Siwapajti: Medicina de mujer. Memoria y teoría de mujeres
En esa historia narrada, Vergara Sánchez hace un cuestionamiento al pensamiento crítico científico hegemónico en la que se nos enseña a ser “objetivos”, a separarnos de nuestro “objeto de estudio”, a ser “imparciales”, a no tener una “posición política”, a ser “racionales”. Todo entre comillas.
Empiezo con una disculpa por no estar de cuerpa presente en este día tan importante para mi querida Karina, la removedora de conciencias, “fina navaja que va calando hondo”, escriben Cecilia Castro y Patricia Lessa, en el prólogo de esta obra.
Sí, la pluma de Karina es incisiva, firme. Lanza la palabra exacta, en el momento preciso. Podría decir que esta lesbofeminista separatista no tiene piedad. Vamos, hasta de lo mordaz hace poesía. Podría decirlo, pero no lo digo. No en este día que nos ofrece la medicina de una mujer para otras mujeres. Quizá no para todas, pero sí para quienes la quieran tomar. De a poquito o de un jalón.
A muchas les parecerá amarga, dolorosa. Otras la probarán tantito y les costará mucho continuar. No es fácil. Yo la tomé en un momento de fragilidad emocional y física, pues a mi mamá, de 84 años la operaron de una hernia, pero se me vino todo encima, mucho trabajo por la pandemia, la maldita pandemia y la mala política sanitaria que me arrebataron a mi hermano hace dos años.
No estoy sola con todo el trabajo de cuidado, pero soy la principal responsable y eso desgasta mucho. Ya conocía un poco el remedio de Karina, pero por trámites y preparación para cirugía de mamá, me lo tuve que tomar casi de un jalón mientras doña Leonor estaba en el quirófano, después junto a su cama, entre ponerle el cómodo, darle sus alimentos o mientras vigilaba su sueño.
Como que no fue muy conveniente hacerlo de esta forma, porque, como siempre —y este libro no pudo haber sido la excepción— nos proyectamos o nos reflejamos en sus letras. Y experimentar la teoría y práctica a la vez, en el momento en el que estoy, acerca del cuidado de las otras y los otros, puede ser un ejercicio de alto riesgo para la salud emocional.
Pareciera que es la misma historia contada acerca del origen de la subordinación, explotación y opresión de las mujeres, pero Karina lo hace desde la escuela lesbofeminista separatista. O sea, desde una mirada crítica que se aleja de la academia, digamos, tradicional, de la que se nutre el feminismo.
Yo creo que el libro debería traer las instrucciones de la medida exacta de cuantas palabras tomar al día para escuchar los susurros de las abuelas, las madres, las ancestras. En mi caso, conforme las iba dosificando —las palabras— me preguntaba hacia dónde nos quería llevar la curandera, la cihuameh. O hacia dónde estaba yendo yo, la gaxi (gachi, arrastrando la ch), «mujer» en chocholteco, lengua materna de mis ancestras.
Karina nos indica que el objetivo de Siwapajti es mostrar algunos aspectos que conforman la historia económica, política, social y psíquica de las mujeres. Nos dice que es un ejercicio de memoria y de teoría de mujeres. ¿Dónde empezó todo y cómo llegamos a este momento? Se pregunta. Pareciera que es la misma historia contada acerca del origen de la subordinación, explotación y opresión de las mujeres, pero Karina lo hace desde la escuela lesbofeminista separatista. O sea, desde una mirada crítica que se aleja de la academia, digamos, tradicional, de la que se nutre el feminismo.
En esa historia narrada, Vergara Sánchez hace un cuestionamiento al pensamiento crítico científico hegemónico en la que se nos enseña a ser “objetivos”, a separarnos de nuestro “objeto de estudio”, a ser “imparciales”, a no tener una “posición política”, a ser “racionales”. Todo entre comillas. Cuando investigamos, debemos tener la teoría, el enfoque, la hipótesis, la categoría, el objetivo, el planteamiento. Karina elige otros caminos: el de la experiencia, los susurros y las voces de las mujeres para —como indica— construir un sistema de saberes propios.
¿Acaso somos tan peligrosas las mujeres que hasta la misma palabra quieren desaparecer?
La historia contada de otra forma permite identificar aspectos que con la mirada del llamado conocimiento científico se han dejado fuera de este sistema mundo patriarcal, de cómo nos han definido, cómo nos han nombrado, cómo nos han utilizado, cómo se han adueñado de nuestro territorio, nuestro cuerpo, nuestra sexualidad, nuestra dignidad y de nuestras crías.
Contar la historia de otra forma nos lleva a desmontar aquella que ha legitimado e impuesto una versión de las mujeres incompleta, incoherente, nebulosa y mentirosa. Así veremos que desde el psicoanálisis no había tal envidia del pene sino envidia del útero, que el sistema mundo patriarcal es homosexual por excelencia, que la primera esclavitud fue la de las mujeres. Y la principal: que el proyecto patriarcal no ha sido exitoso, porque siempre ha habido resistencia.
Y ahí fue cuando me cambió el semblante, cuando empecé a relajarme. Claro, pensé, Karina no podía ser tan malvada, como muchas la pintan, no podía dejarnos en la desesperanza, en la desolación, en la idea de que nada se puede hacer ante una maquinaria compleja, con muchos prismas. Sí, siempre hay resistencia. Siempre la habrá. Una salida es amarnos entre las mujeres. Karina lo traduce en que hay que dejar de servirle al sistema-mundo patriarcal, desobedecer el mandato de ser la tirana vigilante una de la otra y acompañarnos entre nosotras.
Plantea la desobediencia completa desde el análisis lesbofeminista: no solo la desobediencia amatoria y sexual, sino agregarle la ética y el cuidado a la salud mental en un sistema que busca mermarnos para dificultar organizarnos. Lamento no poder estar aquí, con mi amiga, con ustedes, para poder debatir un poco más algunas ideas del libro y para ver si no me equivoco al decir que esta propuesta, de la cual Karina expone de diversas formas en otros escritos, la vinculo con lo que Adrianne Rich llama “existencia lesbiana”, pues va más allá de lo sexual, algo en lo que todas las mujeres podríamos asumir: una existencia lesbiana, como indica Rich, o una desobediencia lesbiana, en palabras de Karina.
Escribir como una propuesta política feminista, para generar conocimiento a través de la evidencia vivencial, de la experiencia de las mujeres. Para que dejemos las huellas arqueológicas necesarias que documenten nuestro paso, nuestra desobediencia.
Cómo me gustaría mencionar a todas las mujeres de mi historia, pero es difícil. Antes de cerrar quiero también dejar mi aporte para las que están, para las que vienen: escribir nuestra historia para cambiar la historia que nos contaron, que nos impusieron. Escribir como una propuesta política feminista, para generar conocimiento a través de la evidencia vivencial, de la experiencia de las mujeres. Para que dejemos las huellas arqueológicas necesarias que documenten nuestro paso, nuestra desobediencia.
Agradezco a Rosario Velasco Velasco, una mujer guerrera de la tierra oaxaqueña de mis ancestras, el dato de la lengua chocholteca. Ella es una más que ha desafiado el machismo arraigado de nuestra comunidad.
Karina, amiga, deseo que la medicina que nos recetaste a mares, este llamado que haces, se pueda encontrar en todos lados, con el gran trabajo de Noemí Luna, de Eterno Femenino. Que tu llamado llegue y cale hondo como lo ha hecho con muchas que te han leído, como lo hizo conmigo. Muchas, muchas gracias…
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