“ENTRE MUJERES INSURGENTES Y REVOLUCIONARIAS”
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES
UNAM
Jueves 29 de abril. Mujeres insurgentes
- Josefina Hernández Téllez. La educación femenina en 1810
- Layla Sánchez Kuri. Presencia femenina en la Independencia.
- Elvira Hernández Carballido. Leona Vicario, la corresponsal de los insurgentes.
- Rosalinda Sandoval Orihuela. Los taconazos de Doña Josefa
Moderador: Vicente Castellanos Cerda
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Salón 12 Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Viernes 30 de abril. Mujeres revolucionarias
- Rosa María Valles Ruiz. Periodista y feminista: Hermila Galindo
- Elsa Lever M. El Universal y las mujeres periodistas
- Gloria Hernández Jiménez. Mujeres, revolución y fotografía
- Francisca Robles. Los corridos y la presencia femenina
Moderadora: Noemí Luna García
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Sala Lucio Mendieta, Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
El callejón de las vírgenes de Safo
Por Elvira Hernández Carballido
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.
Cuando una mujer ama a otra mujer debe desafiar “la intolerancia y los falsos prejuicios”.
Cuando una mujer ama a otra mujer no siempre puede gritar su amor porque “es de silencios y caricias escondidas”.
Cuando una mujer ama a otra mujer se reconocen como “bohemias de la pasión” y “amantes de la ciudad”.
El callejón de las vírgenes de Safo (2002), escrito por Susana Quiroz e Inés Morales, editado por Mujeres y cultura subterráneas A. C., permite atisbar sentimientos y sensaciones que dibujan, aproximan, palpan e identifican el espacio lésbico con honestidad aguerrida, para que desde dentro las lecturas compartan cada palabra con las semejantas y desde fuera admiremos las expresiones amorosas entre mujeres que saben amar como mujeres a otras mujeres.
Ellas, ustedes, nosotras, las otras reconocen en este libro que “el clóset, el amor y la culpa” laten en corazones, actitudes y formas de sentir femeninas. Identifican un camino “entre tinieblas sucias y amarillas de intolerancia”. Pero “defienden sus ideas”. Su sexo parpadea mientras son amigas/amantes/novias/compañeras.
Cada texto transparenta palabras prolijas y directas, suaves y agresivas, meticulosas e insurrectas, rebeldes, bellas y airosas, con un aroma femenino retador e irresistible, provocador y provocativo.
En cada página suenan voces fuertes que vuelan “como cometa cerca de las estrellas”. Hay confesiones públicas que delatan un amor femenino clandestino pero libre, donde las mujeres intuyen el romance como “gatas hechizadas”, reconocen un sexo reprimido y vivir en un cuerpo equivocado pero que aman.
Se pueden encontrar operaciones aritméticas con resultados prodigiosos: lesbiana + mujer = orgasmo de entrega.
Se comparten momentos llenos de caricias profanas, nalgas tibias y sudor de pasión. Advertencias sobre un mundo raro donde solamente dios puede perdonar o condenar.
Hasta hay recetas asombrosas donde te orientan para preparar un coctel de frutas donde una toronja puede masturbarse y las jícamas enamorarse.
Esto y más se puede encontrar en El callejón de las vírgenes de Safo, donde la poesía solamente quiere cantar a la belleza del cuerpo femenino, declarar más no justificar, que dos mujeres se enamoran porque creen en los descubrimientos, las resignaciones, los reconocimientos y divisan que el sexo y el género pueden emanar amor sin pensar en las diferencias o semejanzas biológicas.
Pero Susana Quiroz e Inés Morales no solamente escriben poesía, también dan a conocer relatos cortos que rememoran cómo la pasión camina en los calles o dibujan el perfil de una rockera. Tal es la confianza con la lectora, el lector que permiten leer cartas que delatan la imposibilidad del amor aunque se siga amando a la misma persona y hasta esbozan una canción de cuna para vampiras, esos seres increíbles que pueden estar al “asecho de pecadoras inciertas, fogosas irreales que coleccionan flores negras”.
Interpretan “El blues de la lesbiana” y con un buen compás advierten, divierten retar, se burlan de ellas mismas y de las otras, provocan y complacen. Y si no acompáñenme con estas frases:
Hay también relatos más extensos que cuentan historias que cuentan historias de mujeres que pueden ser tías pudorosas que presionan confesiones donde puede musitarse: “Aquí estoy señor me acuso de ser una terca lesbiana”. Presentan chicas osadas que dibujan graffitis de amor. Hay encuentros casuales en el metro que terminan en un amor prometedor. Y hasta sueños húmedos, narrados con gran sensibilidad erótica que por prudencia aunque sin pudor después de un gemido de placer prefieren narrarse a la familia como una pesadilla.
El callejón de las vírgenes de Safo cierra con una comedia en dos actos, “Fauna de la selva morada”, donde cada personaje femenino es un animal con nombre de mujer o advertencia metafórica: Jaguar-Salma y Cebra- Irasema son los personajes principales. Una historia de amor imposible-posible, que enfrenta comprensión e incomprensión, intolerancia e infamia, solidaridad y sororidad.
El callejón de las vírgenes de Safo, de Susana Quiroz e Inés Morales es honesto y directo, apasionado y pasional, clandestino y libre.
Estas semanas que el libro me acompañó en mi casa, en el metro, en los autobuses ADO, de Pachuca a México, de México a Pachuca, en la universidad, en mi cubículo, fue hojeado por alumnos y alumnos, leído de reojo por mis amigas conservadoras y panistas, por mis amigas feministas moralinas, feministas abnegadas y feministas solidarias, revisado con morbo e inquietud por los machos desconocidos y causó inquietud en mis amigos machines adorables. Las reacciones fueron variadas, desde el horror moral hasta la simpatía erótica, pero nadie dejó de leerlo, de preguntar, de cuestionar, de interesarse.
Yo tuve la suerte de pasear por un callejón donde no me sentí extraña ni señalada, ni ajena ni distante. Este callejón me reconcilió con la esperanza de una sociedad tolerante y diversa, que se mira en su espejo y se gusta, y se quiere y se respeta. Este callejón marca huellas para recuperar, explorar y aprovechar más el erotismo femenino y el amor por nosotras mismas.
Luego de recorrer esta callejón es fácil esbozar una sonrisa comprensiva y solidaria y me ha permitido reconocerme como una mujer feminista abnegada apasionada buga enamorada reconquistada sensibilizada erotizada reconciliada y agradecida con la esencia femenina.
Este callejón me hizo descubrir esos pasos que permiten que una mujer y un hombre, un hombre y otro hombre, una mujer y otra mujer se amen porque creen en el amor y no solamente en una etiqueta social en un cuerpo.
Doctora en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, fue jurado en el reciente Premio Nacional de Periodismo.
Cuando una mujer ama a otra mujer debe desafiar “la intolerancia y los falsos prejuicios”.
Cuando una mujer ama a otra mujer no siempre puede gritar su amor porque “es de silencios y caricias escondidas”.
Cuando una mujer ama a otra mujer se reconocen como “bohemias de la pasión” y “amantes de la ciudad”.
El callejón de las vírgenes de Safo (2002), escrito por Susana Quiroz e Inés Morales, editado por Mujeres y cultura subterráneas A. C., permite atisbar sentimientos y sensaciones que dibujan, aproximan, palpan e identifican el espacio lésbico con honestidad aguerrida, para que desde dentro las lecturas compartan cada palabra con las semejantas y desde fuera admiremos las expresiones amorosas entre mujeres que saben amar como mujeres a otras mujeres.
Ellas, ustedes, nosotras, las otras reconocen en este libro que “el clóset, el amor y la culpa” laten en corazones, actitudes y formas de sentir femeninas. Identifican un camino “entre tinieblas sucias y amarillas de intolerancia”. Pero “defienden sus ideas”. Su sexo parpadea mientras son amigas/amantes/novias/compañeras.
Cada texto transparenta palabras prolijas y directas, suaves y agresivas, meticulosas e insurrectas, rebeldes, bellas y airosas, con un aroma femenino retador e irresistible, provocador y provocativo.
En cada página suenan voces fuertes que vuelan “como cometa cerca de las estrellas”. Hay confesiones públicas que delatan un amor femenino clandestino pero libre, donde las mujeres intuyen el romance como “gatas hechizadas”, reconocen un sexo reprimido y vivir en un cuerpo equivocado pero que aman.
Se pueden encontrar operaciones aritméticas con resultados prodigiosos: lesbiana + mujer = orgasmo de entrega.
Se comparten momentos llenos de caricias profanas, nalgas tibias y sudor de pasión. Advertencias sobre un mundo raro donde solamente dios puede perdonar o condenar.
Hasta hay recetas asombrosas donde te orientan para preparar un coctel de frutas donde una toronja puede masturbarse y las jícamas enamorarse.
Esto y más se puede encontrar en El callejón de las vírgenes de Safo, donde la poesía solamente quiere cantar a la belleza del cuerpo femenino, declarar más no justificar, que dos mujeres se enamoran porque creen en los descubrimientos, las resignaciones, los reconocimientos y divisan que el sexo y el género pueden emanar amor sin pensar en las diferencias o semejanzas biológicas.
Pero Susana Quiroz e Inés Morales no solamente escriben poesía, también dan a conocer relatos cortos que rememoran cómo la pasión camina en los calles o dibujan el perfil de una rockera. Tal es la confianza con la lectora, el lector que permiten leer cartas que delatan la imposibilidad del amor aunque se siga amando a la misma persona y hasta esbozan una canción de cuna para vampiras, esos seres increíbles que pueden estar al “asecho de pecadoras inciertas, fogosas irreales que coleccionan flores negras”.
Interpretan “El blues de la lesbiana” y con un buen compás advierten, divierten retar, se burlan de ellas mismas y de las otras, provocan y complacen. Y si no acompáñenme con estas frases:
Buzas, caperuzas, ñeras, carnalas, culeras, gandallas, machinas, creativas, chafas, chingonas, lacras por nuestras preferencias nos tocó ponernos panteras niguas que nos quieren licorear, cámara mis ganchudas, así que sebastiana no más la compone. Porque lista las baizas geta cucharon tatema sobre los patines los hilos mueven el puerco discutiendo la percha bajita la terraza podemos ser más chipocludas y como ven así masca la iguana despacito como la lesbiana.
Hay también relatos más extensos que cuentan historias que cuentan historias de mujeres que pueden ser tías pudorosas que presionan confesiones donde puede musitarse: “Aquí estoy señor me acuso de ser una terca lesbiana”. Presentan chicas osadas que dibujan graffitis de amor. Hay encuentros casuales en el metro que terminan en un amor prometedor. Y hasta sueños húmedos, narrados con gran sensibilidad erótica que por prudencia aunque sin pudor después de un gemido de placer prefieren narrarse a la familia como una pesadilla.
El callejón de las vírgenes de Safo cierra con una comedia en dos actos, “Fauna de la selva morada”, donde cada personaje femenino es un animal con nombre de mujer o advertencia metafórica: Jaguar-Salma y Cebra- Irasema son los personajes principales. Una historia de amor imposible-posible, que enfrenta comprensión e incomprensión, intolerancia e infamia, solidaridad y sororidad.
El callejón de las vírgenes de Safo, de Susana Quiroz e Inés Morales es honesto y directo, apasionado y pasional, clandestino y libre.
Estas semanas que el libro me acompañó en mi casa, en el metro, en los autobuses ADO, de Pachuca a México, de México a Pachuca, en la universidad, en mi cubículo, fue hojeado por alumnos y alumnos, leído de reojo por mis amigas conservadoras y panistas, por mis amigas feministas moralinas, feministas abnegadas y feministas solidarias, revisado con morbo e inquietud por los machos desconocidos y causó inquietud en mis amigos machines adorables. Las reacciones fueron variadas, desde el horror moral hasta la simpatía erótica, pero nadie dejó de leerlo, de preguntar, de cuestionar, de interesarse.
Yo tuve la suerte de pasear por un callejón donde no me sentí extraña ni señalada, ni ajena ni distante. Este callejón me reconcilió con la esperanza de una sociedad tolerante y diversa, que se mira en su espejo y se gusta, y se quiere y se respeta. Este callejón marca huellas para recuperar, explorar y aprovechar más el erotismo femenino y el amor por nosotras mismas.
Luego de recorrer esta callejón es fácil esbozar una sonrisa comprensiva y solidaria y me ha permitido reconocerme como una mujer feminista abnegada apasionada buga enamorada reconquistada sensibilizada erotizada reconciliada y agradecida con la esencia femenina.
Este callejón me hizo descubrir esos pasos que permiten que una mujer y un hombre, un hombre y otro hombre, una mujer y otra mujer se amen porque creen en el amor y no solamente en una etiqueta social en un cuerpo.
Etiquetas: Meditaciones de Elvira Hernández Carballido
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