Mirando con lupa feminista los micromachismos en trabajo de cuidados y doméstico
Por Pilar Alberti Manzanares
Doctora en Antropología por la Universidad Complutense de Madrid, es titular de la Unidad de Género del Colegio de Postgraduados; académica y activista feminista, integrante de Las Constituyentes CDMX Feministas.
Si los hombres parieran a sus hijos… ¿cómo sería el mundo? Aquí una reflexión para visibilizar las razones por las que los hombres no se ocupan ni del trabajo doméstico ni de los cuidados.
Si los hombres parieran a sus hijos, habría guarderías en todos los centros de trabajo, en todos los bancos, en todos los estadios de futbol e incluso, en todas las gasolineras. Y digo parir a sus hijos (no a sus hijas), porque sólo los hijos tienen valor para los patriarcas. Los hijos patriarquitas heredarán el legado de los padres patriarcas.
Con ello queremos cuestionar la visión androcéntrica del mundo en la que sólo los intereses de los hombres, son importantes. Todo lo que no les interesa es periférico, secundario y no tiene importancia. Y como las mujeres en el mundo patriarcal son inferiores, son de su propiedad y están a su servicio, todo lo que tiene que ver con ellas, sus intereses, necesidades, aportes, propuestas y derechos, no les importan.
Los hombres no se ocupan del trabajo doméstico ni de los cuidados porque no quieren, no les interesa, no les gusta, les molesta, les parece una pérdida de tiempo y, además, consideran que esos trabajos les corresponde sólo a las mujeres.
Como las mujeres en el mundo patriarcal son inferiores, son de su propiedad y están a su servicio, todo lo que tiene que ver con ellas, sus intereses, necesidades, aportes, propuestas y derechos, no les importan.
Quisiera poner un ejemplo de esta falta de interés de los hombres en el trabajo de cuidado, incluso cuidado de sus propios hijos. Jean Jacques Rousseau, fue un eminente filósofo francés de la época de la Ilustración, que escribió dos libros fundamentales: El Contrato Social como fundamento para la democracia, y Emilio o la Educación, fundamento para la educación de los varones (Emilio), y educación para las mujeres (Sofía). Cuenta en su biografía Confesiones, libro IX, que en 1745 cuando tenía 33 años, se instaló en París y conoció a Thérese Levasseur, una modista analfabeta. Con ella vivió hasta que en 1778 murió el filósofo. Lo interesante es que tuvieron cinco hijos, pero todos fueron entregados al hospicio. Las razones, según Rousseau en su Libro IX de su obra Confesiones, fueron:“Pensar en encomendarlos a una familia sin educación para que los educaran peor, me hacía temblar. La educación del hospicio no podía ser peor que eso”. La familia a la que se refería era la de su esposa, familia de escasos recursos y analfabetos. Resulta paradójico que el filósofo especialista en la educación de los niños, jamás se ocupara de la educación de sus propios hijos, y entonces cabría preguntarse: ¿qué credibilidad tiene Rousseau para hablar de educación? Una mente sensata diría que alguien que no quiso ocuparse de la educación de sus propios hijos tiene muy poca credibilidad para escribir un libro de 400 páginas sobre cómo se debe educar a los niños y las niñas.
Los objetivos de esta reflexión son dos: 1) visibilizar las razones por las que los hombres no se ocupan ni del trabajo doméstico ni de los cuidados y 2) considerar algunas estrategias para cambiar esta situación.
La pregunta inicial es ¿por qué los hombres no realizan trabajo doméstico ni de cuidados? La respuesta es: porque les corresponde a las mujeres.
¿Por qué les corresponde sólo a las mujeres? Las razones son muy profundas y están arraigadas en el mandato patriarcal que se sustenta en bases educativas, sociales, políticas, económicas, religiosas y filosóficas androcéntricas. Algunos filósofos como Demóstenes, Aristóteles, Rousseau, Kierkegaard y Schopenhauer afirmaron que: La mujer tiene como misión servir para el placer del varón, custodiar el hogar y producir hijos para el linaje patriarcal (Camps, 1982). Además, los hombres no se ocupan del trabajo doméstico y de cuidados porque la ideología patriarcal educa a los varones a partir de los siguientes mitos:
- Superioridad masculina y disponibilidad femenina. Es decir, debido a que el hombre (como esencia abstracta y universal que se aplica a todos los hombres) es considerado superior, la mujer (como esencia abstracta y universal que se aplica a todas las mujeres) es inferior y por ello, debe estar permanentemente disponible para atender al hombre.
- Autoridad sobre las mujeres. Es decir, si las mujeres son inferiores y los hombres superiores, es “natural” que el superior gobierne al inferior.
- Derecho al uso del espacio-tiempo. Es decir, los hombres pueden utilizar el espacio, moverse libremente (y a la hora que gusten) en la calle, las cantinas, las banquetas, en caminos perdidos, montañas inexploradas, ríos profundos, mares indómitos, en los techos de los edificios, en las alcantarillas, incluso en el territorio lunar y marciano, porque no hay límites, no hay obstáculos; es más, cuanto más difícil es alcanzar ese territorio inexplorado, más “hombre” será, más prestigio alcanzará.
- Derecho a ser sujeto de cuidados. Es decir, se educa a los hombres en la creencia de que ellos son el centro de la familia, del mundo, y de la vida de las mujeres, y merecen que se les cuide, atienda, escuche, consuele, satisfaga. Pero este sujeto de cuidados no es capaz de desarrollar el valor de la empatía ni la reciprocidad: igual que me cuidan a mí, yo cuido a las demás (especialmente mujeres, que son las que los cuidan a ellos); no, ellas no merecen ni necesitan que yo (hombre) las cuide.
Estamos hablando del patriarcado; pero ¿qué es el patriarcado? “El patriarcado es un pensamiento filosófico, una estructura social, un sistema político, cultural, jurídico, económico, educativo, legal y religioso que establece que se eduque a los hombres para que consideren a las mujeres como inferiores, de su propiedad y a su servicio. El patriarcado educa a las mujeres para que se relacionen con los hombres desde la inferioridad, la subordinación y la servidumbre” (Alberti, 2019: 321)
Las Consecuencias del patriarcado para las mujeres son mortales, porque se trata de un macrosistema de discriminación y exterminio. Si las mujeres son inferiores, lo que digan y hagan no tiene importancia. Si las mujeres son propiedad de los hombres, éstos pueden sustituirlas por otras, golpearlas y asesinarlas porque pueden hacer lo que quieran con lo que es “suyo”. Si las mujeres están al servicio de los hombres, éstas deben dedicar todo su tiempo y su vida a servir en la casa, en el trabajo, en la iglesia, en la calle.
El mandato de servidumbre patriarcal se concreta en tres fuertes cadenas que atan a las mujeres a una esclavitud perpetua: el trabajo doméstico, el de cuidados y la cadena de la prostitución de niñas, jóvenes, mujeres adultas.
Mirando con lupa el comportamiento patriarcal: los micromachismos
Para entender cómo opera el macrosistema de discriminación patriarcal presentaremos las conductas cotidianas. En la vida cotidiana se ven las formas más controladoras y todo tipo de violencias contra las mujeres por parte de los hombres. Luis Bonino, psicoterapeuta y director del Centro de Estudios de la Condición Masculina de Madrid, especializado en el estudio de las masculinidades, planteó el concepto de “micromachismos” (mM), en alusión al concepto de “micropoderes” desarrollado por el filósofo Michel Foucault.
Los micromachismos son comportamientos de los varones en las relaciones de pareja, ejerciendo el dominio, abuso y poder, de forma reiterativa y permanente contra las mujeres (Bonino, 2011). Existen cuatro tipos de micromachismos: utilitarios, encubiertos, coercitivos y en crisis. De ellos, sólo nos centraremos en los utilitarios pues son los que se ejercen en el ámbito del hogar relacionados con el trabajo doméstico y de cuidados.
Los micromachismos utilitarios están directamente relacionados con el mandato patriarcal de “las mujeres deben servir a los hombres”. La tipología de mM se muestra a continuación:
1.No responsabilizarse de lo doméstico. Ejemplo: No limpiar, no cocinar, no lavar. Las mujeres realizan toda la logística asociada a estas tareas:(limpiar supone comprar utensilios, productos, ropa adecuada, realizar labores de limpieza al día, a la semana, durante varias horas, y repitiendo nuevamente la limpieza pues el hogar es un centro de desorden-suciedad que debe ordenarse y limpiarse permanentemente, especialmente si hay niños/as pequeños/as y enfermos/as). Cocinar productos supone comprar los alimentos, limpiarlos, envasarlos, cocinarlos y servirlos tres veces al día, cada día de la vida, durante años, preparando las raciones para cada integrante de la familia. Es un trabajo extenuante que no se valora ni se agradece, por el contrario se critica porque faltó sal o las tortillas no estaban calientes. Los hombres sólo llegan y se sientan a la mesa a comer, luego se levantan y ven televisión.
2.Pseudorresponsabilizarse de lo doméstico. “Ayuda” a su pareja realizando pocas actividades, de forma intermitente y con errores. Ejemplo: preparar la comida un domingo, dejando la cocina sucia, desordenada y los trastes sin lavar. La esposa, compañera, hija, hermana, mujeres de la familia, deben ordenar y limpiar la cocina después.
3.Delegación del trabajo de cuidado. “Estrategia con múltiples maniobras por las que se fuerza a la mujer a cumplir el mandato cultural de ser encargada de cuidar, dar seguimiento médico-educativo de las y los hijos, los vínculos con la familia de él; también ocuparse de los animales y las plantas. Al no hacerse cargo el varón de esta actividad, abusa del tiempo y la disponibilidad femenina en tanto obliga a las mujeres a esa enorme tarea que no se puede dejar de hacer, ya que sin ese trabajo no es posible el desarrollo personal, ni familiar” (Bonino, 2011:98).
Encontramos ejemplos de este micromachismo en los testimonios de las alumnas de la 5ª.Escuela de Verano Feminista (2020) organizada por la colectiva Las Constituyentes CDMX Feministas, cuando se les pidió que hicieran una tarea basada en su vida cotidiana identificando la participación de los hombres de su familia en el trabajo doméstico y de cuidados. Una de ellas escribió que a su marido le gustan mucho los perros, y tienen dos, sin embargo, quien se ocupa de alimentarlos, cuidarlos y limpiar los desperdicios que dejan, era ella, no su marido.
4.Requerimientos abusivos solapados. “Son casi órdenes, pero que se realizan sin pedir explícitamente, (…) que apelan a activar automáticamente los aspectos ‘cuidadores’ del rol femenino tradicional, logrando que la mujer cumpla ese pedido sin percatarse que lo está haciendo no por deseo propio, sino por presión invisible. Al no ser pedidos explícitamente, tampoco requieren ser agradecidos, cuando se satisfacen”. Como consecuencia de éstos Mn las mujeres “naturalmente” se “levantan cuando hace falta sal en la mesa, abren la puerta cuando suena el timbre, contestan el teléfono, acompañan al hombre al médico, a comprar su ropa. Por ejemplo, la frecuente pregunta que hacen los hombres: ¿dónde está? (que tiene un subtexto: búscamelo y dámelo), sin buscar previamente ellos lo que necesitan, alude también a estas presiones” (Bonino, 2011:99). Un ejemplo de este tipo de micromachismos lo encontramos en otro testimonio de otra alumna de la Escuela de Verano Feminista (2020), ella comentó que a raíz de la clase sobre “Feminismo y Cuidados” de la Escuela, hizo un experimento en su casa, donde vive con su esposo e hijo de 13 años. Se acabó el papel higiénico y ella no lo repuso, esperó a ver cómo reaccionaban su esposo e hijo. Pasaron los días, y ninguno de ellos se preocupó de ponerlo (aunque llevaban su propio papel cada vez que iban al baño, pero sólo para su uso individual), tuvo que ser ella la que atendió esta necesidad colectiva.
5.Negación de la reciprocidad en el cuidado. “Es un comportamiento de rechazo del varón a ofrecer cuidado a la mujer cuando ésta lo necesita, negándole el derecho a ser cuidada. Con ello le impone su creencia, derivada de la masculinidad tradicional, de que él es el único digno de atención. Este mM se hace visible cuando la mujer necesita atención por estar enferma, por tener que ocuparse de su familia de origen o por tener sobrecarga de trabajo. Es frecuente que en estas situaciones, los varones nieguen las necesidades femeninas de ayuda, minusvalorando sus síntomas o el cansancio, criticando la forma en que ella hace las cosas, o apelando a que ellos ‘no saben hacer las cosas’, para no hacerse cargo” (Bonino, 2011:99). Un ejemplo de ello es el testimonio de otra alumna quien dijo que su mamá tiene cáncer y en la familia son el papá, el hermano y dos hermanas. La mamá y las hermanas se ocupan de atender a los varones, ordenar lo que ellos desordenan, limpiar lo que ellos ensucian, lavar la ropa, preparar los alimentos, mientras ellos no se ocupan de nada. Es decir, quien necesita cuidados es la madre enferma, pero el patriarcado es tan cruel con las mujeres, que a pesar de ser ella la que necesita la atención, los varones de la casa exigen que se les atienda a ellos. Hablamos de una falta de empatía y de reciprocidad.
6.Aprovechamiento de la “ayuda al marido” en lo laboral. Varones que trabajan de modo autónomo naturalizan los aportes laborales femeninos para el mantenimiento de su empresa. Así consiguen gratuitamente secretarias, enfermeras, asesoras de negocios, correctoras de estilo, contables, administrativas, contratistas, etc. Los varones no agradecen ese trabajo de las mujeres, ni lo pagan (Bonino, 2011:99). Ejemplo son las esposas que hacen de secretarias, y especialmente con motivo de la pandemia de COVID-19, las esposas que se convierten en enfermeras y las mamás que se convierten en maestras, al atender a sus hijos e hijas en el domicilio porque las escuelas están cerradas por el COVID-19 y las clases se imparten por televisión. Lo más grave es que estos roles femeninos están “naturalizados” de tal manera en la sociedad, que incluso el presidente de México, quitaba importancia a la pandemia indicando que todo México era un gran hospital atendido por muchas enfermeras en cada casa porque la familia mexicana era muy amorosa.
7.“Escaquearse” (traducido al mexicano “Hacerse pato”). “Consiste en eludir la responsabilidad sobre lo doméstico “pero atribuyendo esa inacción a justificaciones que encubren lo que no desea hacer el varón, no le interesa, no le gusta, le incomoda o se siente con derecho a no involucrarse en lo doméstico”. (Bonino, 2011: 100). Un ejemplo es el acuerdo de la pareja antes de salir de la casa al trabajo, de que él recogerá al niño a la salida de la escuela porque ella tiene una reunión de trabajo muy importante a la misma hora. Llegada la hora de ir a recoger al niño, ella recibe una llamada de la escuela diciendo que el niño está esperando porque nadie ha ido a recogerlo. Ella llama al esposo para avisarle y él contesta que la culpa la tiene ella porque no le llamó para recordarle que tenía que ir por su hijo.
El cinismo del patriarca y patriarquitas. Consecuencias de los micromachismos
Y los hombres, ¿qué dicen?
“La experiencia con grupos de varones reflexionando sobre ello es que casi todos reconocen que (…) lo doméstico es incómodo y no les gusta, por ello buscan excusas para no hacerlo (recargando de trabajo a la mujer que se ocupa de ello, pero esto no les importa). Y aunque reconozcan que se ‘hacen pato’, ello no les lleva a cambiar, ¿por qué? Sin duda la creencia en su intocable ‘derecho masculino a no hacer’ está en la base de todo, y el efecto que tiene sobre la mujer, se vuelve secundario para ellos” (Bonino, 2011:100).
La falta de implicación de los varones, trae un deterioro de la salud física y mental de las mujeres. Los testimonios de las alumnas de la 5ª Escuela de Verano Feminista, muestran el alto costo que tiene esta situación: “Actualmente soy periodista independiente: colaboro semanalmente como columnista en un noticiero radiofónico y en proyectos específicos con la agencia de noticias feminista, desde hace dos años inicié la conformación de una consultoría en los temas de Género, Periodismo y Comunicación Institucional; soy consultora en una empresa multinivel que vende productos de cuidado e higiene personal, así también vendo productos de limpieza para el hogar, y desde hace 3 años hago home office. También tenía una tienda de productos para fiestas infantiles, que tuve que cerrar por la pandemia.
“El tiempo que dedicaba al trabajo doméstico y cuidados de mi hijo y esposo, en un día -antes de la pandemia por Covid-19- era de 5 horas a ellos, y 8 a mi trabajo, pero a partir de las clases virtuales, los horarios se invirtieron porque mi hijo y yo estamos en casa, y ahora yo no puedo usar de 7am a 3 pm la computadora porque mi hijo la ocupa, y yo avanzo en lo que puedo con mi celular. Es hasta después de las 6 de la tarde que ocupo la máquina, lo que me ha generado que mis horas de trabajo se prolonguen hasta las 11 de la noche” (EMV, alumna Escuela Feminista de Verano-Las Constituyentes CDMX Feministas, 2020).
Sobrecarga de trabajo doméstico y laboral, deterioro de la salud: histerectomías, problemas dentales (extracción de muelas) por roce de mandíbulas debido al estrés, insomnio, angustia, depresión, sentimiento de culpabilidad. “El resultado del uso reiterado de estos mM utilitarios es que se produce una desigual distribución de la ‘carga mental y física’ que supone la ocupación de lo doméstico, lo que lleva a un aumento de la calidad de vida del varón y la cantidad de tiempo privado para sí, a expensas de la mujer” (Bonino, 2011: 100).
Lleva a una disminución de la calidad de vida de las mujeres, ya que consume sus energías y reservas emocionales, no pudiéndolas dedicar a sí mismas.
Derecho al Tiempo Propio de las Mujeres. Cambio civilizatorio y nuevo paradigma de los Cuidados y Trabajo Doméstico
Ante la situación injusta de la división del trabajo impuesta por los mandatos patriarcales, ¿qué alternativas proponemos para atender el trabajo doméstico y de cuidados?
Desde la perspectiva de género feminista consideramos que es necesario despatriarcalizar el trabajo doméstico y de cuidados, y acabar con los michomachismos. Es decir, que los hombres asuman su responsabilidad de realizar el trabajo doméstico y del cuidado dedicando el mismo tiempo que las mujeres.
Desde la perspectiva de género feminista consideramos que es necesario despatriarcalizar el trabajo doméstico y de cuidados, y acabar con los michomachismos.
Otras propuestas son salarios para amas de casa, vacaciones, jubilación, pensión, servicios de salud. Exigir la pensión por compensación, destinar recursos públicos para el trabajo doméstico y de cuidados como: guarderías, comedores comunitarios, lavanderías, atención a mujeres mayores, centros de día, asistencia a domicilio, Casas Violeta, Bancos de Tiempo.
Proponemos un nuevo derecho humano: el Derecho al Tiempo Propio de las Mujeres.
¿Qué es el Derecho al Tiempo Propio de las Mujeres? Es un derecho humano que garantiza la libertad en el uso del tiempo para atender las necesidades e intereses de las mujeres, en todos los ámbitos públicos y privados de su vida (Alberti, 2019).
Es un derecho humano que debe ser reconocido en los instrumentos jurídicos nacionales e internacionales, así como aplicarse en todos los espacios de la vida de las mujeres: civil, político, legal, económico, social, cultural, educativo, científico, religioso, médico, artístico, deportivo, espiritual, psicológico, comunitario, familiar, de pareja y personal. Es un derecho universal que aplica a todas las mujeres del mundo, y es un derecho feminista porque se construye sobre la base de la crítica al patriarcado, a las prácticas machistas, micromachistas, misóginas y contra la violencia hacia las mujeres.
Desde la perspectiva de género feminista consideramos que es necesario exigir el Derecho al Tiempo Propio de las Mujeres, para despatriarcalizar la sociedad.
Bibliografía
Alberti, Pilar (2019). “Glosario”, en Constitución Violeta. México: Las Constituyentes CDMX Feministas.
Bonino, Luis (2003). “Los hombres y la igualdad con las mujeres”, en Lomas, Carlos (Comp) ¿Todos los hombres son iguales? México: Paidós, pp:105-142.
Bonino, Luis (2011). “Micromacismos. El poder masculino en la pareja ‘moderna’”, en Lozoya José Ángel y José María Bedoya (Comps). Editado por Chema Espada, Voces de Hombres por la Igualdad, pp: 89-109 (libro electrónico).
Camps, Victoria (1982). El sexismo en la Ciencia. Universidad Autónoma de Barcelona.
Rousseau, Jean-Jacques (2008). Emilio o de la educación. México: Éxodo.
Rousseau, Jean-Jaques Confesiones. Edición electrónica de la Escuela de Filosofía. Universidad de Arte y Ciencias Sociales (ARCIS), Santiago de Chile. www.philosophia.cl Consultada el 26 septiembre 2020.
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