“ENTRE MUJERES INSURGENTES Y REVOLUCIONARIAS”
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES
UNAM
Jueves 29 de abril. Mujeres insurgentes
- Josefina Hernández Téllez. La educación femenina en 1810
- Layla Sánchez Kuri. Presencia femenina en la Independencia.
- Elvira Hernández Carballido. Leona Vicario, la corresponsal de los insurgentes.
- Rosalinda Sandoval Orihuela. Los taconazos de Doña Josefa
Moderador: Vicente Castellanos Cerda
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Salón 12 Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Viernes 30 de abril. Mujeres revolucionarias
- Rosa María Valles Ruiz. Periodista y feminista: Hermila Galindo
- Elsa Lever M. El Universal y las mujeres periodistas
- Gloria Hernández Jiménez. Mujeres, revolución y fotografía
- Francisca Robles. Los corridos y la presencia femenina
Moderadora: Noemí Luna García
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Sala Lucio Mendieta, Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Más víctimas silenciadas
Por Teresa Mollá Castells
Periodista y feminista en Ontinyent, Valencia, España
Esta semana leía en un periódico el horror por el que cada día siguen pasando las mujeres que fueron violadas en la guerra de Bosnia (1992-1995). Se calcula que fueron más de 20.000 la mayoría de ellas musulmanas aunque también las había serbias y croatas.
Viven una situación de olvido por parte de casi todo el mundo y esta situación se agrava puesto que no existe ninguna ley que la trate como lo que son: víctimas de una guerra.
Las graves consecuencia que estas agresiones sexuales dejaron en estas mujeres las han llevado a situaciones límite como el intento de suicido en más del veinticinco por ciento de los casos, a sufrir grandes alteraciones psicológicas y en la mayoría de los casos a la ruptura de relaciones con sus propias familias que las consideran culpables de haber provocado dicha situación.
Mientras leía horrorizada esta noticia, me acordaba de muchas otras mujeres que son utilizadas, como ya decía en un artículo reciente, como armas de guerra.
Las de todos los conflictos armados del África, esas grandes desconocidas que son compradas y vendidas como esclavas por los señores de la guerra de cada uno de los conflictos armados que allá existen y que además son violadas en la selva y también repudiadas en casa, como las mujeres musulmanas bosnia.
Las que sufren cada día el femicidio de América del centro y del sur, en donde se considera que son decenas de miles las muertas cada año.
Las mujeres de la selva brasileña y colombiana que son secuestradas violadas e intercambiadas entre los guerrilleros como armas de guerra.
Las del sureste asiático que son usadas como esclavas sexuales sin ningún tipo de derecho.
Las niñas abandonadas en China como consecuencia de una política natalista claramente androcéntrica y condenadas a vivir en unas situaciones de vida horrorosas en unos orfanatos deplorables, si consiguen sobrevivir a una más que probable muerte justo en el momento de su nacimiento.
Las de Afganistán, condenadas a vivir en una constante prisión como lo es el Burka.
Y así un largo etcétera a lo largo y ancho del planeta.
Pero además el asunto se agrava cuando las víctimas son niñas, puesto que las marcas que estas agresiones pueden dejar en ellas es indeleble y quizás sea eso, precisamente lo que buscan sus agresores, el sometimiento más absoluto al poder de ellos, de esos hombres malvados que tienen en sus manos la vida de estas niñas y mujeres.
Mucho han cambiado las cosas en el mundo en los últimos veinte o treinta años, pero quizás uno de los cambios más importantes haya sido el hecho de poder conocer la situación de vida que sufren otras compañeras con peor suerte que nosotras.
Sencillamente por esto, por conocer sus penosas condiciones de vida, deberíamos ser conscientes que tenemos un compromiso con ellas que no tienen nada, más que sufrimientos y sometimiento a quienes se lo han robado todo.
En demasiados casos, su propia vida, se convierte en su peor enemiga, puesto que cada día, a cada momento les recuerda su sufrimiento injusto.
Las demás, las que vivimos en un mundo teóricamente civilizado, avanzado y con derechos, tenemos la obligación moral de ser sus voces, de recordar al mundo que los avances de las ciencias, de las mejoras de vida, que incluso el acceso a las medicinas, a la educación o sencillamente el derecho a la vida no es para todo el mundo igual y que siguen siendo ellas, las mujeres, las grandes olvidadas y silenciadas en las grandes cumbres internacionales que marcan grandes objetivos, o que firman la paz entre antiguos contendientes.
Pero, ¿Quién se ha acordado de las miles de mujeres bosnias que fueron violadas, quien pide justicia para ellas?
Soy de las que cree que han de ser recordadas y su situación ha de ser reparada. Pero no únicamente la de las mujeres bosnia, sino de todas las mujeres del mundo que son tratadas peor que se trata a muchos animales.
Desde aquí todo mi reconocimiento, recuerdo, respeto y admiración.
Periodista y feminista en Ontinyent, Valencia, España
Esta semana leía en un periódico el horror por el que cada día siguen pasando las mujeres que fueron violadas en la guerra de Bosnia (1992-1995). Se calcula que fueron más de 20.000 la mayoría de ellas musulmanas aunque también las había serbias y croatas.
Viven una situación de olvido por parte de casi todo el mundo y esta situación se agrava puesto que no existe ninguna ley que la trate como lo que son: víctimas de una guerra.
Las graves consecuencia que estas agresiones sexuales dejaron en estas mujeres las han llevado a situaciones límite como el intento de suicido en más del veinticinco por ciento de los casos, a sufrir grandes alteraciones psicológicas y en la mayoría de los casos a la ruptura de relaciones con sus propias familias que las consideran culpables de haber provocado dicha situación.
Mientras leía horrorizada esta noticia, me acordaba de muchas otras mujeres que son utilizadas, como ya decía en un artículo reciente, como armas de guerra.
Las de todos los conflictos armados del África, esas grandes desconocidas que son compradas y vendidas como esclavas por los señores de la guerra de cada uno de los conflictos armados que allá existen y que además son violadas en la selva y también repudiadas en casa, como las mujeres musulmanas bosnia.
Las que sufren cada día el femicidio de América del centro y del sur, en donde se considera que son decenas de miles las muertas cada año.
Las mujeres de la selva brasileña y colombiana que son secuestradas violadas e intercambiadas entre los guerrilleros como armas de guerra.
Las del sureste asiático que son usadas como esclavas sexuales sin ningún tipo de derecho.
Las niñas abandonadas en China como consecuencia de una política natalista claramente androcéntrica y condenadas a vivir en unas situaciones de vida horrorosas en unos orfanatos deplorables, si consiguen sobrevivir a una más que probable muerte justo en el momento de su nacimiento.
Las de Afganistán, condenadas a vivir en una constante prisión como lo es el Burka.
Y así un largo etcétera a lo largo y ancho del planeta.
Pero además el asunto se agrava cuando las víctimas son niñas, puesto que las marcas que estas agresiones pueden dejar en ellas es indeleble y quizás sea eso, precisamente lo que buscan sus agresores, el sometimiento más absoluto al poder de ellos, de esos hombres malvados que tienen en sus manos la vida de estas niñas y mujeres.
Mucho han cambiado las cosas en el mundo en los últimos veinte o treinta años, pero quizás uno de los cambios más importantes haya sido el hecho de poder conocer la situación de vida que sufren otras compañeras con peor suerte que nosotras.
Sencillamente por esto, por conocer sus penosas condiciones de vida, deberíamos ser conscientes que tenemos un compromiso con ellas que no tienen nada, más que sufrimientos y sometimiento a quienes se lo han robado todo.
En demasiados casos, su propia vida, se convierte en su peor enemiga, puesto que cada día, a cada momento les recuerda su sufrimiento injusto.
Las demás, las que vivimos en un mundo teóricamente civilizado, avanzado y con derechos, tenemos la obligación moral de ser sus voces, de recordar al mundo que los avances de las ciencias, de las mejoras de vida, que incluso el acceso a las medicinas, a la educación o sencillamente el derecho a la vida no es para todo el mundo igual y que siguen siendo ellas, las mujeres, las grandes olvidadas y silenciadas en las grandes cumbres internacionales que marcan grandes objetivos, o que firman la paz entre antiguos contendientes.
Pero, ¿Quién se ha acordado de las miles de mujeres bosnias que fueron violadas, quien pide justicia para ellas?
Soy de las que cree que han de ser recordadas y su situación ha de ser reparada. Pero no únicamente la de las mujeres bosnia, sino de todas las mujeres del mundo que son tratadas peor que se trata a muchos animales.
Desde aquí todo mi reconocimiento, recuerdo, respeto y admiración.
Etiquetas: Mujeres Sabias y Brujas de Tere Molla
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