Por negligencia médica, Alma perdió uno de sus ojos
Foto: Freepik
Por María Esther Espinosa Calderón
La salud es lo más importante en la vida y cuando se pierde, por cualquier causa, no hay forma de recuperarla ni con todo el dinero del mundo. Alma Rosa sufre las consecuencias de una negligencia médica.
La salud es lo más importante en la vida y cuando se pierde, por cualquier causa, no hay forma de recuperarla ni con todo el dinero del mundo. Alma Rosa sufre las consecuencias de operarse con un oftalmólogo de su confianza, una simple cirugía de catarata en su ojo derecho la llevó a vivir un verdadero calvario. El procedimiento que tardaría cuando menos media hora, duró más de dos horas.
No solo perdió su ojo derecho después de la mala praxis del médico, sino su trabajo, sus ahorros, propiedades, por buscar alternativas para una mejor calidad de vida. El doctor que es su conocido, no quiere asumir su responsabilidad del daño que provocó en lo físico, emocional y económico.
La historia del sufrimiento de Alma Rosa empieza el 9 de febrero de 2022, día en que llega a la clínica para operarse. Cirugía relativamente sencilla y rápida, se realiza con anestesia local, el o la paciente no siente dolor durante el procedimiento, es ambulatoria. Sin embargo, en este caso no ocurrió así, desde que llegó a su casa empezó con una serie de molestias que le parecieron no ser normales.
La primera vez que fue a consulta en 2019, el doctor le dijo que debían de esperar un poco, que en ese momento no era conveniente la cirugía. Para la consulta del 20 de julio de 2021 el médico le entrega el diagnóstico donde asegura la necesidad de la operación. Es hasta el 3 de febrero de 2022 que Alma Rosa decide que le quiten la catarata, el médico le pide estudios preoperatorios.
Ella había tomado otras dos opiniones que coincidían con el diagnostico de su doctor (del cual no podemos dar nombre porque hay un proceso legal de por medio), al que le tenía confianza, por su trato y por las veces que fue a consulta, además de que lo conocía, nunca imaginó lo que pasaría con su ojo y la respuesta del médico ante su negligencia.
El 9 de febrero de 2022, Alma llegó a las 9:30 am a la clínica, entró a la intervención a las 10:14 am. Después de ponerle la anestesia el doctor le dijo: “¡La veo muy tranquila!” a lo que ella respondió: “¡Claro, estoy en manos de Dios y de usted!”. Estaba nerviosa pero confiada.
El galeno le comentó que era una operación muy sencilla que duraría aproximadamente entre 30 y 40 minutos, no fue así, se tardaron, como ya se comentó, más de dos horas. Se le hizo extraño, no se quedó con la duda, a su pregunta el doctor contestó “que la catarata le había costado mucho trabajo porque estaba muy gruesa y dura”. Eso le preocupó, salió de la clínica con mucha incertidumbre. En la tarde, ya estando en su casa sintió un dolor intenso, parecía que le perforaban el cráneo y el hueso que se ubica abajo del ojo, además la coloración era totalmente roja, se desesperó y se angustió.
Comenzaría el calvario de dolor, le habían realizado una mala operación que ponía en peligro su vista. Al día siguiente a primera hora le habló al médico para explicarle el dolor tan fuerte que tenía. Fue a revisión y le dijo que era un cuadro infeccioso, por eso su ojo estaba inflamado y rojo. Le recetó otros medicamentos que, a pesar de tomarlos y ponérselos, las molestias no cesaban, ni lo intenso del color rojo del ojo. Solo deseaba estar acostada, y que nadie le hiciera ruido porque sentía que le taladraban la cabeza.
Como el dolor no se quitaba fue a consulta el 11 de febrero de 2022, el oftalmólogo le dijo que siguiera con el tratamiento. Regresó dos días después, no sentía ninguna mejoría, “me citó el día 15 de febrero en la clínica para realizarme otra intervención, con carácter de urgente y solo así él sabría qué estaba pasando, volví a confiar en él. Me explicó que había retirado restos de la catarata y que todo iba a estar bien”.
Sin embargo, los malestares no cedieron, se volvieron más intensos. “gritaba del dolor”, pasaban los días y no había ningún avance, estaba a punto de volverse loca del temor, de la angustia y del dolor. La respuesta del médico era seguirse tomando las mismas medicinas y “tratar de calmarse”. En la consulta del 18 de febrero comenta Alma Rosa que le preguntó: “Doctor, ¿qué pasa con mi ojo? ¿Por qué no mejora? ¿Por qué los dolores tan intensos y la coloración roja y la inflamación? Se puso nervioso, y su respuesta fue que se estaba haciendo lo posible”. Le molestó la poca información que le proporcionaba. “me di cuenta de su falta de profesionalismo y empatía. Me sentí confundida, abusada, atemorizada, estafada, traicionada, vejada, indignada, frustrada, había puesto toda mi confianza y mi salud en sus manos y su silencio era muy confuso y aterrador. No tenía otra respuesta, más que ‘se está haciendo todo lo posible’”.
Alma Rosa salió del consultorio con mucho miedo, no sabía cuál sería la magnitud de lo que le había provocado. Se sentía física y emocionalmente deshecha, necesitaba de su vista para seguir trabajando, sus planes a futuro se vinieron por los suelos, perdió la oportunidad laboral que tenía en Quintana Roo, a donde debía presentarse a trabajar el 1 de marzo. “Soy una persona activa y autosuficiente, tengo que generar ingresos para mantenerme, debido a mi actual estado de salud, no lo he podido hacer y me he visto obligada a contratar cuidados especiales y otras actividades”.
Antes de salir de su consultorio, el doctor me llamó para decirme que era necesaria otra intervención quirúrgica con un especialista en retina. Con los nervios a flor de piel y con todo lo que había pasado a Alma no se le ocurrió preguntarle por qué una tercera cirugía, ni ir con otro especialista. Solo quería que desapareciera el dolor, le dijo: “Ese es tu problema, con quién tú decidas, me avisas la hora, el día y el lugar para que me operen”.
La lucha de Alma Rosa continuará, porque no es fácil perder de la noche a la mañana un órgano del cuerpo, cualquiera que sea, por una negligencia médica, por no aceptar su error el médico y canalizarla a uno profesional. Continúa en busca de justicia y de la reparación del daño.
El 2 de marzo fue intervenida por tercera ocasión, ahora con un retinólogo, le comentaron que se había hecho lo que se tenía que hacer, fue durante ocho días consecutivos a revisión médica. Las cosas se complicaron, por los medicamentos comenzó a padecer náuseas durante el día. Aunque el dolor aminoró, no se quitó del todo; empezaron otros síntomas, como vómitos esporádicos. Su cuerpo comenzó a tener otras reacciones extrañas e inesperadas, el 17 de marzo, de repente su cara se hinchó, sus manos se engarrotaron, le salieron aftas en la boca y en los labios, lo cual le generó pánico, se asustaron también las personas que la acompañaban y que estaban cerca de ella.
Le llamó al oftalmólogo, quien no le dio ninguna respuesta certera, solo le propuso que acudiera con un internista. Inmediatamente Alma fue a consultar al especialista, le recetó otro tipo de medicinas. Le preguntó para qué era la primera, el médico le explicó: “Es para cuando se pierde un órgano, el cuerpo responde con mucho dolor, además ayuda a minimizarlo y estabilizar las emociones”. “Fue hasta entonces que me percaté que había perdido el sentido de la vista del ojo derecho y que existía la probabilidad de perder mi ojo”. Cosa que nunca le mencionó quien la operó.
Alma Rosa ha perdido no solo su ojo derecho, que es lo más importante, sino mucho dinero en su atención médica; ha tenido que recurrir a las y los amigos, a la familia para solventar los gastos que este doctor le ocasionó y que no se quiere hacer responsable del daño causado. Ha perdido las oportunidades de trabajo por no poder estar bien de salud. Los daños causados ascienden a varios miles de pesos, ha tenido que pagar abogados que la apoyan con la demanda de este seudomédico que no quiere dar la cara y que propone que la afectada se arregle con la aseguradora.
El 7 de diciembre de 2022 Alma Rosa acudió a una consulta al Instituto de Oftalmología Conde de Valenciana en la sede que tiene en Santa Fe en la CDMX, su diagnóstico es: Ojo ciego doloroso posterior a cirugía de catarata complicada (lo que nunca le explicó el dotor a quien ella le tenía confianza). El cual “se caracteriza por el daño irreversible al globo ocular y puede ser secundario a varias etiologías, de las cuales es el más común el trauma ocular… Usualmente el dolor superficial del ojo se origina en la córnea, conjuntiva y algunas veces en el epitelio corneal o de la erosión, laceración o irritación química de la conjuntiva. Generalmente el dolor es distinguido y localizado, se puede percibir como dolor cortante, punzante y ardoroso. El dolor corneal causa fotofobia, blefaroespasmo (movimientos involuntarios de los ojos) y lagrimeo. El dolor ocular profundo casi siempre es sordo y severo”.[1]
Alma Rosa fue a la fundación antes mencionada con el interés de que se le realice una evisceración de ojo derecho que consiste en la remoción del contenido intraocular respetando la esclera (la “cáscara” del ojo), la conjuntiva y los músculos extraoculares. Dentro del casquete escleral se debe colocar un implante para aportarle volumen a la cavidad.
La paciente debe de llevar un tratamiento psicológico y psiquiátrico, para aceptar su nueva vida, también requiere tener recursos para solventar esos gastos y los de su nueva operación y para su prótesis. “La enucleación o evisceración es el tratamiento definitivo, sin embargo, existen otras alternativas terapéuticas para algunos pacientes que no están clínica o psicológicamente aptos para sufrir la remoción del globo ocular.
“La decisión terapéutica para tratar este problema se debe tomar en conjunto con el paciente y su entorno familiar, tomando en cuenta aspectos culturales, psicológicos y religiosos, ya que la posibilidad de realizar una enucleación está presente, pero debemos valorar las condiciones y aspectos individuales para adecuar nuestro tratamiento; se inicia con una terapéutica conservadora. El ojo juega un papel cosmético importante para los pacientes, por lo que ellos eligen mantenerlo, no obstante, en personas que sufren accidentes que involucran la desfiguración del ojo o deformidad de éste, se ha visto que aceptan más dicho procedimiento”.[2]
La lucha de Alma Rosa continuará, porque no es fácil perder de la noche a la mañana un órgano del cuerpo, cualquiera que sea, por una negligencia médica, por no aceptar su error el médico y canalizarla a uno profesional. Continúa en busca de justicia y de la reparación del daño.
Después de la experiencia traumática que sufrió Alma Rosa, aconseja que es importante ante cualquier tratamiento médico, consultar diferentes opiniones, sobre todo conocer la experiencia del especialista, sus antecedentes y analizar su currículo. Si algo sale mal desde el primer momento y saltan interrogantes con el tratamiento y no existe mejoría, buscar otro especialista, para obtener respuesta a las dudas y a los riesgos a los que se está expuesto/a.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed), “una negligencia médica ocurre cuando la persona especialista de la salud descuida atenciones y precauciones necesarias para el bienestar de su paciente causándole daños”. En ocasiones estos daños son irreversibles. En otras, un error en la praxis médica puede llevar a la muerte.
El doctor le comentó a Alma Rosa que no había sido una negligencia, sino un accidente. En internet se explica que un accidente “es cualquier fenómeno o hecho traumático espontáneo que sobreviene en el individuo sano o en el curso de una enfermedad”.[3] Nada que ver con la negligencia que el galeno cometió con su paciente. Una amiga anestesióloga, que prefiere no decir su nombre, explica: “Un accidente médico es cuando se presenta de forma inherente al manejo del paciente y la negligencia es cuando se presenta un error por falta de diligencia”.
El de Alma Rosa no fue un accidente, fue una negligencia médica que la dejó con un daño irreversible: Ojo ciego doloroso, posterior a cirugía de catarata. Su vida cambió para siempre.
Fuentes:
[1] https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=51334
[2] https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=51334
[3] https://www.google.com/search?client=firefox-b-d&sxsrf=AB5stBgAVaPs4LMXft0F8j-fXP2tLcTRlA:1689293659407&q=%C2%BFQu%C3%A9+son+los+accidentes+m%C3%A9dicos%3F&sa=X&ved=2ahUKEwix3fWj9YyAAxVYPEQIHS3sCeAQzmd6BAgZEAY&biw=1920&bih=927&dpr=1
✔Elena Poniatowska llega feliz a sus 91 años
✔La violencia ácida, una huella imborrable física y psicológica
✔Felices diecisiete MujeresNet.info
✔Como si el tiempo se hubiera detenido