2023 Artículos Georgina Rodríguez Gallardo 

Sentido de vida y la pasión por vivir: Logoterapia

Foto: Elsa Lever M./MujeresNet

Por Georgina Ligeia Rodríguez Gallardo


Tomar las riendas de la vida y encontrarle sentido es una responsabilidad personal, es asumir el compromiso de uno/a mismo/a en comunión con la sociedad, una actitud de empuje, de sanación ante la adversidad.


Me di a la tarea de leer nuevamente el libro El hombre en busca de sentido, de Viktor E. Frankl[1]; es uno de esos libros que te mueven el alma y de aportan una nueva visión de la complejidad de la persona social. Fue prisionero en los campos de concentración nazis durante varios años (1942-1945). Su familia murió en los campos de concentración, pero él se mantuvo con vida, a pesar de las circunstancias crudas y brutales que padeció; no haberse dado por vencido luchando desde su interior significó mantenerse con vida.

Su experiencia en los campos de concentración y su formación como médico especializado en psiquiatría le permitieron analizar su entorno y a cada personaje de los campos de concentración, y las diferentes emociones y situaciones vividas. En el índice de su libro vemos temas como los siguientes, entre otros por demás impactantes:

  • La vida en el campo
  • Apatía
  • Lo que hace daño
  • El insulto
  • Los sueños de los prisioneros
  • El hambre
  • La sexualidad
  • Ausencia de sentimentalismo
  • Política y religión
  • La huida hacia el interior
  • Cuando todo se ha perdido

A partir de su experiencia de vida responde a la pregunta ¿qué mantuvo con vida a los sobrevivientes de los campos de concentración y a él mismo? Su respuesta está fundamentada en la logoterapia, con la que los prisioneros/as y él mismo encontraron un sentido a la vida, una razón para continuar con vida sin importar la situación de sufrimiento y humillación que padecieron. La logoterapia se propone como psicoterapia en pacientes que buscan superar una crisis o el sufrimiento que produce en la persona un vacío existencial. Es por ello que la propuesta es un objetivo existencial. No es surfear por la vida, no es rendirse por cualquier tropiezo, dificultad o circunstancia atroz que se esté padeciendo, es contar con un motivo para seguir viviendo la vida, o como cita Frankl a Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo” (Frankl; 1991:8)

 “El vacío existencial es un fenómeno muy extendido en el siglo XX. Ello es comprensible y puede deberse a la doble pérdida que el hombre tiene que soportar desde que se convirtió en un verdadero ser humano. Al principio de la historia de la humanidad, el hombre perdió algunos de los instintos animales básicos que conforman la conducta animal y le confieren seguridad; seguridad que, como el paraíso, le está hoy vedada al hombre para siempre: el hombre tiene que elegir; pero, además en los últimos tiempos de su transcurrir, el hombre ha sufrido otra pérdida; las tradiciones que habían servido de contrafuerte a su conducta se están diluyendo a pasos agigantados. Carece, pues, de un instinto que le diga lo que ha de hacer; en ocasiones no sabe ni siquiera lo que le gustaría hacer. En su lugar, desea hacer lo que otras personas hacen (conformismo) o hace lo que otras personas quieren que haga (totalitarismo)”. (Frankl, 1991:108)

En la humanidad del siglo XXI en que la individualidad, el consumismo y vivir la vida a partir de redes sociales ha convertido a las personas en islas dentro de una comunidad que se desvanece, ha contribuido a que la pérdida de rumbo personal se incremente. A esto se suma el debilitamiento de las instituciones sociales –anomia– lo que da como consecuencia el vacío existencial. Finalmente somos personas sociales que requerimos de instituciones fuertes y consolidadas, así como de la interacción cara a cara. ¿Qué ha ocurrido? El contacto social se transformó: de presencial a darse a partir de medios electrónicos; ello encaminó a las personas a perder el contacto tan necesario para su desarrollo social redundando en un vacío en su interior. La falta de interacción y los cambios en la forma de socializar restaron bases sólidas, substancia en sus relaciones, que proporcione un cimiento a las personas que les permita contar con objetivos de vida que les provean de satisfacciones para continuar con su propósito de vivir la vida. No podemos dejar de lado que las relaciones sociales basadas en la comunidad –y no en el aislamiento– fortalecen las estructuras sociales.

“Cuando Radcliffe Brown define estructura lo hace como ‘algún tipo de disposición ordenada de partes o componentes… los componentes o unidades de la estructura social son personas y una persona es un ser humano considerado no como un organismo, sino como un individuo que ocupa una posición en la organización social’; se refiere a la estructura comparándola con un organismo, en el cual cada parte remite a alguna relación con las otras, con el fin de mantener una estructura y garantizar el orden, desde la propia autorregulación del sistema. Por lo que las unidades de esta estructura son las personas, las cuales están influenciadas por organizaciones reguladas por normas y estamentos de los cuales está fundamentada.”[2]

No podemos olvidar el aislamiento que la pandemia provocó y el consecuente incremento del uso de medios electrónicos para continuar con los estudios, el trabajo y el contacto con la familia. Sin embargo, esto dejó una profunda mella. En estos tiempos postpandemia en que importantes sectores de la población se recuperan de las dificultades del encierro, aislamiento, la pérdida de seres cercanos, de empleo, de negocios y de los estudios, retomar o encontrar un sentido de vida resulta de gran relevancia y, en palabras de Viktor Frankl, el sentido de vida es un tema de responsabilidad, de tomar conciencia de la existencia y de sus limitaciones. Finalmente es encontrar un propósito de vida.

“Este énfasis en la capacidad de ser responsable se refleja en el operativo categórico de la logoterapia; a saber: ‘Vive como si ya estuvieras viviendo por segunda vez y como si la primera hubieras obrado tan desacertadamente como ahora estás a punto de obrar’. Me parece a mí que no hay nada que más pueda estimular el sentido humano de la responsabilidad que esta máxima que invita a imaginar, en primer lugar, que el presente ya es pasado y, en segundo lugar, que se puede modificar y corregir ese pasado: este precepto enfrenta al hombre con la finitud de la vida, así como con la finalidad de lo que cree de sí mismo de su vida.” (Frankl, 1991:111)

Al crecimiento de almas solitarias y existencias vacías podemos sumar el debilitamiento de las instituciones, y las secuelas emanadas de la pandemia de COVID-19 que han derivado en el incremento de trastornos emocionales como son la ansiedad, depresión, insomnio. Si bien es posible que el trastorno estuviera oculto o controlado previo a la pandemia, finalmente la experiencia de la pandemia lo detonó; se rompió el continuum, la estabilidad. Sin embargo, el poder de adaptación de la persona social ante la adversidad (resiliencia) buscará su restablecimiento; es cierto que para algunas personas será más complicado, o creerán que no es posible retomar la vida u otorgarle un sentido. Como ejemplo consideremos la alta incidencia suicida de la población en Corea, es ya una preocupación que gran parte de su población tenga ideación suicida. Las razones no están claras, pero es una sociedad en que el autoaislamiento es frecuente, la estética personal una inversión y la competitividad se encuentra arraigada.

“Así como todos tenemos un lugar y un día de nacimiento, todos tendremos una fecha y una causa de muerte. Por eso suelo pensar en la causa de mi muerte y la de mis amigos. Nosotros constantemente albergamos pensamientos suicidas con el anhelo de ‘otra’ vida, pero, al final, lo que tendremos que enfrentar es ‘la carencia de anhelos’”[3]

Finalmente tomar las riendas de la vida, es una responsabilidad personal, es asumir el compromiso de uno/a mismo/a en comunión con la sociedad.

“Como quiera que toda situación vital representa un reto para el hombre y le plantea un problema que sólo él debe resolver, la cuestión del significado de la vida puede invertirse. En última instancia, el hombre no debería inquirir cuál es el sentido de la vida, sino comprender que es a él a quien se inquiere. En una palabra, a cada hombre se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; sólo siendo responsable puede contestar a la vida. De modo que la logoterapia considera que la esencia íntima de la existencia humana está en su capacidad de ser responsable”. (Frankl; 1991:110)

Viktor Frankl ofrece algunos puntos para dar sentido a la vida: 1) Los valores experienciales que son aquellos hechos de vida que nos han representado vivencias, o bien el amor a una persona. 2) Valor creativo que representa el compromiso con la vida propia que contempla el arte, música, escritura, invención. 3) Los valores actitudinales son los valores de vida como la compasión, valentía y el sentido del humor. Estos valores si bien son importantes, el que resulta fundamental es el suprasentido que es reconocer la existencia de un sentido último en la vida, que no depende de otros, ni de la dignidad sino de un sentido espiritual: Dios, darle un sentido al sufrimiento (abnegación).

“Este sentido último excede y sobrepasa, necesariamente, la capacidad intelectual del hombre, en logoterapia empleamos para este contexto el término suprasentido. Lo que se le pidió al hombre no es, como predican muchos filósofos existenciales, que soporte la insensatez de la vida, sino más bien que asuma racionalmente su propia capacidad para aprehender toda la sensatez incondicional de esa vida. Logos[4] es más profundo que lógica.” (Frankl; 1991:119)

Tener un sentido de vida, una razón y objetivo que conceda la tarea de seguir adelante requiere en los casos graves, el solicitar ayuda. Es la responsabilidad de tomar las riendas de la vida, una actitud de empuje, de sanación ante la adversidad: ser resiliente y a esto se suma la necesidad de contar con un sentido de vida, dando respuesta a esa pregunta que ha acompañado al humano: la razón de la existencia misma. El plantear esta pregunta no debe generar un vacío existencial sino un propósito de vida. Bajo estos términos, cualquier persona podrá seguir adelante, aprenderá a vivir siempre sustentado en la comunidad. Finalmente somos seres sociales que requerimos de instituciones sólidas que den estabilidad social, que permitan la convivencia y el desarrollo armónico de sus integrantes.

Fuentes:

[1] Frankl, Viktor E. (1991): El hombre en busca de sentido, Barcelona: Editorial Herder

[2] “Radcliffe Brown y el Funcionalismo Estructural, en Histeria de la Antropología, 27 de diciembre de 2008. https://antroapologia.wordpress.com/2008/12/27/radcliffe-brown-y-el-funcionalismo-estructural/ Consultado el 9 de agosto de 2023.

[3] Youngsu, Jung (2022): “La capacidad de negar la vida”, en Revista de la Universidad de México, Dossier julio de 2022. https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/7b7c531e-aada-4c83-b70a-f5159a354057/la-capacidad-de-negar-la-vida Consultado el 17 de agosto de 2023.

[4] Equivale a significado, o propósito (Frankl; 1991:100)

 

 

 

 

 

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