2020 Edición Diciembre'20 Reflexiones 

Como el cielo azul que alguna vez vi yo

Foto: diariolibre.com

Por Karen Abúndez Ortiz

 

Nacer en la pandemia, sin poder sentir lo que es un rayo de sol ni qué es el viento. ¿Qué clase de infancia será llamada ésta?


Mi bebé está atrapada en el cuarto. Quisiera que saliera a tomar el sol, a jugar con los niños y niñas, vaya, por lo menos a saludarlos. Esto ya no es igual. Mi vida ha cambiado. El Covid-19 nos ha cambiado y también un pequeño ser humano ha modificado mi vida, ya soy mamá a mis 23 años y aún estudio la universidad y estoy sobreviviendo a la pandemia.

Sobrevivir ahora es muy duro y me pesa más, porque ahora tengo a mi bebita. Qué mundo es el que está ahí afuera para ella y para todos los demás niños. Su mundo es diferente, y lo será; como lo mencioné al principio ni para tomar el sol puedes salir.

Mi hija tiene dos meses, acaba de nacer en esta pandemia en semáforo rojo, si les contara el momento de nervios que tenía para su nacimiento… pensaba en los hospitales donde había gente con Covid y en que nos íbamos a contagiar.

Sin embargo, su nacimiento fue distinto a los demás bebés de mi familia, somos una familia muy unida y grande, ahora somos 32; cuando un bebé nuevo va a nacer vamos todos los integrantes a la clínica donde nacerá, o sea los 32 estamos ahí presentes en la clínica.

Mi hija tiene dos meses, acaba de nacer en esta pandemia en semáforo rojo, si les contara el momento de nervios que tenía para su nacimiento…

Y ahora fue todo diferente. Las únicas personas que estuvimos y la vimos ese día fueron su papá, su abuela materna y yo.

Gracias a Dios todo salió muy bien, la cirugía ahora me preocupaba menos que el contagio por Covid-19 de mi hija o mío. Y tristemente nadie ha visto más a mi bebé que solo nosotros tres. Las videollamadas y fotos son la nueva forma por la cual conocieron a mi hija.

Ya está por finalizar el año y mi niña no se ha  enfermado, sin embargo, no ha podido salir al patio, no ha sentido lo que es un rayo de sol ni qué es el viento. ¿Qué clase de infancia será llamada ésta? ¿Cuándo acabará para que ella pueda sentir esto y más?

Los días parecen ser todos iguales, sin salir de casa, sin tener contacto con más personas. No puedo salir porque debo cuidarme más por mi hija, pues yo soy la que está en contacto con ella todo el tiempo.

Las mañanas son felices solo con ver sonreír a mi hija. Si no sonrío yo, ¿entonces quién más puede ayudarle a conocer lo que es una sonrisa?

Las mañanas son felices solo con ver sonreír a mi hija. Si no sonrío yo, ¿entonces quién más puede ayudarle a conocer lo que es una sonrisa? La única visita que tiene es la de su mamá.

Ella está encerrada en su cuarto sin percatarse mucho de la situación, le emocionan los cuadros viejos colgados con polvo, o el ruido de la lavadora; es algo mágico y único para ella, pareciera que cada día descubrimos un rincón nuevo con polvo o telas de araña, pero para ella es único.

Cuando sea grande ella me preguntará a dónde la llevé de pequeña, quiénes la conocieron durante todo su primer año, se me parte el corazón imaginar cuando le diga, que nadie la visitó o incluso que no salíamos de casa. Sin embargo, aunque yo siento que ya me estoy volviendo loca por no tener contacto social y tomar aire fresco, me alegra saber que vale mucho la pena por mi hija.

Quiero contarles que este golpe en las paredes cerradas, me ha hecho ver que lo tan común, mi bebé lo ve como lo más nuevo, lista para tocar y descubrir… ver el techo blanco la hace sonreír de oreja a oreja, es como si viera el cielo azul que alguna vez vi yo, allá afuera…

 

 

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