“ENTRE MUJERES INSURGENTES Y REVOLUCIONARIAS”
FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES
UNAM
Jueves 29 de abril. Mujeres insurgentes
- Josefina Hernández Téllez. La educación femenina en 1810
- Layla Sánchez Kuri. Presencia femenina en la Independencia.
- Elvira Hernández Carballido. Leona Vicario, la corresponsal de los insurgentes.
- Rosalinda Sandoval Orihuela. Los taconazos de Doña Josefa
Moderador: Vicente Castellanos Cerda
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Salón 12 Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
Viernes 30 de abril. Mujeres revolucionarias
- Rosa María Valles Ruiz. Periodista y feminista: Hermila Galindo
- Elsa Lever M. El Universal y las mujeres periodistas
- Gloria Hernández Jiménez. Mujeres, revolución y fotografía
- Francisca Robles. Los corridos y la presencia femenina
Moderadora: Noemí Luna García
Inaugura: Maestro Arturo Guillemoud Rodríguez Vázquez
Sala Lucio Mendieta, Edificio de Posgrado (“F), 18:00 horas, FCPyS
El sueño de Margarita
Biografías y ciudadanía
Por María Esther Espinosa Calderón
Periodista, ha colaborado en diversos medios, entre ellos el Uno más Uno, Mira, El Universal, Etcétera, 'Triple Jornada' del periódico La Jornada, y en la revista Fem.
Este 17 de octubre se cumple un aniversario más de aquel sueño de Margarita García Flores y de otras dirigentes e intelectuales: adquirir la ciudadanía plena para las mexicanas. Un sueño hecho realidad hasta 1953, al que le antecedió una gran lucha. Este año Margarita ya no lo celebró porque el 10 de septiembre cerró sus ojos para siempre a los 74 años de edad. Ya no conoció la decisión y el juego truculento de los partidos políticos y al que se prestaron las “juanitas” (dícese de aquellas 8 diputadas electas que cedieron su curul, una vez repartidas las comisiones a los diputados suplentes, entre los que se encuentran hermanos, esposos y cuñados); de los arreglos y componendas; ya no se llenó de impotencia al ver que el voto de muchos y muchas no sirvió para nada, o mejor dicho, se lo pasaron por el arco del triunfo.
Margarita se fue con la tranquilidad de que a pesar de “las juanitas”, las mujeres a lo largo de estos 56 años han logrado mucho, aunque todavía falta un largo camino por recorrer.
Mujer emprendedora y luchadora desde muy joven, García Flores a los 18 años fue directora de la sección femenil del Partido revolucionario Institucional (PRI), regidora, diputada federal y senadora suplente, junto con otras dirigentes e intelectuales, presentó una propuesta al entonces candidato a la Presidencia, Adolfo Ruiz Cortines, para extender el sufragio universal a las mujeres. Ya como presidente, Ruiz Cortines cumplió su palabra y promulgó las reformas constitucionales que otorgaron el voto a las mujeres en el ámbito federal, algo que hasta entonces era exclusivo de los hombres.
De esta forma se consumaba un sueño, el sueño de Margarita y de miles de mujeres de todas condiciones, posiciones y pensamientos; se consumaba una lucha empezada cientos de años atrás. Lucha que las “juanitas” no saben ni conocen la historia de por qué ganaron y cómo ganaron.
Margarita García Flores consideraba que faltaba mucho para que las mujeres y hombres vivan en plena equidad de condiciones y oportunidades. Consideraba que esta conquista sería gradual.
Hablaba de los logros que se habían obtenido: “Hoy el trabajo doméstico de las mujeres es más valorado”, y en el ámbito laboral “ahora somos jefas”. “Antes no pasábamos de ser la ‘sub’. En las universidades somos el 50 por ciento de estudiantes. ¡Qué no hubiera dado Sor Juana Inés de la Cruz por vivir esa realidad!,
“Lo menos importante es que México tenga una presidenta. Eso es protagonismo; hombre o mujer, lo que importa es que sea la mejor o el mejor candidato”, sostenía.
Activista, intelectual, fue de las primeras mujeres en ocupar un cargo de elección popular en el país, fue declarada “La mujer del año” en 1978, y en 1979 recibió la medalla “Al mérito jurídico”. En el PRI hay un reconocimiento a las mujeres priístas que lleva el nombre de Margarita García Flores.
Un poco de Historia
Hablar de la importancia del voto de la mujer es hablar del camino que emprendieron miles de mujeres durante años. A veces de forma aislada y otras conjunta pero todas con el mismo fin llegar a las urnas para elegir y ser elegidas.
No obstante, es hablar también de las dificultades que ha tenido que enfrentar para ser elegida a cargos de representación popular. En algunas naciones que antecedieron a México con el voto femenino, las mujeres obtuvieron una independencia económica y una condición social que no se hubiera previsto uno o dos siglos antes.
El sexo femenino constituye dos tercios de la población analfabeta del mundo; soporta la doble y a veces hasta triple jornada de trabajo, gana menos que los hombres; se excluye del proceso de toma de decisiones “que afectan la forma en que esta organizada la sociedad e incluso de las decisiones que afectan su propio cuerpo”.
Mucho antes de que se le reconociera como ciudadana, la mujer consiguió el ingreso a la educación, a ejercer alguna profesión, a obtener el divorcio. Una de las primeras luchadoras fue la periodista Laureana Wright, quien trabajó incansablemente desde su revista Las violetas del Anáhuac.
Después de la primera Guerra Mundial, en 21 países el voto femenino ya era un hecho. Para 1950 se da casi en todo el mundo, en México es hasta 1953.
En 1916, la fundadora de la revista Mujer Moderna, Hermila Galindo, solicitó a Venustiano Carranza el sufragio. Fue rechazada con el argumento de que la mujer no estaba capacitada para ejercer ese derecho. “En 1917 y 1934 cuando se le preguntaba a los voceros gubernamentales porqué se les había concedido el voto a los hombres analfabetos, mientras que se les había negado a las mujeres letradas, en repetidas ocasiones afirmaban 'las mexicanas todavía no están preparadas para votar'”.
Lo que el gobierno temía era que las mujeres votaran diferente que los hombres, es decir, que la mayoría de ellas seguirían los consejos del clero y elegirían a los candidatos antigubernamentales.
Con este derecho político las mujeres comenzaron a ocupar curules en el Congreso Legislativo. Desde entonces se habla de la primera diputada, de la primera senadora, son quienes han logrado dar un paso más.
A 56 años, a pesar de “la juanitas” se puede deducir que las mujeres han cumplido son su deber, por el que lucharon durante siglos, sin embargo, falta mucho para lograr consolidar el derecho de ser elegidas a puestos de representación popular.
Por María Esther Espinosa Calderón
Periodista, ha colaborado en diversos medios, entre ellos el Uno más Uno, Mira, El Universal, Etcétera, 'Triple Jornada' del periódico La Jornada, y en la revista Fem.
Este 17 de octubre se cumple un aniversario más de aquel sueño de Margarita García Flores y de otras dirigentes e intelectuales: adquirir la ciudadanía plena para las mexicanas. Un sueño hecho realidad hasta 1953, al que le antecedió una gran lucha. Este año Margarita ya no lo celebró porque el 10 de septiembre cerró sus ojos para siempre a los 74 años de edad. Ya no conoció la decisión y el juego truculento de los partidos políticos y al que se prestaron las “juanitas” (dícese de aquellas 8 diputadas electas que cedieron su curul, una vez repartidas las comisiones a los diputados suplentes, entre los que se encuentran hermanos, esposos y cuñados); de los arreglos y componendas; ya no se llenó de impotencia al ver que el voto de muchos y muchas no sirvió para nada, o mejor dicho, se lo pasaron por el arco del triunfo.
Margarita se fue con la tranquilidad de que a pesar de “las juanitas”, las mujeres a lo largo de estos 56 años han logrado mucho, aunque todavía falta un largo camino por recorrer.
Mujer emprendedora y luchadora desde muy joven, García Flores a los 18 años fue directora de la sección femenil del Partido revolucionario Institucional (PRI), regidora, diputada federal y senadora suplente, junto con otras dirigentes e intelectuales, presentó una propuesta al entonces candidato a la Presidencia, Adolfo Ruiz Cortines, para extender el sufragio universal a las mujeres. Ya como presidente, Ruiz Cortines cumplió su palabra y promulgó las reformas constitucionales que otorgaron el voto a las mujeres en el ámbito federal, algo que hasta entonces era exclusivo de los hombres.
De esta forma se consumaba un sueño, el sueño de Margarita y de miles de mujeres de todas condiciones, posiciones y pensamientos; se consumaba una lucha empezada cientos de años atrás. Lucha que las “juanitas” no saben ni conocen la historia de por qué ganaron y cómo ganaron.
Margarita García Flores consideraba que faltaba mucho para que las mujeres y hombres vivan en plena equidad de condiciones y oportunidades. Consideraba que esta conquista sería gradual.
Hablaba de los logros que se habían obtenido: “Hoy el trabajo doméstico de las mujeres es más valorado”, y en el ámbito laboral “ahora somos jefas”. “Antes no pasábamos de ser la ‘sub’. En las universidades somos el 50 por ciento de estudiantes. ¡Qué no hubiera dado Sor Juana Inés de la Cruz por vivir esa realidad!,
“Lo menos importante es que México tenga una presidenta. Eso es protagonismo; hombre o mujer, lo que importa es que sea la mejor o el mejor candidato”, sostenía.
Activista, intelectual, fue de las primeras mujeres en ocupar un cargo de elección popular en el país, fue declarada “La mujer del año” en 1978, y en 1979 recibió la medalla “Al mérito jurídico”. En el PRI hay un reconocimiento a las mujeres priístas que lleva el nombre de Margarita García Flores.
Un poco de Historia
Hablar de la importancia del voto de la mujer es hablar del camino que emprendieron miles de mujeres durante años. A veces de forma aislada y otras conjunta pero todas con el mismo fin llegar a las urnas para elegir y ser elegidas.
No obstante, es hablar también de las dificultades que ha tenido que enfrentar para ser elegida a cargos de representación popular. En algunas naciones que antecedieron a México con el voto femenino, las mujeres obtuvieron una independencia económica y una condición social que no se hubiera previsto uno o dos siglos antes.
El sexo femenino constituye dos tercios de la población analfabeta del mundo; soporta la doble y a veces hasta triple jornada de trabajo, gana menos que los hombres; se excluye del proceso de toma de decisiones “que afectan la forma en que esta organizada la sociedad e incluso de las decisiones que afectan su propio cuerpo”.
Mucho antes de que se le reconociera como ciudadana, la mujer consiguió el ingreso a la educación, a ejercer alguna profesión, a obtener el divorcio. Una de las primeras luchadoras fue la periodista Laureana Wright, quien trabajó incansablemente desde su revista Las violetas del Anáhuac.
Después de la primera Guerra Mundial, en 21 países el voto femenino ya era un hecho. Para 1950 se da casi en todo el mundo, en México es hasta 1953.
En 1916, la fundadora de la revista Mujer Moderna, Hermila Galindo, solicitó a Venustiano Carranza el sufragio. Fue rechazada con el argumento de que la mujer no estaba capacitada para ejercer ese derecho. “En 1917 y 1934 cuando se le preguntaba a los voceros gubernamentales porqué se les había concedido el voto a los hombres analfabetos, mientras que se les había negado a las mujeres letradas, en repetidas ocasiones afirmaban 'las mexicanas todavía no están preparadas para votar'”.
Lo que el gobierno temía era que las mujeres votaran diferente que los hombres, es decir, que la mayoría de ellas seguirían los consejos del clero y elegirían a los candidatos antigubernamentales.
Con este derecho político las mujeres comenzaron a ocupar curules en el Congreso Legislativo. Desde entonces se habla de la primera diputada, de la primera senadora, son quienes han logrado dar un paso más.
A 56 años, a pesar de “la juanitas” se puede deducir que las mujeres han cumplido son su deber, por el que lucharon durante siglos, sin embargo, falta mucho para lograr consolidar el derecho de ser elegidas a puestos de representación popular.
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