Mujeres de abanico
Mujeres de agua, de aire, de la urbe, del campo, de fuego y de nubes. Una selección de poemas de la autora que forman parte del libro En cada cicatriz cabe la vida, ganador del Premio Nacional de Poesía “Enriqueta Ochoa”, 1998.
I
Una mujer de mar ama a los náufragos
de sueño. Compadece a las sirenas.
Busca peces alados y les canta.
Exige amor entre las rocas, goza
el riesgo del ahogo y de la sal.
Cuando piensa en la muerte, duerme en balsas.
II
La mujer de aire tiene un remolino
entre las faldas. Ráfagas de seda
y lino son sus armas y su escudo.
El viento no la vence, la acaricia,
la excita; la convierte en huracán
de olores y suspiros. No le importa
el peligro, destruye cualquier mástil
y viento en popa, besa
la piel que la consume.
III
Una mujer de paso
es en los sueños huella,
tatuaje en el asfalto
y sonido lejano de campanas.
Bajo su almohada esconde
un puño de laurel,
y en el tobillo ostenta una pulsera.
IV
Una mujer de levadura es tigre.
Busca hombres atorados en la tierra.
Si los encuentra, intensos,
en una sola herida los devora.
V
Una mujer urbana
escurre adrenalina por las calles.
Tiene los labios dulces por el vino.
Bosteza por la tarde
mientras toca sus senos invaluables.
Conoce sus colmenas, sus delirios.
Una mujer urbana
guarda como secreto, su infinito
placer por el desastre.
VI
Tierra labrada es la mujer del campo.
Amarra sus deseos con la milpa,
en la cintura los detiene todos.
Balbucea sus sueños,
guarda en el vientre espigas.
Con sus manos quiere cortar el fuego;
con las piernas plagiar el tiempo verde.
El lodo de sus pies tiene memoria.
VII
Una mujer de fuego
sacia su masoquismo en una llaga.
Se deshace en momentos y delirios.
Tiene una brújula en el corazón.
Con su lengua voraz busca la sal
para quedar sedienta.
Es la gallina del deseo
quien corre en su mirada y su esqueleto.
VIII
Una mujer de nubes es Marbella.
Alondra sorprendida en la ventana
con sueños de violetas en la lumbre.
Marbella:
Siempre tienes en la canasta frutas
y un ramo de claveles en la herida.
Haces magia con un reloj de arena.
Tu fe mueve montañas,
el parto es tu milagro.
Eres mujer sin escudos, sin anclas.
La casa sin tus prisas y tus gritos
sería una alacena sin hormigas.
La estufa sin tus manos
sólo un montón de fierros.
Marbella:
Estás hecha de sopa y de pinturas
de rezos y caricias
de leche y yerbabuena.
Estos poemas de la autora forman parte del libro En cada cicatriz cabe la vida (Premio Nacional de Poesía “Enriqueta Ochoa”, 1998. Ediciones Casa Juan Pablos, Instituto Michoacano de Cultura, Instituto Municipal de Cultura de Torreón. México 1999.
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