia Zadi pese a no reflexionar sobre la situación femenina fue una de las pocas periodistas que en un diario de circulación nacional comentaba diversos temas, daba a conocer su simpatía por un caudillo y trataba de persuadir a los lectores para ver en Carranza al hombre que México necesitaba.
Haidée Escobar de F. Díaz, Cecilia Zadi, encontró en el periódico EL PUEBLO un gran espacio de expresión y se convirtió en una pionera del periodismo y del punto de vista femenino sobre escenarios políticos, un tema que no siempre abordaban las mujeres de principios del siglo XX.
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.
Haidée Escobar de F. Díaz, fue una periodista de principios del siglo XX. Ella siempre firmó con el seudónimo Cecilia Zadi y fue una colaboradora constante en el periódico EL PUEBLO, de tendencia carrancista. Cecilia Zadi fue una de las pocas mujeres periodistas en México que de manera inmediata dio a conocer su opinión sobre la recién firmada Constitución mexicana, firmada el 5 de febrero de 1917 y que representaba uno de los mayores logros de la lucha revolucionaria y de la que hoy esta semana celebramos un aniversario más.
La articulista tituló su artículo como “Éxito Nacional” definió la palabra éxito como la terminación feliz de toda empresa. Por lo tanto, no dudaba en afirmar que el Gobierno Provisional de la República gozaba de un absoluto éxito que era celebrado en todo el país.
No dudaba que el Congreso Constituyente representaba al máximo todas las aspiraciones democráticas del pueblo mexicano. Los caudillos del constitucionalismo, aseguraba, habían logrado vencer conjugaras, prejuicios, ataques, rechazos y juicios prematuros porque habían tenido fe en su lucha. Su opinión sobre el momento la expresó de la siguiente manera:
Reconoció que la redacción de cada artículo fue discutida incansablemente sin que ninguno de sus creadores supiera a ciencia cierta del gran paso que el país daba. Se congratulaba de que la Primera Jefatura no hubiera censurado ni prohibido cada debate que provocó que buscaba compartir una propuesta renovadora de los derechos y garantías del pueblo mexicano. Obviamente su admiración por Carranza quedó otra vez delatada:
La rectitud y prudencia del hombre de principios fueron una oportuna y gran lección cuyos benéficos resultados estamos viendo en la práctica. Respetar la legalidad de un derecho, aun a riesgo de complicaciones de carácter personalista, es una garantía para el mañana, cuando la nueva Constitución sea el amparo de los derechos populares.
La autora consideraba que era necesario darle tiempo a la nueva Constitución para mostrar su nobleza y detectar sus errores. Pero no se podía negar que se cerraba una etapa importante de la Revolución Mexicana. Desde su punto de vista, el panorama en ese momento era esperanzador:
Realizada esta magnífica jornada, la revolución aparece verdaderamente augusta y a medida que el escenario político se levanta al nivel de las aspiraciones nacionales, los hombres del Constitucionalismo se ven más altos y el perfil de Carranza, como formador, se marca más y más vigoroso en el relieve intenso que esculpirá mañana en la historia de México la robusta mano del pueblo.
La opinión de Zadi puede redondear la participación femenina en el periodismo nacional, ya que en su artículo concluyó sobre el significado de la Constitución Mexicana y confirmaba que los temas del momento pudieron ser reflexionados en algunos periódicos desde el punto de vista femenino.
Además de ese texto, la periodista, de 1915 a 1916, insertó trece artículos más. En todas ellas demostró su total adhesión al constitucionalismo y su absoluta admiración por Carranza. En su primer texto publicado que se tituló “Labor de odio”, 15 de mayo de 1915, hizo referencia al odio político, que lo consideraba un sinónimo del odio mortal. Argumentaba que muchos hombres que luchaban en la revolución los movía únicamente ese sentimiento, por lo que actuaban por pasión y no por convicción, su finalidad era acabar para siempre con el otro y no lograr la libertad del pueblo. Aseguraba que no la asustaba el “sangriento recorrido realizado en esta lucha política” pero que no aceptaba los bajos instintos motivados por rencores personales. A su juicio, el único que actuaba con un verdadero compromiso para remontar a la libertad era Carranza.
Poco después, el 21 de junio del mismo año, la también poeta escribió “Resurrección de la nacionalidad”. Desde su punto de vista la esperanza del legítimo anhelo revolucionario empezaba a cristalizarse y que la mayoría de la gente empezaba a reconocerlo. Pero mostraba gran preocupación por la presencia de Estados Unidos en el Puerto de Veracruz. Por lo mismo enfatizaba la importancia del nacionalismo y exhortaba a la población a identificarse con su país, a valorar su cultura y sus costumbres. Nuevamente consideraba a Carranza como el hombre que lograría unificar a la nación, e incluso lo comparaba con otros héroes y consideraba que él si lograría un absoluto nacionalismo que beneficiaría a México en todos los aspectos. Sin duda, su admiración por el Primer de Jefe fue continua, siempre lo llenó de adjetivos y alabanzas.
A ninguno mató, a ninguno hizo guillotinar, no hubo ajusticiados. No hubo desapariciones, ni hubo represalias.
La prudencia de Carranza y su sabia determinación ante la nueva actitud de los disidentes del Norte, no dio tiempo a sus enemigos para provocar contra él un descontento que ni uno solo de sus actos le había concitado.
Su apoyo al constitucionalismo quedó nuevamente plasmado en “Hagamos obra santa”, “Prudencia política”, “Sin autonomía no hay honor” e “Himno al cuadillo”, éste último un poema. Al respecto mostró sus dotes al dar a conocer las inspiraciones tituladas “Ante el pretorio”, “El arte” y “Luz y sombra”. También reflexionó sobre temas como la verdad, el statu quo americano y la ciudad de México. Cecilia Zadi pese a no reflexionar sobre la situación femenina fue una de las pocas periodistas que en un diario de circulación nacional comentaba diversos temas, daba a conocer su simpatía por un caudillo y trataba de persuadir a los lectores para ver en Carranza al hombre que México necesitaba.
Haidée Escobar de F. Díaz, Cecilia Zadi, encontró en el periódico EL PUEBLO un gran espacio de expresión y se convirtió en una pionera del periodismo y del punto de vista femenino sobre escenarios políticos, un tema que no siempre abordaban las mujeres de principios del siglo XX.
Etiquetas: Meditaciones de Elvira Hernández Carballido
1 Comentarios:
- At 10/3/10, nos comenta que...
-
me parece un tema muy importante el que se trata aquí, es decir el de las mujeres y su participación a inicios del siglo XX, en este caso hablando de Cecilia Zadi, además de que me ha sido de gran utilidad para realizar mi oratoria la cual me han pedido en la escuela para este aniversario mas, agradesco a la autora y ojalá siga poniendo artículos asi de buenos.
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