2023 Columnas Elvira Hernández Carballido 

Siete veces María Magdalena

Por Elvira Hernández Carballido


Mientras leía Fábula de la inmortalidad, primera novela de Beatriz Escalante publicada en 1995 y hoy reeditada por Porrúa, siete veces soñé con su protagonista, siete veces me desperté pensando en su autora y las siete María Magdalenas que encontré en esta obra.


Mientras leía Fábula de la inmortalidad, primera novela de Beatriz Escalante publicada en 1995 y hoy reeditada por Porrúa, siete veces soñé con su protagonista y siete veces me desperté pensando en su autora. Al cerrar el libro algo provocaba que siete veces repitiera el nombre de María Magdalena, que siete veces negara un final malo en su vida y descubriera a siete mujeres que han aparecido en mi vida con ese mismo nombre.

Siete, quizá el número me seguía por la magia contenida en este libro, por el gato negro de la portada cuyas siete vidas se reflejaban en su mirada de luna y me hipnotizaba para no soltar este ejemplar.

Me convencí que esto no era casualidad cuando empecé a buscar el significado del siete: Es un número mágico, establece un puente entre el cielo y la tierra, es el dispensador de la vida, fuente de todos los cambios, influye en todos los seres sublimes, representa la totalidad del universo en movimiento. Siete, el número definitivo en la lectura de las cartas españolas para adivinar el futuro. Siete, el número fiel para delimitar la cifra exacta de maravillas en el mundo. Siete, el número invitado a las fiestas y rituales judíos. Siete, el número de días que dicen tardó Dios en crear el universo. Siete, el número de pecados capitales. Siete, el número de días de la semana. Siete, los demonios expulsados del cuerpo de María Magdalena, según San Mateo.

Entonces, ¿por qué no?  Describir a las siete María Magdalenas que encontré en esta novela.   Las siete que tejieron mis sueños, las siete que se escabulleron a mi alma, las siete que admiré y las siete que no entendí. Las siete que fueron espejo. Las siete que soñé ser y las que no quiero ser. Que logran enfrentarme con mis demonios y buscaban hacerme huir de todos los infiernos. Las que gocé en cada página y deseaba conocer. Chamanas y Protectoras. Inmortal.

María Magdalena niña

Y al nacer mató a su madre, son las primeras líneas con las que empieza Fábula de la inmortalidad. Una niña que al momento de llegar a la vida ya vive su primera tragedia, el primer rechazo, la primera maldición. Jamás fue acurrucada en el seno materno, siempre fue odiada por su padre. ¿Qué puede hacer una niña con ese destino final? ¿Seguirlo o torcerlo? ¿Ser testigo silencioso? ¿Cerrar los ojos y enfrentar lo que venga? Abandonada por su padre, es vendida por sus tíos a un hombre misterioso, un árabe rodeado por un aura mágica… “Así, a causa del temor, la niña comenzó a practicar la paciencia, incapaz aún de adivinar que tal virtud –unida al dominio del difícil arte de la observación y los secretos que extraería de ese hombre– la convertiría en una hechicera.”

María Magdalena sola y no

En cada página creemos escuchar ecos de un silencio tenebroso, de un silencio necesario, de un silencio solidario, un silencio sabio. La narradora parece invitarnos a caminar de puntitas para espiar a nuestra protagonista y atisbar una soledad que no da miedo, que no provoca lástima, mucho menos compasión. María Magdalena está sola y no. La soledad es una bendición que le permitirá explorarse e inventarse. Un espejo donde se asomará cuando sea necesario, pero no para descubrirse sino para inventar nubes e ideas, soplos que acercará a quienes ella no necesite y alejarán a quienes llegue a amar. Parece estar sola, lo está y no.

María Magdalena alquimista

Cuánta magia hay en cada capítulo, simbologías complicadas, sinfín de símbolos, lenguajes simbólicos, un exilio espiritual y un destino latente. Nuestra protagonista aprende y observa, intenta y fracasa, desea y acierta, el rigor la vuelve generosa, su magia apunta al corazón y no a la razón. Su brújula señalaba los puntos cardinales que sigue toda alma de alquimista: Al norte la cristalización, al sur los preparativos, al oriente los baños de agua y arena, y al poniente la guarida de los falsos pergaminos.

María Magdalena bruja

Volar con ella a las doce de la noche, sin escoba y con la luna. Aceptar maldiciones, pero nunca permitir que salgan de la boca de una verdadera bruja, ella no maldice, solamente hechiza. Ama sobre hojas húmedas y envenena por amor. Sus pócimas buscan la inmortalidad y sus palabras mágicas se vuelven estrellas. Se tiende desnuda sobre hojas de fresal para fundirse con el espacio. El calor no le hace daño, por eso ningún fuego puede quemarla.

María Magdalena visionaria

Buscarte en sueños para desconocerte, memorizar pesadillas para salvarte. Defenderte de los bienamados e ir en busca de los villanos que amenazan tu vida. Cerrar los ojos para estar despierta y vencer todo lo que puede herirte. Abrir los ojos para soñar lo que nunca tuviste, pero conoces bien. Cada ensueño estaba salpicado de melancolías eternas. Sombras seguían su sombra. Un vértigo constante le anunciaba lo incierto de su vida.

María Magdalena sabia

Atrapar el conocimiento, comprender cada acto mágico, memorizar las palabras precisas que logren el brebaje esperado que prometa la inmortalidad. Sabiduría femenina que se hacina en la pared de una cueva hechizada. Quemar todo y crear todo. Inventar y reinventar pócimas para hacerte dormir y para provocar todos los despertares. María Magdalena observó y aprendió, consultó y entendió, experimentó y reinventó, desordenó y transgredió. Siempre reaccionó física y espiritualmente para vivir eternamente, pero “¿para qué podría querer la inmortalidad? La muerte era la única forma de huir de su destino.”

María Magdalena – Beatriz Escalante – yo 

Sí, la novela Fábula de la inmortalidad es compleja, rara y genial. Gracias a ella confirmo que María Magdalena es la apóstol de apóstoles cuya voz se ha vuelto eco para inmortalizar nuestros sueños. Gracias Beatriz por ser maestra de la palabra y alquimista de historias. Yo te escucho en cada página y tomo nota para hacer mis propios brebajes literarios. Fábula de la inmortalidad es un aquelarre inmortal por el que debemos apostar hasta el último instante de nuestra vida .

 

 

 

 

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