Una estrella brilló con luz propia, pero sin reflectores
Por María del Socorro Martínez Cervantes
Sin alcanzar la proyección que muchos le auguraban en su carrera musical, ni el merecido reconocimiento, la vida y el canto de Martha Ventura se apagaron para siempre después de más de 50 años de trabajo y dedicación.
In memoriam de Martha Ventura,
una mujer que nunca toleró el acoso ni el maltrato sexista.
Una portentosa y versátil voz femenina que incursionó en todo tipo de géneros musicales durante más de 50 años de trabajo y dedicación entregados a la música, se apagó para siempre este mes de julio en la Ciudad de México, sin haber alcanzado el merecido reconocimiento, que ella hubiera querido, como solista.
Sí, ella, Martha Ventura, la rockera y extraordinaria vocalista del grupo Martha y los Ventura que popularizó con mucho éxito, a finales de la década de los 60s, varios covers en español de música pop como la famosísima “Gotas de lluvia al caer” (Raindrops keep falling on my head, en inglés) , murió de un repentino mal que truncó su deseo de despuntar, por enésima vez como solista, en el concurso La Voz Senior de TV Azteca, para el cual se preparaba en 2019 a sus setenta y tantos años de edad.
Y es que el camino que le tocó recorrer a la oaxaqueña en el México machista de los años 70s, 80s y 90s no era fácil para ninguna mujer que deseara destacar profesionalmente por sus propios méritos. Determinante como era, siempre se negó a tolerar el acoso y maltrato sexista que imperaba en todos los ámbitos, pero quizá más desenfadada e impunemente en el medio artístico y musical.
Martha fue hostigada sexualmente por empresarios de la industria disquera a quienes ella rechazaba tajantemente. “Siempre fui muy rebelde, por eso dicen que no hice nada. Si hubiera sido más dócil y más accesible con algunos empresarios, habría sido otra historia” declaró en el libro Sirenas al ataque. Historia de las mujeres rockeras mexicanas publicado en 2008 por Teresa Estrada, en el que la autora ofrece un recuento pormenorizado del trayecto arduo y accidentado que recorrieron las pioneras del rock mexicano, donde por años desempeñaron un papel secundario, decorativo o periférico, como señala en su contraportada dicha obra. En la entrevista allí publicada, Martha Ventura declaró: “Decían que era lesbiana. Yo, para quitármelos de encima, les decía ‘la que me encanta es tu mujer, ¿no me la puedo tirar?’. Lo que me ha perdido, es que soy muy determinante. Yo no me aferro a nada que no dependa de mí misma. Es horrible depender de treinta o cuarenta fulanos arriba de ti” expresó entonces la cantante.
Determinante como era, siempre se negó a tolerar el acoso y maltrato sexista que imperaba en todos los ámbitos, pero quizá más desenfadada e impunemente en el medio artístico y musical.
Con su prodigiosa voz podía interpretar magistralmente tanto boleros y baladas, como rock, blues y sones casi con el mismo sabor cubano con que lo hacían los oriundos de la isla caribeña. “Todo lo cantaba bien, su registro era amplio, en lo personal me gustaba su dominio de los registros graves” aseguraba Jorge Barrientos, director del famosísimo grupo Recuerdos del Son, del cual Martha fue la primera voz femenina durante casi 10 años.
También la intérprete participó en la primera edición del Festival OTI con una canción de Felipe Gil, compitiendo en 1971 con figuras que despuntaron a la fama como Juan Gabriel, Napoleón y Óscar Chávez. Asimismo, cantó con la orquesta de Pepe Arévalo y sus Mulatos en el desaparecido centro de espectáculos El Gran León, apodado como “La Catedral de la Salsa”, porque en él tocaron las mejores orquestas y músicos de mayor prestigio en el mundo.
Quienes conocieron a Martha la admiraron y respetaron por su talento. Su carrera vocal fue larga y continua, pero con altibajos trabajando en restaurantes, bares, foros culturales y otras presentaciones acompañada de sus amigos músicos. Se presentaba en el salón New Orleans conocido como “La Catedral del Jazz” y en muchos otros.
En opinión del cantautor y compositor Rafael Mendoza, “ella nunca tuvo los reflectores que merecía ni se posicionó como la estrella del escenario que podía haber sido”. En algún evento en el que coincidieron, le propuso grabar alguna de sus canciones para un video, lamentablemente ya no fue posible contar con la colaboración de la tremenda intérprete de boleros como “Si me comprendieras”, “Tú me acostumbraste” y muchos otros.
Martha Valle López, mejor conocida en el medio musical como Martha Ventura, cantó con Ella Laboriel a quien le unía una entrañable amistad y fue invitada especial de Rodrigo de la Cadena, en el popular programa de televisión Noche, boleros y son.
En opinión del cantautor y compositor Rafael Mendoza, “ella nunca tuvo los reflectores que merecía ni se posicionó como la estrella del escenario que podía haber sido”.
La verdad es que Martha fue una mujer aguerrida y determinante que se negó a someterse a los chantajes y argucias con que los empresarios de esa época acosaban a las mujeres en el medio musical.
En 1970 cuando se propuso iniciar su carrera como solista, luego de grabar varios discos como Martha y los Ventura, con quienes popularizó canciones como “Lágrimas de amor”, “Amor que malo eres”, “Mi amor se fue” y “Luna llena”, Ventura permaneció tan sólo dos años con esa compañía disquera y terminó por firmar su carta de retiro, no por falta de talento y aspiraciones, sino por repudiar muchas de las formas de trato y maltrato hacia las mujeres que imperaban en la empresa. Narró que luego de prepararse para el Festival ¾ de Venezuela, la casa disquera resolvió mandar a última hora a Manoella Torres en su lugar, porque la consideraban una de sus cartas fuertes, mientras que los demás artistas simplemente no recibían el apoyo promocional suficiente.
Martha padeció las marcadas y desiguales diferencias que existían en el trato profesional hacia hombres y mujeres en el medio. Recuerda que en 1970, ya estando embarazada fue víctima de discriminación de género cuando le negaron su participación en el programa de TV Silvia y Enrique que estelarizaban Silvia Pinal y Enrique Guzmán, por el hecho de estar embarazada y eso le disgustó.
Martha llegó a la Ciudad de México proveniente de su tierra natal El Espinal, Oaxaca, en 1958, con el propósito de continuar sus estudios de preparatoria y universidad en la UNAM, donde se graduó de arquitecta en 1966. Carrera que nunca ejerció porque eligió dedicarse por completo a la música.
A lo largo de su trayectoria estuvo comisionada en el Sindicato Único de Trabajadores de la Música donde se caracterizó por su defensa del gremio de manera aguerrida.
A lo largo de su trayectoria estuvo comisionada en el Sindicato Único de Trabajadores de la Música donde se caracterizó por su defensa del gremio de manera aguerrida. Era brava en su temperamento, según ella misma se describía, pero quizá tanto como las mujeres que hoy defienden su integridad y reprueban el acoso y las insinuaciones que en aquellos tiempos estaban tan normalizados y tolerados como “galanterías de mal gusto o de tono elevado” con las que las mujeres tenían que lidiar en sus trabajos y fuera de ellos, sin poderlos denunciar como lo que realmente son: un delito.
Así, sin alcanzar la proyección que muchos le auguraban en su carrera musical ni conseguir que los reflectores de la fama la iluminaran, su vida y su canto se extinguieron en la penumbra a pesar de ser una estrella con luz propia.
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