“ENTRE MUJERES INSURGENTES Y REVOLUCIONARIAS”
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES
UNAM
Jueves 29 de abril. Mujeres insurgentes
- Josefina Hernández Téllez. La educación femenina en 1810
- Layla Sánchez Kuri. Presencia femenina en la Independencia.
- Elvira Hernández Carballido. Leona Vicario, la corresponsal de los insurgentes.
- Rosalinda Sandoval Orihuela. Los taconazos de Doña Josefa
Moderador: Vicente Castellanos Cerda
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Salón 12 Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Viernes 30 de abril. Mujeres revolucionarias
- Rosa María Valles Ruiz. Periodista y feminista: Hermila Galindo
- Elsa Lever M. El Universal y las mujeres periodistas
- Gloria Hernández Jiménez. Mujeres, revolución y fotografía
- Francisca Robles. Los corridos y la presencia femenina
Moderadora: Noemí Luna García
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Sala Lucio Mendieta, Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Pasos atrás en la educación
Por Mar Vicent
Presidenta de la Asociación por la Igualdad y contra la Violencia de género (XATEBA), en Xàtiva (Valencia).
Los entusiastas partidarios de la segregación argumentan su opinión hoy en día no en razones morales, sino en supuestas razones pedagógicas. Consideran superada la Ley de Educación Primaria de 1945 que decía que “la educación femenina debía preparar especialmente para la vida del hogar, la artesanía y las industrias domésticas” pero vienen a plantear que los niños, indisciplinados y agresivos por naturaleza precisan de una atención más constante que va en detrimento de las niñas, ignoradas por los profesores ante la exuberante problemática masculina. También alertan ante el peligro que trae la convivencia, “por la posibilidad de fomentar iniciaciones sexuales prematuras e indeseadas”, e incluso previenen de las distorsiones generadas en las conductas de los varoncitos que ante las nenas no tendrán más remedio que ser un poco más macarritas de lo necesario.
Sin embargo, su principal preocupación, justo es reconocerlo, es que las evidentes diferencias entre unos y otras hacen necesario un trato diferenciado. Porque es bien sabido que las niñas tienen su propio ritmo de aprendizaje, que es más rápido por cierto que el de los varones. Y es cierto también que ellas destacan en áreas como la comprensión lectora y la expresión verbal, mientras que los números y el espacio son para ellos pan comido.
Pero la cuestión es sin embargo, que ni todas las niñas, por serlo, son iguales, ni todos los niños, entre ellos, están cortados por el mismo patrón. Hay enormes y hermosas diferencias que hay que apreciar, respetar y tratar como precisen articulando todos los mecanismos necesarios para garantizar la atención a la individualidad y la diferencia. Porque también son diferentes los que provienen de otras culturas, los que gozan de una inteligencia privilegiada o los que provienen de familia de escasos recursos. Y la escuela, el sistema, ha de respetarlos para extraer de ellos las máximas capacidades, dando a cada cual lo que necesite, pero nunca jamás, ha de separarlos, clasificarlos, creando guetos y categorías estancas e injustas. Las niñas con las niñas, los tontos con los tontos, los ricos con los ricos, los musulmanes con los musulmanes…
Vivimos en una sociedad imperfecta que tiene como uno de sus mayores retos la desigualdad de derechos y oportunidades entre los hombres y las mujeres.
Serán las nuevas generaciones las que deben construir otra diferente y sólo podrán hacerlo si aquí y ahora les enseñamos a hacerlo. ¿Dónde? En la escuela, que es donde se forma a los ciudadanos y ciudadanas del mañana. ¿Cómo? Juntos, para que se conozcan, se aprecien, se respeten. Enseñándoles a ser hombres y mujeres diferentes, exentos de los prejuicios que les impidan ser como quieran o vivir como decidan.
Y para las mujeres, que queremos un mundo diferente y mejor, donde hombres y mujeres lleguen lo más lejos que sus capacidades les permitan, apoyándose mutuamente y respetándose en cualquier circunstancia, es un insulto pretender que hay que separarnos para enseñarnos a vivir la vida que nos espera.
Entérense de una vez: a ser tierno y ser fuerte, a ser sensible y ser eficaz, a ser apasionado y a ser trabajador hay que enseñar a todas las personas, a los chicos y a las chicas para que todos aprendan juntos lo que les está prohibido y lo que les está permitido.
Aún con todo, estando en un país libre, hay que pedir respeto para los partidarios de la segregación. Pero por favor, que se lo paguen ellos, y no pretendan que seamos todos, con dinero público quienes financiemos sus colegios. En España hay 150 centros segregados, y 64 de ellos piden y obtienen subvenciones de la Administración, 6 en la Comunidad Valenciana. Ya está bien.
Presidenta de la Asociación por la Igualdad y contra la Violencia de género (XATEBA), en Xàtiva (Valencia).
Los entusiastas partidarios de la segregación argumentan su opinión hoy en día no en razones morales, sino en supuestas razones pedagógicas. Consideran superada la Ley de Educación Primaria de 1945 que decía que “la educación femenina debía preparar especialmente para la vida del hogar, la artesanía y las industrias domésticas” pero vienen a plantear que los niños, indisciplinados y agresivos por naturaleza precisan de una atención más constante que va en detrimento de las niñas, ignoradas por los profesores ante la exuberante problemática masculina. También alertan ante el peligro que trae la convivencia, “por la posibilidad de fomentar iniciaciones sexuales prematuras e indeseadas”, e incluso previenen de las distorsiones generadas en las conductas de los varoncitos que ante las nenas no tendrán más remedio que ser un poco más macarritas de lo necesario.
Sin embargo, su principal preocupación, justo es reconocerlo, es que las evidentes diferencias entre unos y otras hacen necesario un trato diferenciado. Porque es bien sabido que las niñas tienen su propio ritmo de aprendizaje, que es más rápido por cierto que el de los varones. Y es cierto también que ellas destacan en áreas como la comprensión lectora y la expresión verbal, mientras que los números y el espacio son para ellos pan comido.
Pero la cuestión es sin embargo, que ni todas las niñas, por serlo, son iguales, ni todos los niños, entre ellos, están cortados por el mismo patrón. Hay enormes y hermosas diferencias que hay que apreciar, respetar y tratar como precisen articulando todos los mecanismos necesarios para garantizar la atención a la individualidad y la diferencia. Porque también son diferentes los que provienen de otras culturas, los que gozan de una inteligencia privilegiada o los que provienen de familia de escasos recursos. Y la escuela, el sistema, ha de respetarlos para extraer de ellos las máximas capacidades, dando a cada cual lo que necesite, pero nunca jamás, ha de separarlos, clasificarlos, creando guetos y categorías estancas e injustas. Las niñas con las niñas, los tontos con los tontos, los ricos con los ricos, los musulmanes con los musulmanes…
Vivimos en una sociedad imperfecta que tiene como uno de sus mayores retos la desigualdad de derechos y oportunidades entre los hombres y las mujeres.
Serán las nuevas generaciones las que deben construir otra diferente y sólo podrán hacerlo si aquí y ahora les enseñamos a hacerlo. ¿Dónde? En la escuela, que es donde se forma a los ciudadanos y ciudadanas del mañana. ¿Cómo? Juntos, para que se conozcan, se aprecien, se respeten. Enseñándoles a ser hombres y mujeres diferentes, exentos de los prejuicios que les impidan ser como quieran o vivir como decidan.
Y para las mujeres, que queremos un mundo diferente y mejor, donde hombres y mujeres lleguen lo más lejos que sus capacidades les permitan, apoyándose mutuamente y respetándose en cualquier circunstancia, es un insulto pretender que hay que separarnos para enseñarnos a vivir la vida que nos espera.
Entérense de una vez: a ser tierno y ser fuerte, a ser sensible y ser eficaz, a ser apasionado y a ser trabajador hay que enseñar a todas las personas, a los chicos y a las chicas para que todos aprendan juntos lo que les está prohibido y lo que les está permitido.
Aún con todo, estando en un país libre, hay que pedir respeto para los partidarios de la segregación. Pero por favor, que se lo paguen ellos, y no pretendan que seamos todos, con dinero público quienes financiemos sus colegios. En España hay 150 centros segregados, y 64 de ellos piden y obtienen subvenciones de la Administración, 6 en la Comunidad Valenciana. Ya está bien.
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